Finalmente, la Asamblea Nacional de Francia sancionó el polémico proyecto de ley que posterga las jubilaciones y las pensiones. La iniciativa, rubricada por el presidente Nicolas Sarkozy, podría ser el caso testigo de otros países. Responde, más allá de las protestas y las huelgas que han inundado París y otras ciudades durante semanas, a las indicaciones del Grupo de Reflexión sobre el Futuro de la Unión Europea en 2030, integrado por los ex presidentes Felipe González y Lech Walesa, sobre la necesidad de aplicar "medidas complementarias" para paliar el déficit de las cajas de jubilaciones y pensiones.
Esta disyuntiva, motivada por los bajos índices de natalidad y los requerimientos de una población adulta, llevó a evaluar a ese grupo de expertos, reunido por la Comisión Europea, guardiana de los tratados y garante de la defensa del interés comunitario con independencia de los 27 Estados miembros, "el temor de que los niños de hoy vayan a disfrutar un nivel de vida inferior al de la generación de sus padres". La conclusión es desoladora: "Vivimos en la era de la inseguridad".
La ley francesa debería entrar en vigor a mediados de este mes. El Partido Socialista prevé enviar el texto al Consejo Constitucional, lo cual podría demorar la promulgación. A fuerza de tanta marcha y contramarcha, los legisladores aprobaron el proyecto con una movilización de menor cuantía que en las jornadas anteriores. Entre las pancartas de los opositores, había una que recordaba los peores días de la Argentina en 2001: "Que se vayan todos", decía.
La reforma aprobada de forma definitiva elevará de 60 a 62 años la edad mínima de jubilación, de 65 a 67 años la edad para cobrar una pensión completa y aumentará de 40,5 a 41,3 los años de aportes para obtener una jubilación plena. El gobierno de Sarkozy aduce que es la única vía para cubrir un déficit del sistema de retiro que en 2018 llegaría a 44.000 millones de euros.
En cualquier caso, si bien no se trata de la solución más simpática, del lado de los damnificados no ha habido mejores propuestas, excepto defender con uñas y dientes la conquista social de una jubilación a los 60 años que dispuso a comienzos de los años ochenta el presidente socialista François Mitterrand.
Millones de franceses en las calles, que ahora han intentado paralizar sectores estratégicos como el transporte y las refinerías de petróleo, no podían ser desoídos. "Sus inquietudes, muchas de ellas legítimas, han sido expresadas -dijo el presidente-. Las he escuchado, he reflexionando sobre ellas y tomaré iniciativas en el momento oportuno para darles una respuesta." La reforma, según Sarkozy, prueba que funciona el sistema de seguridad social "fundamentado en la solidaridad entre generaciones".
Por primera vez en la historia de la humanidad, en el curso de la próxima década habrá más personas mayores de 65 años que menores de cinco años, según las Naciones Unidas. En los países desarrollados, la población mayor de 65 años se incrementará un 50 por ciento antes de 2030; en los subdesarrollados, el aumento será del 140 por ciento.
La Comisión Europea, sin reparar en ningún país en particular, sugiere por medio del informe de los expertos que debe aumentarse la edad de retiro ante la posibilidad de que la expectativa de vida alcance en 2050 los 90 años para los hombres y los 97 para las mujeres; en la actualidad es de 75 años para los hombres y de 82 para las mujeres. Es un "momento crítico", juzga, en el cual Europa "se está quedando atrás" y, por ello, debe reformarse a sí misma.

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