Son mujeres mayores de 50, con largos matrimonios y se oponen a que sus maridos tomen la pastilla contra la disfunción eréctil. Ellas no quieren más sexo. Los miedos, mitos y excusas.
Por GISELE SOUSA DIAS
Clarín
12-9-2010
El siguiente podría ser un razonamiento elemental: para cualquier mujer cuya pareja tiene una disfunción eréctil, la famosa pastillita azul debería ser, lisa y llanamente, motivo de aplausos. Sin embargo, el razonamiento es, al menos, miope. Es que, cuando llega la menopausia, algunas mujeres abandonan su vida sexual en el cajón de los recuerdos. Así, un tratamiento que amenace con solucionar la dificultad que tienen sus parejas para lograr o mantener una erección, se convierte en un enemigo al que combatirán sosteniendo temores, mitos y excusas .
“Muchas veces nos encontramos con que las mujeres de los pacientes les dicen que no quieren que tomen Sildenafil –Viagra es la marca más popular– porque ‘les va a hacer mal al corazón’ y que prefieren ‘un marido vivo antes que un súper macho en la cama’. Otras veces les dicen: ‘Andá al urólogo para controlarte la próstata, pero para la parte sexual ya estamos grandes”, cuenta Adolfo Casabé, urólogo del sector de Disfunciones Sexuales del Servicio de urología del Hospital Durand.
Así como la falta de lubricación y el dolor en el coito –característicos de la caída de los niveles hormonales– también suelen usarse como escudos, hay otros dos métodos de sabotaje recurrentes. “ ¿Qué pasa? ¿Ya no te excito lo suficiente que tenés que tomar una pastilla para acostarte conmigo? ”, es uno. El otro es éste: “ Hombre + recuperación de la potencia sexual = cuernos ”. “Esta es una forma de mantener el control: no hay mujer más segura de la fidelidad de su pareja que la esposa de un hombre con alguna disfunción sexual”, explica a Clarín Edgardo Becher, Presidente electo de la Sociedad Internacional de Medicina Sexual.
Claro que esto no ocurre en todas las mujeres que entran en la menopausia: muchas, cuando se sacan de encima la posibilidad de un embarazo, disfrutan aún más de su sexualidad. El resto, son el eje de esta nota: mujeres de unos 50 años, con matrimonios largos y una historia sexual limitada a la penetración y pobre en fantasías y juegos previos: “Desde lo hormonal, el deseo sexual puede disminuir con la menopausia. Ahora bien, cuando la relación de la pareja fuera de lo sexual es buena, la menopausia no limita, a lo sumo, necesitará más caricias o tardará más en llegar al orgasmo. En cambio, quienes boicotean no lo hacen por falta de deseo sexual sino que las excusas enmascaran el agotamiento del vínculo: son esas parejas que siguen juntos por comodidad económica o por lo que vayan a pensar sus hijos o sus amistades si se divorcian”, opina el ginecólogo Eduardo Depiano, vicepresidente de la Asociación Argentina para el Estudio del Climaterio y coautor del libro “¿Hace calor o soy yo?”. “Por lo general, son mujeres que con la menopausia adoptan un humor depresivo: están tristonas, como aumentaron de peso creen que perdieron su capacidad de seducción, dejan de arreglarse y creen que ahora corresponde cuidar nietos”, agrega.
En el Durand, el 90% de los hombres consulta solo. Y tres de cada 10 mujeres no apoyan las decisiones terapéuticas que les indican a sus parejas . “Sin embargo, el tratamiento para la disfunción eréctil involucra a las mujeres. La razón es que este tipo de fármacos no son mágicos: actúan cuando hay estímulo sexual”, explica Casabé. La medicación oral –junto con la detección de las condiciones médicas– son sólo la primera línea de tratamientos. Cuando no funcionan, se sigue con las autoaplicaciones de drogas intrapenianas o los dispositivos de vacío. En algunos casos, se puede recurrir a un implante protésico peniano que se coloca dentro del pene y les permite ponerlo rígido o fláccido manualmente y conservar la estética, el orgasmo y la eyaculación.
Lo que es claro es que los palos en la rueda no son gratis. “Muchos hombres vienen solos, avergonzados, con ideas mágicas acerca de un tratamiento que les asegure rigidez en el pene –explica Amado Bechara, jefe del sector de Disfunciones del Durand–. Cuando se suman las actitudes negativas de la pareja pueden terminar en una mayor desilusión o, lo que es peor, en el abandono del tratamiento”.
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