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Tiene 76 años y sigue volando en el trapecio como cuando tenía 20

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“Anthony” es la estrella principal del circo Águilas Humanas y hace casi siete décadas que destila adrenalina. En la actualidad actúa con sus dos hijas y su espectáculo está de paso por Unquillo.

La Voz
17.8.2010

Anthony tiene 76 años y es la gran estrella del Circo Águilas Humanas que se encuentra por estos días en Unquillo. Es presentado como el trapecista en actividad de mayor edad del mundo. No hace falta comprobarlo, porque verlo lograr los trucos más audaces y vistosos es conmovedor.
Su verdadero nombre es Antonio Pereyra. Nació en Taco Pozo, Chaco, el 9 de noviembre de 1933, en el seno del Circo Criollo, donde su padre, Manuel Pereyra, era el payaso principal que, con sus gracias, logró tanto la risa de los chicos como el amor de la trapecista, Nicolasa Rolón, a la postre, la madre de Anthony. “Aunque me haya iniciado artísticamente a los 8 años, soy trapecista desde que estaba en el vientre de mi madre, que actuaba embarazada, y también soy payaso, porque así hago lo que hacía mi madre y lo que hacía mi padre al mismo tiempo”, cuenta Antonio.
También es Jodini. Como payaso, actúa como Jodini, un mago muy divertido al que todos los trucos le salen mal. Como trapecista, se inició cuando era un niño, hace casi 70 años, en el Circo Sarrasani, al frente del Luna Park, y es el último sobreviviente de la legendaria troupe conocida como Las Águilas Humanas. “Eramos siete trapecistas del circo de los hermanos Villalba y fuimos los primeros en hacer trucos que hoy se consideran entre los más audaces”, recuerda.
En su trayectoria de casi siete décadas pasó por grandes circos, como el Real Madrid, el Rodas, el de los Hermanos Muñoz, el de Gani Polastrini. “Estuve también, entre 1977 y 1978 en el Circo de Piluso y Coquito, que era el circo del Negro Alberto Olmedo que funcionaba estable en Rivadavia y Carabobo, en Buenos Aires”, cuenta Antonio, quien hace gala de una memoria acorde con su buen físico, al que no se le nota grasa acumulada por ninguna parte y si una buena cantidad de músculos fibrosos.
La gran caída. Cuando dice que es el último sobreviviente de una generación de grandes trapecistas lo dice en forma literal, ya que sobrevivió a un terrible accidente en plena función. “Fue hace como 30 años, en La Carlota. Hubo una falla en un acto y volé 24 metros. La red no sirvió para nada porque salí disparado hacia la lona y pasé para el otro lado. El resultado fue desastroso, me quebré dos costillas, la rótula izquierda, la cadera en dos partes, la clavícula y el tabique nasal que pegó contra la rodilla, además de tener fractura de cráneo. Estuve tres minutos muerto, según los médicos, pero me recuperé y a los ocho meses ya estaba de nuevo en el trapecio, volando por los aires”, recuerda Antonio, quien asegura que la clave de su pronto regreso fue porque no se dejó operar y porque puso toda la fuerza de voluntad para volver a caminar. “Una caída así, que fue la única que tuve en mi carrera, hace que uno tome conciencia del peligro que corre y se fija mucho más en los detalles que pueden hacer fallar una presentación; por eso, ahora no dudo en gritar para parar un truco que puede salir mal”, confiesa.
“Antonio es mi maestro y uno se siente muy seguro al trabajar con él”, cuenta Orlando Escobar, responsable principal de sostener a todos los trapecistas de Águilas Humanas, al que por eso apodan “el Fuerte”.
Familia de artistas. La vida de circo, llevó a Antonio a enamorarse de Isabel Rodríguez, contorsionista e hija de Naty Morales, una gran trapecista mejicana. “A mi esposa también la inicie en los trapecios volantes y ella es la madre de mis dos hijas, Noelia y Gabel (Olga Isabel), que ahora actúan conmigo en esta nueva generación de las Águilas Humanas”, cuenta Antonio, con orgullo.
–La pregunta del millón: ¿cómo hace, don Antonio?
–Creo que mi secreto es comer sano y escaparle al alcohol y al cigarrillo, porque para actuar necesito estar con los pulmones a pleno. Me gusta desayunar muy bien, con lácteos y sin privarme de nada. Por lo general no almuerzo, pero luego ceno muy bien, con pastas, muchas verduras y legumbres, sopas y a veces algo de carne, porque nunca hay de decirle que no a un buen asadito.
–¿Hasta cuándo piensa actuar?
–Hasta el último aplauso...
–¿Y cuál es el último?
–El que te dan cuando te sacan con el cajón de la sala velatoria.
Para verlo actuar
Renacimiento. El circo Águilas Humanas, donde hoy es estrella Antonio Pereyra, es una agrupación formada hace un año que intenta reflotar aquel histórico circo de los Hermanos Villalba donde nacieron los legendarios trapecistas Águilas Humanas, que integraba Antonio.


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