En la Comuna dicen que la tragedia del domingo, donde murieron tres ancianas, fue un accidente. Pero reconocen que es un área que estaba descuidada y en la que deben aumentar las inspecciones.
Daniel Gutman.
dgutman@clarin.com
Lunes | 25.07.2005
El control estatal sobre la seguridad en los establecimientos geriátricos tiene muchas deficiencias y, aunque el Gobierno de la Ciudad diseñó un área especial de inspectores para ocuparse del tema tras la tragedia de Cromañón, todavía falta mucho para que el escenario esté cerca del ideal.
Así se desprende de las declaraciones a Clarín del encargado del área de Seguridad comunal, el secretario Diego Gorgal, y del presidente de la Auditoría de la Ciudad, Matías Barroetaveña.
El sábado a la noche, tres ancianas murieron y 15 personas resultaron heridas en un incendio que se produjo en un geriátrico de Palermo Viejo. Se trata de un establecimiento que, según se ocuparon de resaltar ayer desde el Gobierno, estaba habilitado y tenía todos sus papeles en regla.
Aparentemente, porque aún no se conoció el resultado de las pericias, el fuego comenzó por la explosión de un radiador de aceite en una de las habitaciones. En la Comuna aseguran que se trató de una fatalidad que no tuvo vinculación con eventuales deficiencias de seguridad en el lugar.
Gorgal contó que cuando llegó al área de Seguridad (después de Cromañón, como segundo de Juan José Alvarez, a quien sucedió en abril) detectó que había geriátricos que llevaban "3, 4 y hasta 5 años sin ser controlados".
Desde la Auditoría, que es un organismo de control que depende de la Legislatura, Barroetaveña agregó que "llevará años dar vuelta la situación, porque al año pasado ni siquiera existía una base de datos confiable sobre los geriátricos que funcionan en la Ciudad, sin la cual es imposible controlar seriamente".
Un duro informe de la Auditoría, justamente, fue uno de los disparadores de la creación del área especial para inspecciones de geriátricos, mediante una resolución del último 21 de marzo.
Gorgal le fijó a ese área un plazo de un año (es decir, hasta marzo de 2006) para que controlen al menos una vez cada geriátrico. Es decir, recién para esa fecha el Estado habrá revisado todos los establecimientos.
Según la información oficial difundida ayer, hasta el viernes se habían realizado 729 visitas a geriátricos (los más críticos fueron controlados más de una vez), cuyo resultado fueron 1.565 actas de infracción y 45 clausuras por encontrarse comprometidas las condiciones mínimas de seguridad y funcionamiento.
El Gobierno porteño informó que hay 1.037 geriátricos habilitados en Capital, aunque reconoció que la cifra incluye una cantidad de geriátricos que ya no funcionan pero aún no se dieron de baja. Por otro lado, se sabe que existe un número de establecimientos ilegales sin precisar.
En noviembre pasado, la Auditoría señaló que la Ciudad no posee un registro actualizado de los geriátricos habilitados que funcionan ni de las plazas autorizadas en cada uno de ellos. Tampoco, de las denuncias que presentan particulares contra determinados establecimientos.
En una nota publicada a comienzos de este mes en Clarín, Gorgal había señalado que, junto a los hoteles familiares, los geriátricos eran el área que más le preocupaba, porque en las inspecciones estaban encontrando que las fallas en las condiciones de seguridad "no eran la excepción sino la regla".
Entre otras cosas, los geriátricos se presentan como lugares muy sensibles en cuestiones de seguridad por las dificultades que tienen los ancianos para escapar en caso de accidente.
Algunos de los requisitos que se piden para su habilitación en el capítulo 9.1 del código correspondiente son: escaleras recubiertas por material antideslizante; paredes de pasillos y escaleras con pasamanos en ambos lados; duchas, inodoros, bidet, bañeras y lavabos con agarraderas adosadas a la pared.
El geriátrico Costa Rica era un lugar chico, con 263 metros cuadrados y capacidad para 17 residentes. El sábado a la noche, en el momento del incendio, había 16 residentes y dos empleados.
Aunque en un primer momento el Gobierno había informado que la última inspección al lugar había sido el 7 de junio de 2004, ayer se corrigió el dato. Se informó que la Dirección General de Fiscalización y Control fue al geriátrico el 10 de agosto pasado y que el último 28 de febrero hubo una visita del área de Higiene y Seguridad Alimentaria.
Según explicaron en la Comuna, cuando en marzo de este año se diagramó el trabajo del área especial de geriátricos, se colocaron como prioridad los que llevaban más tiempo sin recibir inspectores, los que habían recibido alguna denuncia o los más grandes. Como el geriátrico Costa Rica no aparecía con ninguno de los factores de riesgo, se lo dejó para la etapa final.
Otras tragedias con abuelos
* 23 de febrero de 2005. Tres ancianos murieron y 29 fueron internados con distintos cuadros de intoxicación aquel día, como consecuencia de un incendio que destruyó dos habitaciones de la Residencia Geriátrica San Agustín de Quilmes.
* 25 de julio de 2004. Dos ancianas murieron y otra quedó gravemente herida, al incendiarse una habitación de un geriátrico ubicado en Saavedra 1239, en Balvanera.
* 24 de enero de 2001. En el geriátrico "Los girasoles", ubicado en Superí 2261, Belgrano R, cuatro ancianas murieron ahogadas cuando se inundó un subsuelo. Fue durante una de las peores lluvias que se recuerde en Capital.
Tiempos
Eduardo Paladini
epaladini@clarin.com
La muerte de las tres ancianas en el geriátrico de Palermo, insisten en el Gobierno porteño, fue una "fatalidad". Está claro que, por más eficientes que sean los controles, el Estado no puede evitar todos los accidentes que ocurren en una ciudad tan grande y compleja como Buenos Aires. Aquí, además, juegan un papel importante la responsabilidad de los propios ciudadanos (incluidos los dueños de los establecimientos) y un índice de imprevisibilidad imposible de manejar. Pero esta tragedia desnudó también cuán desprotegidos estábamos antes de Cromañón. Tanto, que corregir lo que no se hizo o se hizo mal durante años llevará un tiempo largo y a un costo aún difícil de calcular.