Como cada marzo, en los siete días que van hasta el próximo domingo miles de escuelas, universidades, centros de salud y organizaciones solidarias pertenecientes a alrededor de 60 países celebran la "semana del cerebro" (Brain Awareness Week).
La Nación
Miércoles 16 de Marzo de 2005
Son las actividades impulsadas por la Dana Alliance for the Brain, una asociación que en 1997 fundaron 70 científicos europeos para difundir las investigaciones en marcha en torno de desórdenes como los males de Alzheimer y de Parkinson, el ataque cerebral, la esquizofrenia, la depresión...
El cerebro es una máquina increíble y un misterio insondable que no deja de sorprender a los científicos -como la hidra mitológica, a la que cuando perdía una cabeza le crecían siete-. De esa masa de menos de un kilo y medio de tejido -en la que durante la gestación se crean hasta 250.000 neuronas por minuto-, y especialmente de su cubierta de dos milímetros de grosor, el córtex, surgieron el fuego, las lenguas, las herramientas, la Quinta Sinfonía y "La Mona Lisa".
El cerebro humano calculó la circunferencia de la Tierra utilizando una varilla y un pozo de agua, envía naves al espacio y es capaz de obtener imágenes de sí mismo atravesándose el cráneo con radiaciones... Y sin embargo, no evita que más de un quinto de la humanidad padezca actualmente una pobreza extrema y más de la mitad de los seres humanos sean pobres. Según las últimas mediciones, en la Argentina esa categoría abarca a 15 millones de personas.
Según el economista norteamericano Jeffrey Sachs -que la semana pasada presentó su último libro, "El Fin de la Pobreza", prologado por Bono, el cantante y guitarrista del grupo irlandés U2- esta lacra indecible podría revertirse en el término de una generación si se lograra impulsar la agricultura, asegurar la alimentación para los chicos en edad escolar, mejorar la calidad y el acceso a la educación, y proveer electricidad, agua potable y cloacas.
"En el pasado cuarto de siglo -escribe Sachs, las economías para el desarrollo impuestas por los países ricos a los pobres han sido como la medicina del siglo XVIII, cuando los médicos utilizaban sanguijuelas para sacarles sangre a sus pacientes, muchas veces liquidándolos en el proceso. La economía para el desarrollo necesita una profunda revisión para ser más parecida a la medicina moderna, una profesión rigurosa, profunda y pragmática." Llama a esta nueva visión de la estrategia para el desarrollo "economía clínica".
¿Es posible que el cerebro sea incapaz de eliminar semejante agravio a aquellos que carecen hasta de lo más mínimo? Sin duda, ninguna respuesta a esta pregunta puede pasar por alto que, como afirma Sachs, "los costos de la acción son una diminuta fracción de los de la inacción" y que "todo recae en nosotros mismos. Son los individuos, trabajando al unísono, los que dan forma a las sociedades".
Al parecer, no basta el cerebro. También hay que tener corazón...
Por Nora Bär
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