Japón, un país que se precia del buen trato que dispensa a los más ancianos, enfrenta una polémica. Las autoridades tratan de averiguar si las personas registradas por las autoridades como las más viejas del país están vivas después de descubrir que quien era considerado el japonés más longevo llevaba más de 30 años muerto.
BBC Mundo 7 de agosto de 2010
La prensa nacional informó esta semana que se desconoce el paradero de al menos 70 de ellos.
Se sospecha que el fraude es la causa de los errores en el censo nacional, según el periodista de la BBC Jonny Hogg. Los familiares no habrían comunicado su fallecimiento para seguir embolsándose beneficios sociales.
En otros supuestos los hijos simplemente habrían suprimido todo contacto con sus progenitores.
Es el caso de la hija de quien se suponía que con 113 años era la mujer más vieja de Tokio, Fusa Furuya, que respondió a los trabajadores sociales que llevaba sin ver a su madre desde 1986, a pesar de que los registros indicaban que ambas vivían juntas.
Crisis de valores
Algunos culpan a la pobreza pero no es el único problema; el principal motivo es el deterioro de las relaciones personales
Tal es el escándalo que el primer ministro, Naoto Kan, ha planteado que su país atraviesa una crisis de valores: "Algunos culpan a la pobreza pero no es el único problema; el principal motivo es el deterioro de las relaciones personales".
En Tokio, el director de la oficina de mayores del distrito de Suginami, Yoshihisa Wakui, informó que el ayuntamiento intenta localizar a 300 ciudadanos centenarios residentes en la zona. "A partir de ahora entrevistaremos uno por uno a los ciudadanos con más de cien años para comprobar cuál es su estado".
Las autoridades también están siendo criticadas por haberle perdido el rastro a tantos ancianos. El país se pregunta cómo y por qué los japoneses más longevos desaparecieron sin dejar rastro.