Cuando me duelen las articulaciones por la mañana, siempre lo achaco a muchas cosas, desde una sesión muy agitada en el gimnasio hasta el mal tiempo o la edad. Hasta ahora, nunca se me ocurrió echarle la culpa a mi divorcio.
Por Sue Shellenbarger
The Wall Street Journal
Junio 16, 2005
La ruptura de mi matrimonio, hace cinco años, podría estar avivando los dolores, según nuevas investigaciones. Un estudio financiado por el Instituto Nacional de la Vejez de Estados Unidos muestra que permanecer divorciado durante largos períodos está vinculado a altas tasas de enfermedades crónicas y pérdida de la movilidad.
"Biografía conyugal" es el término acuñado para describir la experiencia matrimonial y el historial de divorcios y segundas nupcias de toda una vida por los coautores del estudio, Linda Waite, de la Universidad de Chicago, y Mary Elizabeth Hughes, de Duke University. Ellos se proponen demostrar que este historial tiene un efecto acumulativo sobre la salud. Desde luego, nuestra biografía conyugal tiene un impacto incluso mayor sobre nuestra salud a largo plazo que el simple hecho de haber sido casado o divorciado en un momento dado.
Cuanto más tiempo uno pase divorciado o viudo, mayor será la probabilidad de contraer enfermedades cardiacas y pulmonares; sufrir cáncer, presión alta, diabetes, apoplejía o tener dificultades de locomoción, según el estudio de 2005 hecho entre 8.652 personas de entre 51 a 61 años.
Aquellos que estaban casados en el momento del estudio y que nunca se habían divorciado ni habían enviudado tuvieron un 20% menos de enfermedades crónicas, que los que sí se habían divorciado, lo que sugiere que el estrés del divorcio y sus consecuencias tienen efectos sobre la salud que podrían demorar años en salir a la luz.
Si usted va a casarse otra vez, sugiere el estudio, asegúrese de que lo hace bien. La gente cuyas segundas nupcias fracasan, es decir, que no disfrutan la compañía de sus cónyuges, no están mejor que los que permanecen divorciados, determinaron los investigadores en el curso del estudio. Pero un segundo matrimonio feliz representa una gran protección para la salud.
Si yo volviera a casarme de manera satisfactoria, a los dos años de mi divorcio, el riesgo para mí de sufrir problemas crónicos de salud habría aumentado sólo un 2%.
Los investigadores no han logrado dilucidar mediante el estudio el impacto de la selección matrimonial, es decir, si la gente más saludable y robusta tiene más posibilidades de formar matrimonios duraderos y felices. Los investigadores exploraron los efectos de la selección conyugal y obtuvieron resultados contradictorios, según la doctora Waite.
Aunque resulta claro que hay que investigar más, agrega Waite, parece claro que el hecho de que la gente casada permanece más saludable se debe no sólo a la selección que hacen al casarse, sino al efecto protector y estabilizante del matrimonio.