Kato Manufacturing Co. enfrentó hace cuatro años un problema con el que pronto se toparía gran parte de la industria japonesa: la escasez de personal en edad laboral para trabajar en sus fábricas.
Por Sebastian Moffett
The Wall Street Journal
Junio 14, 2005
Décadas de declive en la tasa de natalidad provocaron que se redujera la fuente de trabajadores jóvenes en Japón. Además, los que se habían criado en este pueblito del centro de Japón se habían marchado a las ciudades en busca de trabajo. Por lo tanto, esta pequeña fábrica de partes metálicas acudió a una fuente de trabajadores que nunca antes había considerado: la gente mayor. Y vinieron corriendo.
Cuando Kato puso anuncios en el periódico local alentando a la "gente alerta de más de 60 años" a solicitar empleo, la compañía se vio inundada con 100 aspirantes, aun cuando los trabajos debían realizarse en los fines de semana.
"Hubo mucho más candidatos de lo que pensé", dice Keiji Kato, director general de la compañía. Es más, consiguió pagarles sólo la mitad del sueldo de un empleado regular.
Kato encara un problema que empieza a extenderse por el mundo, es decir, la mezcla de una población envejeciente y una fuerza laboral que disminuye. Es algo sin precedentes en los tiempos modernos y su efecto más predecible sería el de socavar el crecimiento económico.
Si la fuerza laboral de un país declina y esto no se compensa con un aumento de la productividad, la economía del país se resiente. Aunque Japón sea el primero en verse en este atolladero, otros países también tendrán que lidiar pronto con uno similar. En Japón, la proporción de personas mayores de 65 años llegará al 20% en 2006, del 10% hace sólo 20 años. Italia se verá en la misma situación en 2006 y Alemania en 2009. Estados Unidos está en ventaja, ya que no alcanzará estos niveles hasta 2036, gracias a una mayor tasa de natalidad y a la inmigración.
A diferencia de EE.UU., Japón se resiste a permitir la inmigración a gran escala para reforzar los cuadros laborales y está poniendo en práctica una estrategia diferente: alentar a los mayores a que prolonguen su vida activa antes de recibir los beneficios de la jubilación. Esta podría parecer una medida contraria a las tendencias imperantes en el mundo. Los europeos del este, por ejemplo, se han estado jubilando más temprano durante los pasados 25 años. Pero si Japón logra usar a los trabajadores maduros para resolver la escasez laboral, esto podría servir de ejemplo a otras naciones.
Hay algunas señales alentadoras. Muchos japoneses están entusiasmados con la idea de permanecer laboralmente activos, aunque la edad oficial de retiro sigue siendo 60 años. La Organización Internacional del Trabajo dice que el 71% de los hombres japoneses de 60 a 64 años trabaja, la mayoría en empleos posteriores a la jubilación.
Esta proporción es alta en comparación con el 57% de los estadounidenses y el 17% de los franceses en el mismo grupo de edad. Al preguntarles la edad ideal para jubilarse, el 72% de los japoneses respondió que "alrededor de los 65" o "cerca de los 70", según un informe gubernamental de 2001. Los estadounidenses, alemanes y suecos contestan, en general, que "alrededor de 60" o "cerca de los 65".
"Quiero trabajar mientras la salud me lo permita", dice Sachiko Ichioka, viuda de 67 años que prepara el embarque de partes de equipos de ventilación en Kato Manufacturing. "El dinero extra me permite ir de viaje y no ser una carga para mis hijos".
El declive de la fuerza laboral japonesa resulta de dos tendencia ligadas al desarrollo económico. Una mejor dieta, unida a la mejor atención médica han contribuído a elevar la expectativa de vida a 82 años. Además, las japonesas están teniendo menos hijos (un promedio de 1,28 hijos por mujer), comparado con 2,04 en EE.UU. Estas tendencias existen en otras partes del mundo también. Italia y España, por ejemplo, tienen las mismas tasas de fertilidad que Japón. Las poblaciones más jovenes de países emergentes como Brasil e India son una ventaja demográfica para sus economías, pero se trata de sólo una ventaja temporal, ya que las mismas tendencias en la expectativa de vida y la tasa de fertilidad están apareciendo en estos países, estimuladas por la prosperidad económica.