El envejecimiento de la población plantea serios desafíos para los sistemas de seguridad social y sanitario.
Clarín
EDITORIAL
Viernes | 27.05.2005
Según las evaluaciones del INDEC, la proporción de adultos mayores en el conjunto de la población crece tendencialmente llegando en la actualidad a un 10%. Esto implica, por una parte, que la Población Económicamente Activa se reduce en relación al conjunto, por lo cual un número cada vez menor de aportantes deberán sostener una creciente masa de jubilados. En Estados Unidos y Europa esta transformación demográfica es motivo de intensos debates porque plantea la necesidad de reducir el alcance del Estado de Bienestar.
En la Argentina el problema es más grave porque se parte de una situación de desequilibrio del sistema jubilatorio, que registra una elevada proporción de inscriptos que no aportan por lo reducido de sus ingresos y una franja igualmente alta de personas que no aportan por trabajar en negro. La recuperación del empleo está modificando parcialmente este cuadro, pero el cambio debería ser muy profundo y sostenido para contrarrestar las tendencias demográficas de largo plazo.
Otro aspecto es el impacto de esas tendencias sobre el sistema de salud ya que los mayores pagan menos impuestos y tienen menor capacidad para pagar sistemas privados y requieren de más atención médica. También en este caso la situación es crítica por las deficiencias del sistema de salud.
De aquí se plantea la necesidad de sostener el crecimiento para reducir la desocupación y el empleo no registrado, mantener la solvencia fiscal, estudiar la adaptación del sistema jubilatorio y mejorar la administración del sistema de salud para eficientizar la utilización de sus recursos.
El envejecimiento de la población plantea serios desafíos para los sistemas de seguridad social y sanitario, por lo que debe ser tenido en cuenta en las políticas públicas de largo plazo.