Ciertos sectores de la población son mucho más vulnerables a la anemia ferropénica, la más común. Tomada a tiempo, se cura en 3 a 6 meses. Pero en ocasiones, el aporte de hierro debe ser permanente.
Clarín
Martes | 12.04.2005
En las mujeres en edad fértil, la causa más frecuente es la hipermenorrea, las pérdidas abundantes o durante muchos días en la menstruación. Aun cuando su alimentación sea balanceada, lo que comen no les alcanza para compensar el hierro que pierden en el sangrado.
La anemia es habitual en las embarazadas, porque los requerimientos de sangre en su organismo aumentan en forma considerable, y porque el bebé consume enormes cantidades de hierro para crecer y desarrollarse. Existen otros factores que aumentan el riesgo: vómitos frecuentes; embarazos anteriores y muy seguidos; menstruaciones muy abundantes. Ni la mejor dieta alcanza a equilibrar la demanda, por lo que los especialistas de la Fundación Argentina Contra la Anemia recomiendan un aporte extra.
Una anemia severa puede tener consecuencias graves: pérdida del embarazo o nacimiento prematuro; bajo peso al nacer, lo que influirá en el desarrollo del niño; aumento de los riesgos de mortalidad tanto para la madre como para su hijo. Además, el hijo de una madre anémica tiene mayor riesgo de desarrollar este trastorno durante sus primeros doce meses de vida.
El bebé nacerá con las reservas de hierro que le haya aportado la madre durante la gestación y, por varios meses, sólo recibirá el hierro que ella le proporcione a través de la lactancia. Los dos primeros años de vida son cruciales, en especial el primero cuando, debido a su rápido crecimiento, el niño hace un gran consumo de hierro. En esta etapa, la anemia —aun cuando es leve— perjudica su desarrollo mental y psicomotor, y provoca daños irreversibles. Las reservas o depósitos de hierro durante los dos primeros años son vitales también en función de la adolescencia, cuando los requerimientos aumentan debido al crecimiento, y la alimentación no aporta la cantidad necesaria para compensar la pérdida.
Otro grupo vulnerable a la anemia ferropénica es el de las personas mayores, en especial las que viven solas. A menudo se debe a otras enfermedades, como el cáncer, la artritis y deficiencias renales. Pero también a que hacen una dieta inadecuada, pobre en carnes rojas y con una sola comida importante por día.
Por otra parte, en los adultos, la automedicación puede aumentar el riesgo de anemia, en especial por consumo de analgésicos —como también corticoides—, pues producen irritación gástrica. "La cantidad de hierro que se pierde habitualmente en la materia fecal puede triplicarse con una aspirina por día", alerta el doctor Carlos Marín.