A quién no le gusta llegar a la primavera con un cuerpo más o menos presentable y, si es posible, mantenerlo así durante todo el año.
Pero en este empeño no son pocas las veces que se corren riesgos innecesarios y no sólo no se logra ese objetivo, sino que además se complica la salud, a veces con consecuencias inesperadas.
Por eso, es bueno tener en cuenta algunos aspectos que pueden orientar a los amantes de la buena figura, el ejercicio y los deportes.
La Voz
28.07.2010 | Ricardo Gómez Vecchio (
Casi todo el mundo puede salir a caminar sin que represente un peligro para su salud. El ejercicio moderado es, en general, bueno para los adultos sanos que no tienen síntomas que impliquen algún riesgo.
Cuándo consultar al médico. Pero es prudente hablar con un médico si alguien tiene dudas sobre su salud o planea comenzar con ejercicios más intensos, sobre todo si en los últimos tiempos no se ha estado en actividad.
Y es definitivamente necesario hacerlo si se tiene alguna lesión o un problema de salud crónico, como una enfermedad cardíaca o factores predisponentes a ella; un problema respiratorio como el asma; presión sanguínea alta; trastornos en las articulaciones o los huesos (incluyendo osteoporosis); enfermedades neurológicas o diabetes.
También es conveniente consultar a un profesional si se sospecha que puede tenerse una enfermedad que podría interferir en un programa de ejercicios o si se ha estado experimentando síntomas como dolores en el pecho, falta de aliento o mareos.
No arrancar "así nomás". Una vez que se ha consultado al médico y se ha recibido su autorización, hay algunas consejos que los especialistas en entrenamiento físico recomiendan para evitar lesiones.
El primero, tomarse 10 minutos para entrar en calor antes de la actividad y para relajar los músculos, y también para enfriarse al finalizar. Llegar a la cancha al inicio del picado del domingo y empezar a correr es la mejor forma de sufrir un problema muscular.
Cuando se comienza una actividad, se recomienda planear hacerlo de forma lenta y aumentar el nivel de intensidad en forma gradual, a menos que ya se esté realizando una ejercitación frecuente y vigorosa.
Además, es necesario ser consciente y estar atento a que entrenarse demasiado fuerte o demasiado a menudo puede causar lesiones, como por ejemplo fracturas por estrés, endurecimiento o dolor en las articulaciones, e inflamación en los tendones y ligamentos.
Algunos deportes afectan por el uso intensivo a ciertas partes del cuerpo. Por ejemplo, la natación a los hombros; correr a las rodillas, los tobillos y los pies; o el tenis al codo del brazo que empuña la raqueta. Una mezcla de distintas actividades y suficiente descanso, suele ser más segura.
El cuerpo y su lenguaje. Otro consejo es escuchar el propio cuerpo. Detener la actividad cuando alguien se siente enfermo o fatigado es una buena práctica. Lo mismo, parar una práctica o sesión de ejercicios si se siente mucha fatiga o se estaba algo débil antes de comenzar o si se había tenido dolor de cabeza o en las articulaciones.
Si se detiene la actividad por un rato, hay que volver a comenzarla con un nivel más bajo de intensidad. Por ejemplo, si se está haciendo pesas, cargar menos peso o hacer series más cortas.
Para la mayoría de la gente, beber en abundancia es suficiente. Pero si alguien está entrenándose muy fuerte o haciendo maratón o triatlón, es mejor elegir bebidas que aporten las sales que se pierden, de las que abundan en el mercado.
Con la debida revisación antes de comenzar el deporte o el ejercicio, siguiendo los consejos de los especialistas en entrenamiento y con una dieta balanceada y saludable, es posible prevenir serios problemas de salud, lograr un estado físico adecuado y hasta conseguir esa figura que tanto se sueña.
http://www.lavoz.com.ar/opinion/actividad-fisica-pero-sin-sobreexigencia