Un 5% de los ancianos españoles, unos 300.000 mayores, sufre algún tipo de maltrato, según la SemFYC.
JANO.es · 15 Junio
Los expertos aseguran que el maltrato en las personas mayores se observa en todas las clases sociales y en cualquier nivel socioeconómico y alertan de que este tipo de violencia es un problema aún menos detectado que el de género. En más de la mitad de los casos, los maltratadores son los hijos y en torno al 10% de las ocasiones están implicados los cónyuges. En estos casos, la cercanía y accesibilidad de los médicos de familia facilita la intervención sobre este problema, aseguran desde la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (SemFYC), con motivo del Día Mundial de toma de conciencia del abuso y maltrato en la vejez, que se celebra hoy.
“Desempeñamos un papel clave para prevenir el problema y para detectarlo a tiempo”, afirma el doctor Juan Manuel Espinosa, coordinador del Grupo de Atención al Mayor de la SemFYC, sociedad que, desde hoy y hasta el día 18 de junio, celebra su 30 Congreso en la Feria de Valencia.
Un 5% de los ancianos españoles, es decir unos 300.000 mayores, sufre algún tipo de maltrato, que en la mayoría de los casos no denuncian por depender emocional o económicamente de su agresor. El progresivo envejecimiento de la población -más patología, más dependencia y más necesidades de cuidados- contribuirá a que este problema aumente aún más en los próximos años.
El concepto de maltrato incluye el abuso físico (25% de los casos), psíquico (30%), sexual y económico (30%), aunque el más frecuente es el maltrato por negligencia (49%), es decir, el provocado por fallos o por omisión en la provisión de cuidados que requiere el mayor. “Si, como indican los estudios disponibles, hay un porcentaje importante de personas mayores que podrían estar sufriendo abusos o negligencias, eso significa que los médicos de familia tendremos en nuestro cupo un número significativo de pacientes con este problema”, alerta el doctor Espinosa.
Mayor sensibilidad entre los médicos
La sensibilización del colectivo médico es imprescindible. “Tenemos que tener en mente el problema para ser capaces de detectarlo y, por tanto, de reducir las tasas de infradiagnóstico que se producen en los ancianos. Si no hay lesiones evidentes, los mayores difícilmente van a expresar este problema”, señala el experto.
Para evitar una situación de maltrato antes de que se produzca, es preciso conocer los factores de riesgo que presentan tanto el potencial maltratador como el futuro maltratado. En el caso de la persona mayor, las posibilidades de sufrir malos tratos aumentan a medida que empeora su deterioro físico y psíquico. Otros factores importantes son, según el doctor Espinosa, los antecedentes familiares. “En familias donde madres o padres han sido maltratadores, con más frecuencia ellos mismos van a recibir posteriormente abusos. Por otra parte, el aislamiento social, relacionarse sólo y exclusivamente con el cuidador, también eleva el riesgo de sufrir maltrato”.
Desde el punto de vista psicológico, se especifican tres tipos de maltratadores: los hostiles, porque han sido maltratados previamente por el anciano que ahora cuidan; los autoritarios, que son intransigentes con las incapacidades de la persona mayor; y los dependientes económicamente del anciano.
Signos de alerta
En los casos de negligencias, los signos más frecuentes son el descuido, la falta de aseo (sobre todo en contraste con el cuidador o su entorno), desnutrición o ropa inadecuada. En el maltrato físico, los profesionales deben sospechar de las contusiones en las muñecas y hombros, de hematomas periabdominales, quemaduras, e incluso caídas de repetición y fracturas múltiples. Cuando el abuso es de carácter psicológico, los mayores manifiestan sus miedos y temores con confusión, llanto injustificado o en forma de depresiones que no acaban de serlo.
A medio y largo plazo, el perfil de cuidador está cambiando y cambiará. La diversidad en los modelos familiares y la incorporación de la mujer al mundo laboral ha supuesto una disminución de los cuidadores informales, papel tradicionalmente asumido por las mujeres de la familia. Cada vez habrá más cuidados formales a cargo de instituciones o profesionales contratados. Precisamente, según el doctor Espinosa, si hay un apoyo formal, es más difícil que el cuidador acabe convertido en un maltratador. “Los cuidadores que dedican las veinticuatro horas del día a atender a estos pacientes, que no tienen relaciones sociales ni desarrollo laboral posible, son los que tienen más riesgo, en un momento dado, de caer en el abuso de drogas y ansiolíticos y acabar maltratando a la persona que precisamente más quieren y a la que están dedicando su vida”.
El doctor Espinosa asegura que el maltrato en el anciano no tiene nada que ver con el maltrato de género. De hecho, insiste, el abuso al mayor lo realiza casi siempre una mujer y sucede fundamentalmente porque hay un cansancio por parte del cuidador. “Por eso, cuantas más ayudas reciba el cuidador, menos posibilidades de que se produzca el maltrato”.
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