Los implantes contra la depresión son la última revolución electrónica en la carrera para corregir disfunciones corporales
ELPAIS.es Sociedad
Lunes, 25 de julio de 2005
Un chico de 19 años que corre, nada y juega al golf con dos piernas computerizadas. Dentro de ellas, miles de datos se combinan para dotarle de movimientos naturales y precisos. Electrodos en el cerebro que controlan los temblores en 30.000 enfermos de Parkinson. Decenas de miles de marcapasos que marcan el latido del corazón y el ritmo al que se contraen los pulmones. Bombas que dosifican los calmantes y la insulina. Cada vez más cerca del sueño del cyborg. El hombre biónico, que ha reemplazado neuronas por chips y nervios por cables, depende de una pila cuyo tamaño no llega al de una tarjeta de visita para hacer vida normal. La semana pasada, la Agencia del Medicamento estadounidense dio un paso más, al autorizar un sistema de electroestimulación cerebral para combatir la depresión. Además de controlar medicamentos con dispositivos electrónicos, se pueden manejar las emociones. En el futuro inmediato, se dibuja el tratamiento de las migrañas, las adicciones o la obesidad.
E. DE B. / A. A. - Madrid
EL PAÍS - Sociedad - 25-07-2005
Cameron Clapp, estadounidense de 19 años, corre con sus piernas computerizadas.
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Un microprocesador permite a un joven correr y saltar con sus piernas artificiales
Una corriente en la médula puede impedir que las señales de dolor lleguen al cerebro
Las bombas de insulina son más precisas y evitan los pinchazos diarios de los diabéticos
Si el cuerpo humano es una máquina, el sistema nervioso es su instalación eléctrica. Desde hace más de 20 años los médicos estudian como restaurar las conexiones o interferir su flujo. Los implantes eléctricos y computerizados nos acercan al hombre biónico. Ponerse las pilas es algo más que una expresión. Y ya puede verse. Como ocurrió en una fiesta en Florida, hace poco. Nick Springer, un estudiante de 20 años, se quedó paralizado. Había olvidado cargar las baterías de su prótesis, que duran unas 30 horas. Un enchufe, y Nick pudo seguir la celebración.
- Brazos. Hay prótesis mioeléctricas, que mediante sensores aplicados a la piel del brazo gobiernan la mano artificial. Pero además, un estadounidense de 58 años sin brazos ya maneja una prótesis con un ordenador conectado con una mano mecánica y una especie de émbolo o pistón en el pecho. Allí tiene alojados los nervios correspondientes a los brazos que perdió. La mano manda señales hacia el pistón, que empuja la piel del pecho. Ello estimula los nervios para transmitir sensaciones al cerebro, como si los nervios estuvieran todavía conectados a su mano auténtica. También una peluquera británica ha recibido cinco implantes de microestimuladores para que pueda mover su brazo izquierdo, paralizado por un derrame cerebral.
- Pierna. Cameron Clapp, un estadounidense de 19 años, corre, juega al golf y nada. Pero no tiene más piernas que dos prótesis llamadas C-Leg (pierna computerizada). También los españoles tienen acceso a este artilugio de fibra de carbono, aluminio, titanio y plástico. Ya lo llevan 90. Incorpora una rodilla hidráulica controlada por un chip de la misma manera que el cerebro controla los músculos. Sus sensores electrónicos ofrecen al chip 50 mediciones por segundo. Así, la prótesis puede adaptarse al terreno y corregir los movimientos hasta 50 veces por segundo. Usa un programa que maneja algoritmos que se basan en miles de maneras de caminar. El chip ayuda a la pierna a ajustarse a diferentes condiciones, como bajar escaleras o girar súbitamente. Funciona con pilas parecidas a las de los ordenadores portátiles. "Es el sueño de casi todos los amputados", dicen en su página web la Asociación de Amputados en España, "pues pocos pueden pagar su precio, en la actualidad, 24.000 euros". En Estados Unidos se usa desde 1999.
- Parkinson. "La terapia con electrodos en el cerebro comenzó hace más de 10 años sobre las bases que puso José María Rodríguez, Delgado en la universidad de Yale en los setenta", relata José Ángel Obeso, de la Clínica Universitaria de Navarra. Al principio se centró en combatir los temblores, pero luego cambió el lugar del cerebro donde se ponen los electrodos para tratar otros síntomas. En una primer operación, con el paciente consciente, se implantan los electrodos. En una segunda parte se llevan las conexiones hasta la batería, que suele estar en el abdomen. En este dispositivo está el controlador de las descargas, que se puede programar con otro aparato que se coloca encima de la piel. Hay más de 30.000 personas con estos implantes. El número de enfermos de Parkinson en España ronda los 100.000. No todos necesitan esta terapia.
- Depresión y epilepsia. Para llegar al cerebro se utiliza el nervio vago, que hace de cable. Con ello se consigue reducir el número de episodios de epilepsia y, según acaba de aprobar la Agencia Estadounidense del Medicamento (FDA, en sus siglas en inglés), algunos casos de depresión que no responden a medicamentos. La depresión afecta al 6% de la población, y unas 400.000 personas en España sufren epilepsia.
- Ojo. Un chip de dos milímetros se inserta en el fondo de la retina y recibe información de una videocámara instalada en unas gafas. Lo llevan seis pacientes estadounidenses con retinitis pigmentaria (degeneración de la retina) que forman parte de un estudio. También los enfermos de degeneración macular son candidatos a este tratamiento. Al menos 30 millones de personas padecen estos dos tipos de enfermedades, que producen ceguera o reducción de la visión.
- Dolor. A lo largo de la médula espinal se puede actuar para evitar el dolor. "Parece que las descargas ocupan la médula, e impiden que la señal nerviosa de dolor llegue al cerebro", aclara una portavoz de Medtronic, la empresa líder del sector. Más del 11% de la población sufre algún tipo de dolor crónico, aunque no todos los tipos son susceptibles de ser tratados así.
- Corazón. Los marcapasos y otros dispositivos que regulan el ritmo cardiaco sustituyen el impulso eléctrico. Los hay que actúan constantemente y otros que sólo se ponen en marcha cuando detectan que el corazón falla. Según la gravedad de la lesión pueden actuar sobre un ventrículo o hasta sobre las cuatro cavidades del corazón. En España se producen cada año 80.000 ingresos hospitalarios por insuficiencia cardiaca. La prótesis estrella por excelencia es el corazón artificial implantable y autónomo. La FDA sólo ha aprobado el Cardiowest, que consta de dos depósitos desde los que se impulsa la sangre.
- Oído. El implante coclear es ya un clásico. Consta de un micrófono que recoge el sonido y un pequeño procesador que lo transforma en energía eléctrica. Los impulsos se transmiten a la cóclea, una parte del oído interno, que a su vez los lleva a los nervios auditivos, explica Ignacio Cobeta, secretario general de la Sociedad Española de Otorrinolaringología.
- Respiración. En los pacientes con una lesión medular alta, puede fallar el sistema que mueve los pulmones. Se puede estimular artificialmente el diafragma, un músculo que está debajo de los pulmones y que los aprieta y extiende, como un fuelle, para respirar. La batería se coloca bajo la piel del vientre y unos cables que llevan la corriente hasta el músculo. Es una especie de pulmón artificial portátil.
- Esfínteres. Una batería y unos cables sirven para activar el nervio sacro, que de esta manera se activa y mantiene los esfínteres cerrados en enfermos con problemas de incontinencia. Cuando se quiere evacuar basta con suspender la corriente, y dejar que el músculo se relaje. Otro sistema similar son los marcapasos vesiculares.
- Bombas de insulina y calmantes. Los sistemas automáticos de inyección de medicamentos son otra de las puertas que la tecnología ha abierto. El más conocido es la bomba de insulina, una pequeña cajita que se lleva fuera del cuerpo unida a un catéter que va liberando la insulina en el abdomen. El aparato tiene un pequeño depósito, y puede programarse y desconectarse. El mismo principio es el que utilizan las bombas de morfina, opiáceos o baclofén. Estos dispositivos se utilizan en personas que sufren dolores agudos y crónicos. Con ello se evita la ingestión y los pinchazos, y se permite una dosificación mucho mejor de productos, como el baclofén que se utiliza para combatir la rigidez de los niños con parálisis cerebral.
Publicado por Licenciatura en Gerontología el día: Julio 25, 2005 07:50 AM