Rompen barreras tecnológicas
Se ve en los locutorios y en los institutos donde enseñan computación
* Comunicarse con sus familiares fuera del país es uno de los motivos
* Otros lo hacen por trabajo
* Dicen que cuesta al principio, pero después lo logran
La Nación
Domingo 24 de abril de 2005
"Es un vicio. Una vez que aprendés, no podés largar." Estela Blanco cumplió 71 años y está entusiasmada con su nuevo pasatiempo: chatea todos los días. Durante la tarde, escribe correos electrónicos, lee diarios de otros países y envía chistes por Internet a sus familiares.
Los adultos mayores también han entrado en el mundo cibernético. Consideran que Internet es una herramienta valiosa, a la que empiezan a descubrir como algo más que una simple diversión.
"Tuve que sufrir varios meses para aprender y todavía no se mucho", cuenta Blanco, que se convirtió en habitué de un locutorio desde que su única hija se mudó a Milán.
"Siempre que hablamos imaginamos un poquito como será volver a vernos", dice y habla de su hija, que fue la que le pidió que aprendiera los trucos de Internet para poder sentirla cerca.
El profesor de computación Gustavo Marchini cuenta que en los cursos que dicta siempre hay dos o tres personas mayores.
"Es una necesidad. Hace cuatro años que doy clases y se incrementó muchísimo el número de participantes mayores de 60 años", dice.
Dicta cursos para aprender a manejar Internet que duran dos meses. Pero, aclara, las personas mayores generalmente toman un curso básico que dura más tiempo para aprender a usar todo el sistema operativo.
En la mayoría de los cursos que ofrecen los centros de computación de la ciudad de Buenos Aires se mezclan personas de todas edades.
"Antes se hacían grupos de acuerdo con las edades. Hoy, por la demanda, se abren sin límite", dice Abraham Morales, dueño de una academia ubicada en Belgrano. Y agrega: "Tuvimos una buena respuesta; ahora la mayoría de los que vienen son personas mayores. Los chicos aprenden solos".
No todos alumnos tienen computadora en su casa, pero sí tienen un locutorio cerca. "Mi primer cliente fue una señora de 71 años. Venía a usar el correo electrónico y el chat para comunicarse con un hijo que vive en Alemania", cuenta Romina Pérez, dueña de un locutorio en Barrio Norte. Recuerda que entre sus clientes hay dos o tres personas mayores por día.
Por amor a sus nietas
"Aprendí a usar el correo electrónico y el chat para hablar con mis nietas, que están en España", relata Virginia Di Bella, de 64 años. Le resulta más barato que llamar por teléfono y no tiene que estar contando los minutos: "Hablo horas y sé de ellas todos los días".
Otras personas aprendieron a usar Internet por motivos laborales. Es el caso de Eladio Zapata, de 72 años, que trabaja en el negocio de odontología de su hijo. "Uso el correo para comunicarme con él, cuando viaja al extranjero a traer materiales", explica con suficiencia. Aunque después confesó: "Fue un dolor de cabeza, pero ya me sé las mañas".
Muchos de los adultos que tienen ganas de aprender, llegan a los locutorios sin saber casi nada. "Ayudamos a la gente que no sabe cómo enviar un archivo y ese tipo de cosas", dijo Juan José Zapiola, encargado de un locutorio en la avenida Pueyrredón.
En el Centro Cultural Rojas de la UBA se dictan cursos de Internet para mayores de 50 años.
Según Nidia Schuster, coordinadora del programa, el año pasado 242 personas mayores realizaron los cursos y recibieron muy orgullosos el certificado de participación.
"La idea es que se les quite el miedo y puedan comunicarse con sus seres queridos. Es una necesidad que tienen y tenemos que ayudarlos", explicó Schuster.
El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires imparte cursos para aprender a usar el correo electrónico y para trabajar con la Web. Unos 950 adultos participaron de estos cursos durante el año pasado y para este debieron poner nuevos horarios.
Francina Delgado
La lejanía fue lo que los acercó
* Muchos de los que durante años sintieron una suerte de aversión o fobia hacia las nuevas tecnologías -y que argumentaban que ya estaban "viejos" para incorporar nuevos conocimientos- se han vuelto casi fanáticos de Internet. Se debe, en gran medida, a que no pocos empezaron casi por obligación. "No tenía otro remedio", dijo Aurelia, de 73 años. El de Aurelia es un caso como el de tantos otros y forma parte del éxodo de argentinos durante la crisis. La lejanía de sus hijos o nietos los acercó a la red de redes. Y ahora, como Aurelia, se definen como expertos en ese tipo de comunicación.
http://www.lanacion.com.ar/698806
Publicado por Licenciatura en Gerontología el día: Abril 24, 2005 03:06 PM