En el periodo 2015/29, irá disminuyendo la cantidad de hijos por mujer, o sea la tasa de fertilidad. Por tanto, hacia 2040/49 habrá 1.500 millones de habitantes menos (8.500 millones, no 10.000 millones) y, desde ese punto, irá reduciéndose, aunque muy lentamente. Esa es la idea dominante en la mayoría de ponencias en la reciente reunión de Marrakesh.
Revista Mercado
MAR 19 OCT 2010
Para los críticos del economista inglés Thomas Robert Malthus (1766/1834), es buena noticia. No lo es para Thomas Friedman, ex editorialista del New York Times autor de Mundo plano, caliente y sobrepoblado (2009), que reivindica al pastor protestante.
Allá por 1798, en Surrey, Malthus –Ensayo sobre principios del poblamiento- proclamó que aumentaría la insuficiencia de recursos alimentarios en todo el planeta. Hasta no hace mucho, empero, esa teoría no terminaba de confirmarse ni desmentirse claramente. Entre fines del siglo XVIII y principios del XXI, en efecto, la población mundial pasó de unos 800 millones a algo más de 6.000 millones, según proyecciones de Naciones Unidas.
La fertilidad, por cierto, venía cediendo desde 1955 en parte del globo, dato que parecía desmentir a los malthusianos. En el encuentro de Marruecos, se señaló que la corriente etapa (2010/14) mantiene el panorama crítico en el África subsahariana (4,45 hijos por mujer, 1.033, 4 millones de habitantes). Hay índices moderados en Asia oriental/meridional (2,3 hijos, 4.170 millones), Oceanía (2,4 hijos, 360 millones), Latinoamérica (2,2 hijos, 590 millones) y América del norte (2 hijos, 352 millones). El planteo de Friedman refleja estos perfiles y cabe admitir que precede al reciente informe ONU, presentado en la ciudad norafricana.
La prognosis del analista abarca todo el nuevo siglo, o sea desde 2001, fin de la cuarta fase de la posguerra. Tres aspectos interconexos lo preocupan: recalentamiento mundial, explosión demográfica y deterioro en la calidad de vida. Obviamente, el segundo marca contrastes con la ONU en tanto los otros dos llevan impronta malthusiana, que el libro acentúa previendo un “futurable” catastrófico.
Aun recordando que las peores predicciones de Malthus no cristalizaron en los 150 años después del Ensayo, las
proyecciones de Friedman parecen .-en esta fase- más plausibles que las de Marrakesh. Particularmente, en lo que atañe a la sobreexplotación de recursos naturales no renovables (hidrocarburos) o en parte renovables (agua dulce). Tras estos factores se yergue la demanda creciente de alimentos y su secuela más peligrosa: la especulación en los mercados a término de productos primarios.
En otras palabras, Mundo plano opera en un plano pesimista, ajeno al “nuevo optimismo” exhibido en Marrakesh. “La proliferación de bocas hambrientas en partes de África, Asia meridional o Latinoamérica generará desequilibrios económicos e inequidades sociales con efectos desastrosos”.
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