El Prozac y sus rivales han inspirado bestsellers, generado ganancias superiores a los US$10.000 millones de dólares al año y transformado el tratamiento clínico para la depresión.
Por Kevin Helliker
The Wall Street Journal
Mayo 12, 2005
Al mismo tiempo un tratamiento alterno y prometedor, con grandes posibilidades de aliviar la depresión, ha pasado casi inadvertido: se trata del ejercicio. Cada vez hay más estudios médicos, entre ellos al menos tres que datan de 2005, cuyos resultados muestran que las rutinas aeróbicas y el levantamiento de pesas son efectivos en la lucha contra la depresión.
Un estudio publicado por el Journal of Preventive Medicine el pasado mes de enero sugiere que media hora de ejercicio durante seis días a la semana resulta ideal. Dicha cantidad de ejercicio coincide con las recomendaciones del gobierno federal estadounidense para sus ciudadanos. Al comparar dos grupos de pacientes deprimidos, el estudio descubrió que el grupo que realizaba más ejercicio por semana se veía considerablemente más beneficiado en términos de salud.
El estudio concluía que el ejercicio "es comparable a otros tratamientos contra la depresión", la cual es considerada una de las principales causas de suicidio y constituye la segunda enfermedad con mayores efectos negativos en los pacientes y la sociedad, según informes de las autoridades estadounidenses.
No hay que perder de vista, en todo caso, que ningún estudio propone al ejercicio como solución única a la depresión. Gerald P. Koocher, presidente electo de la American Psychological Association recomienda que en casos de depresión se necesita primero realizar un diagnóstico antes de agregar el ejercicio como complemento a otros tratamientos.
En muchos aspectos, el ejercicio podría ser un tratamiento idóneo. Después de todo, tiene efectos secundarios muy positivos, mejora la salud cardiovascular y reduce el exceso de peso. Pero también tiene problemas obvios. Los expertos en salud mental no suelen ser entrenadores físicos y carecen de medios para supervisar al paciente mientras éste sigue un régimen de ejercicios. Además, ¿tiene sentido recetar 30 minutos de ejercicio diario a alguien que a duras penas puede levantarse de la cama?
Lo que confirman los estudios es que una vez que comienzan, muchos de los pacientes quedarán enganchados con el ejercicio. En los sondeos, la gente que hace ejercicio habitualmente menciona como su principal motivación los beneficios mentales y emocionales. "La razón más frecuente por la que la gente continúa haciendo ejercicio es el efecto sobre su estado de ánimo", dice Andrea Dunn, doctora de ciencias del comportamiento cuyas investigaciones se han centrado en el ejercicio.