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No eres viejo hasta que piensas que el futuro está detrás de ti (Malcolm Forbes)

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Michael J. Fox, el eterno optimista

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El Parkinson me hizo mejor marido, mejor padre y mejor ser humano". A 25 años del film Volver al futuro, el actor encabeza una activa lucha contra una enfermedad de la vejez que le cambió la vida cuando era muy joven

La Nación Revista
Domingo 5 de diciembre de 2010

Al principio lo hundió en la bebida y la depresión. Ahora, pasados 12 años desde que lo dio a conocer públicamente, Michael J. Fox dice que la enfermedad de Parkinson lo hizo mejor esposo, padre y ser humano.

Es muy conmovedor ver los rasgos juveniles de Fox en la pantalla, nuevamente como protagonista de la película Volver al futuro (1985), que se reestrenó para celebrar su cuarto de siglo. Este es el film que convirtió al canadiense de la popular serie de TV Lazos familiares en una superestrella del cine, fijándolo en la mente del público como Marty McFly, aquel muchacho de 17 años al que le gustaba viajar en el tiempo y andar en skate. Solamente seis años más tarde, en 1991, a Fox le diagnosticaron Parkinson. Tenía 29 años y una enfermedad asociada generalmente con la vejez: una terrible ironía del destino para el hombre que se había hecho famoso como un adolescente en inquieto viaje a través del tiempo.

Al principio, el actor no pudo asimilar la noticia. "Había estado bebiendo demasiado y viviendo una vida acelerada antes de eso, y el diagnóstico me volvió aún más idiota", recuerda. "El alcohol, la depresión y el creciente dolor me aislaron de mi esposa Tracy y de mi hijo Sam Michael. Toqué fondo."
Pero en un raro momento de lucidez advirtió que su vida dependía de él mismo. "Por eso me recuperé -dice-. De hecho, el Parkinson me hizo mejor persona. Mejor marido, mejor padre y mejor ser humano. La vida me impuso una catástrofe, pero encontré la riqueza de mi alma. Se lo debo al Parkinson; no hay duda de eso."
El relanzamiento de la película en los cines del mundo marca el 25° aniversario. También se acaban de editar en blu-ray las tres películas de la serie (en la Argentina, AVH lanzó hace quince días una edición especial en DVD, con más de dos horas de material extra, y la opción de adquirir la trilogía completa).
Fox, que cumplirá cincuenta años en junio del año que viene, se ve mucho más joven que eso, gracias a su físico cuidado y a su famosa estatura. "Ojala tuviera una moneda por cada vez que me han llamado diminuto; no lo soy, sólo muy bajo", se ríe.
Tiene unas cuantas arrugas más en el rostro, pero el encanto y el humor que fueron su marca en películas como El secreto de mi éxito y Muchacho lobo siguen muy a la vista. También se ve bien gracias a su medicación, que parece tener controlada la enfermedad. Hoy sufre ligeros temblores, y ocasionalmente se toma la pierna para afirmarse. Rara vez da entrevistas, ya que el Parkinson le dificulta el habla, pero su gratitud por la película que lo hizo estrella lo alentó a recordar aquello que se convirtió en la piedra angular de su vida.
"Por empezar, me hizo realmente famoso", sonríe. "No puedo pensar una sola cosa negativa. Me cambió la vida, y abrió tantas oportunidades para mí que estoy agradecido para siempre. A la gente le sigue gustando y se les enciende la mirada. Estuve en Asia, Africa, Europa y la semana pasada en Tailandia, y la gente sigue hablando de la película."
Pero todo podría haber sido muy diferente. Originalmente, el rol de Marty estaba a cargo de Eric Stoltz, a quien echaron cuando el director del film, Robert Zemeckis, y el productor, Steven Spielberg, consideraron que no era lo suficientemente gracioso.

De lobizón a aventurero
A Fox, con pelo igualmente flotante y aspecto juvenil y buen mozo, le pidieron que lo reemplazara. "Yo estaba filmando Muchacho lobo. Tenía pelo en toda la cara y bebía mi almuerzo con una pajita, mientras mi amigo Crispin Glover filmaba Volver al futuro. ¿Por qué él hace una película tan linda y yo hago una de lobizones?, me preguntaba. Y entonces me llamaron para hacer de Marty. Estaba en el estudio, dos días más tarde, con llamas entre mis pies y escuchando a Christopher Lloyd corriendo y gritando."
Lloyd, un actor de Broadway que antes de aceptar el papel tiró el guión a la basura, hizo de Doc Brown, el científico alocado, mentor de Marty, que construye una máquina para viajar en el tiempo en un auto DeLorean.
La historia cuenta que cuando el adolescente intrépido sube a la máquina y viaja hasta 1955, se encuentra con sus padres, George y Lorraine, muy jóvenes (representados por los actores Crispin Glover y Lea Thompson), y, cosa retorcida, Lorraine, en vez de enamorarse de su futuro marido, termina enamorada de su propio hijo. Como se pregunta Marty desde la pantalla: "¿Estás diciéndome que mi madre quiere salir conmigo?". Finalmente, logra que las cosas se encarrilen entre sus padres y que ellos vuelvan a flirtear.
"Sabía que estábamos haciendo un buen film, pero no era objetivo. Estaba en Inglaterra trabajando para la televisión cuando se estrenó Volver al futuro en los Estados Unidos, y me llamaban diciendo: «No te imaginás el impacto que es esto»."
La película fue la más taquillera de 1985 y transformó definitivamente la vida de Fox. Una de las claves su éxito es que funciona a dos niveles. El viaje en el tiempo, el pelo alocado de Doc y los aparatejos la hacen una fiesta acelerada para chicos. Pero cuando se la vuelve a ver de adulto a uno le llaman la atención temas más profundos, como la excitación que sentimos porque el protagonista cambia su propio destino, dándonos cuenta de que el futuro no tiene por qué estar trabado por los errores pasados de nuestros padres.
La pregunta podría ser cómo se siente Fox viéndose joven en la pantalla. "Cualquier noche de zapping la puedo encontrar en algún canal. Antes apagaba el televisor. Ahora miro diez o quince minutos, no con nostalgia, sino simplemente para recordar cómo era. Y no es algo que me haya dejado un sabor amargo ni extraño. Entonces fue bueno como parte del camino para llegar a este presente que es fantástico. Estoy feliz de estar en el futuro, por así decirlo."
Fox notó los primeros síntomas de su enfermedad en 1990, mientras filmaba Doc Hollywood. La rigidez en uno de los dedos de su mano izquierda fue considerada por un neurólogo como resultado de un golpe en la columna. Algo sin importancia. Seis meses más tarde, cuando el problema había trepado por su brazo hasta su hombro y comenzó a tener temblores, el diagnóstico fue muy duro: tenía la enfermedad de Parkinson.
Siguió trabajando en películas como Presidente americano, junto a Michael Douglas, y en la brillante comedia de ciencia ficción de Tim Burton ¡Marte ataca!, controlando los síntomas con medicación, mientras trataba de mantener en secreto su enfermedad.
Para cuando filmaba la comedia televisiva Spin City, en 1998, en los Estados Unidos, en el estudio tenían que esperar a que se calmaran sus síntomas. "Me acostaba en el camarín sobre la alfombra -escribió en sus memorias en 2002-, agitándome y girando, tratando de hacer que mis neurorreceptores aceptaran la medicación que había tomado." Eventualmente, con su vida familiar conmocionada, decidió ordenar sus cosas. Entonces, el mismo año habló en público de su enfermedad.
Le reconoce a su esposa, la actriz Tracy Pollan, el haberlo ayudado en estos tiempos difíciles. Se casaron en 1988 y tuvieron su hijo Sam Michael, ahora de 21 años, antes del diagnóstico. Pero luego de confiar sus temores a su mujer y atender a sus problemas en Alcohólicos Anónimos y con terapia, Fox dice: "Volví a la vida: fue muy rápido". La pareja tuvo tres hijos más: las mellizas Aquinah Kathleen y Schuyler Frances, de 15, y Esme Annabelle, de nueve.
Sus hijos han visto Volver al futuro, por supuesto. El dice: "Están viendo a su papá, así que probablemente les dé vergüenza". Pero no tanto como les daría si volvieran al pasado y vieran a mamá y papá cuando se conocieron...
Por Lina Das / Daily Mail / The Interview People

EL SECRETO DE SU EXITO
Michael Andrew Fox nació el 9 de junio de 1961 en Edmonton, Alberta, Canadá. Junto con su padre, Bill Fox, que era militar; su madre, Phillys, actriz; su hermano Steven y sus tres hermanas, se trasladó a Vancouver. Desde muy chico, Michael demostró interés por la actuación. El primer gran paso lo dio en 1976, con Leo and me, una popular serie de su país. A los 18 años, y ya como Michael J. Fox -la "J" es en honor al comediante Michael J. Pollard- se trasladó a los Estados Unidos.
Luego de participar en telefilms y en varios episodios sueltos de diferentes series, a Fox le llegó la gran oportunidad de su carrera: Lazos familiares. Tras el rechazo de Matthew Broderick, Michael se quedó con el personaje de Alex P. Keaton. En el set conoció a la que hoy sigue siendo su mujer, la actriz Tracy Pollan.
Pronto su nombre se hizo grande en títulos como Volver al futuro (1985), Muchacho lobo (1985), El secreto de mi éxito (1987) y el drama bélico de Brian de Palma Pecados de guerra (1989), en el que compartió cartel con Sean Penn y le permitió explorar el terreno dramático. En los años 90, regresó a la televisión con Spin City (1996), que cuatro años después abandonó por su enfermedad. Desde su retiro, Fox realiza participaciones en diferentes series.


ENTRE LA ACTUACION Y LA LUCHA
Si a uno le dijeran que, "sin repetir y sin soplar", tiene que nombrar diez personajes inolvidables de la televisión y del cine de la década del 80, no hay duda de que en los primeros puestos estaría Michael J. Fox con Alex P. Keaton, el ultraconservador de Lazos familiares, y Marty McFly, con la trilogía de Volver al futuro. Su eterna cara de adolescente y su baja estatura (1,64 metros) fueron un sello indiscutido de la década. No por nada, en 1985 Pepsi lo tuvo como protagonista en una de las campañas más recordadas de su historia.
Es cierto que nunca demostró ser un gran actor y que aún hoy resulta imposible no detectar al hilarante Alex P. Keaton en cada una de sus participaciones. Sin embargo, su carisma lo convirtió en uno de los hombres más queridos del ambiente. Fue Spin City su último protagónico. En el episodio final de esa serie, el actor se permitió salir del personaje para hablar directamente al espectador. "Dejo la serie por un nuevo trabajo: buscar una cura para el mal de Parkinson", se sinceró. Su anuncio se escuchó en el mundo entero. Desde entonces, hizo participaciones ocasionales porque, según dice, no puede pasar tanto tiempo "sin pisar un set". Por eso, se lo pudo ver en Scrubs (2004), Justicia ciega (2006), Rescue Me (2009) y The Good Wife (2010). Su última participación se emitirá en nuestro país el miércoles 15 de este mes, a las 22, por Universal Channel. Aquí, Fox interpreta a un abogado que sufre una de las variantes del mal de Parkinson. En el papel, el actor explora el descarado uso que hace de su enfermedad para evocar la simpatía del jurado, algo similar a lo que el propio Michael hizo en 2006, en un anuncio en apoyo del Partido Demócrata. Su aparición fue repudiada por muchos: Fox se mostraba con convulsiones violentas y constantes, síntomas de la enfermedad sin tratar. La lucha es su bandera, la actuación sólo un medio.
Fabiana Scherer

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