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Woody Allen: 75 años y sin jubilarse

El neoyorquino más famoso del siglo XX celebra su cumpleaños acabando su película número 40

JAUME FIGUERAS | Barcelona | 27/11/2010

Una noche de agosto del muy predemocrático 1972, a la salida del ya desaparecido cine Montecarlo (Provença, 264) de Barcelona, se formó un grupo del que destacó una voz: "Aquest paio és un geni". Era el añorado Jaume Perich, entusiasmado ante el talento que detectó en un cómico cuyo nombre sonaba a muy pocos: Woody Allen.
Así pudo empezar la supuesta historia de amor, o por lo menos de comunicación, entre un actor y director nacido en Brooklyn el 1 de diciembre de 1935 y el público de una ciudad a 6.400 kilómetros de distancia. La teoría de que Barcelona es donde mejor se ha valorado su cine tenía una base razonable: muchos estrenos se ofrecían en una sola sala y más que calcular cifras de espectadores, se valoraba el número de semanas que una película aguantaba en cartel. Y tanto Annie Hall como Manhattan batieron récords de permanencia.

Tres décadas antes de que la Rhapsodie in blue de Gershwin sonase majestuosamente en los títulos de crédito de Manhattan, Allan Stewart Konisberg había decidido ser humorista y adoptar un nombre artístico menos contundente. Y tras estudiar producción cinematográfica en Nueva York, frecuentó la televisión hasta participar, en 1965, como actor y guionista en ¿Qué tal, Pussycat?, un título muy popular... especialmente por la canción de Tom Jones.

Allen celebra los 75 ultimando el montaje de Midnight in Paris, su película 40 como director, con el reclamo de Carla Bruni en el reparto. Sabremos el resultado el verano del 2011, tras su posible paso por algún festival.

Y si en su filmografía de los setenta y ochenta coexiste el humor en estado puro de Bananas o El dormilón con solemnes homenajes a Fellini (Stardust Memories) o a Bergman (Interiores, Sombras y niebla), la esencia del toque Allen la suelen dar los claroscuros de personajes esclavos de la pasión y la mentira. Ahí está la antológica Delitos y faltas, que él mismo valora como lo mejor de su carrera. Entre 1992 y el 2004 aparecen brillantes divertimentos como Misterioso asesinato en Manhattan o Balas sobre Broadway, junto a híbridos como Celebrity o Melinda y Melinda.

El 2005, tras romper con sus habituales productores, filma en Londres Match Point, donde de nuevo el cinismo vence a la virtud. Gran acogida de crítica y público: 23 millones de dólares en Estados Unidos, una cifra superada el 2008 por Vicky Cristina Barcelona, un éxito mundial que dolió a quienes sólo vieron tópicos turísticos y no repararon en la amarga reflexión sobre amor y matrimonio que propicia el personaje de Rebecca Hall. Y es que en temas de pareja, Allen tiene numerosas experiencias. La más traumática, con Mia Farrow y su parvulario. La más serena, la que vive con Soon-Yi, con quien suele compartir un banco de Central Park o un furtivo beso en el ascensor de su hotel barcelonés.

Allen ha dicho en alguna ocasión que, en Europa, hablar otros idiomas le favorece. Desde Barcelona, dos actores le han prestado la voz. Miguel Ángel Valdivieso (desde Sueños de seductor hasta poco antes de su fallecimiento en 1988 en la espléndida Días de radio, donde Allen era sólo voz en off). Le sustituyó Joan Pera, que se ha identificado con Allen, en castellano y en catalán, en más de veinte ocasiones.

Y una divertida reflexión de Allen respecto al doblaje: "Tengo una tia abuela en Roma convencida de que Marlon Brando habla un italiano perfecto".

http://www.lavanguardia.es/cultura/noticias/20101127/54075549397/woody-allen-75-anos-y-sin-jubilarse.html

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