Según los estándares internacionalmente reconocidos, si las personas de 60 años de edad o más constituyen el 10 por ciento de la población de un país o de una región, dicha comunidad se considera una sociedad envejecida.
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En 2000, uno de cada 10 chinos tenía 60 años de edad o más. Los mayores de 65 años conformaban más del 7 por ciento de la población nacional, es un fenómeno que se espera que continúe por espacio de varias décadas.
Esto muestra que China ya es una sociedad envejecida.
La creciente proporción de ancianos en la población china tiene implicaciones económicas profundas para la sociedad y requiere de la toma de políticas y medidas correspondientes.
Aunque los impactos económicos todavía no son palpables, tenemos que actuar rápidamente para evaluar la situación y adoptar contramedidas apropiadas.
Primero, tal desarrollo demográfico afectará el patrón de las fuentes de empleo. Debido al incremento de la proporción de ciudadanos de la tercera edad en la población, habrá cada vez más trabajadores de edad avanzada.
En 1999, entre la mano de obra activa, los trabajadores de 45 o más años constituían el 24 por ciento, para un 19 por ciento más que en 1990. Se considera que la cifra se elevará en alrededor de un 37 por ciento antes de 2040.
El desafío supremo para una comunidad envejecida es cómo utilizar y cuidar de este sector vulnerable. Tal situación afectará el actual modelo de bienestar para los ancianos.
En China, se mantiene la tradición de que la familia se ocupe de sus ancianos en casa. Pero esta tradición encarará desafíos más fuertes en el futuro cercano a menos que se tomen a tiempos nuevas medidas complementarias.
La disminución sostenida del índice de natalidad desde mediados de los años setenta ha dado lugar a un número enorme de las familias de un solo hijo. Para el año 2010 aproximadamente, los padres de hijos únicos se habrán tornado frágiles o seniles, y los hijos deberán velar por ellos.
Considerando que los ciudadanos en la tercera edad viven más ahora, los muy ancianos dependerán de sus hijas e hijos, quienes, a su vez, ya tendrán edades avanzadas.
Tales cambios supondrán una presión considerable para el cuidado en el núcleo familiar.
Por otra parte, el número de los jubilados se está ampliando rápidamente y el gasto en pensiones está creciendo más rápidamente.
En 1978, había una persona jubilada por cada 30.3 empleados. En 1999, la relación se había elevado a una persona jubilada por solamente 3.7 empleados. Si las edades de retiro actuales se mantienen inalterables en 55 años para las mujeres y 60 para los hombres, el radio puede elevarse más, a una persona jubilada por cada 2.4 empleados antes de 2030.
Para entonces, el fondo de seguridad social para los ancianos no podrá cubrir todas las necesidades de los mismos.
Una población que envejece también tiene implicaciones potenciales para los modelos de consumo y de ahorro.
De acuerdo con la teoría del ciclo vital, cuando el proceso de envejecimiento alcanza cierto grado, la propensión a ahorrar dinero disminuye y la gente estará más inclinada a consumir. Al ser las familias una de las fuentes principales de acumulación de capital, esta tendencia erosionará de algún modo la fuente de fondos para la manufactura.
En la China actual, sin embargo, la gente todavía tiende a ahorrar para la vejez. El impulso de los ancianos hacia el consumo se verá refrenado en cierto grado.
Para compensar tales efectos negativos, es imprescindible abordar la cuestión desde diversas perspectivas.
Primero, el conjunto de la sociedad debe fomentar un ambiente social de respecto y cuidado hacia los viejos.
Los ancianos siguen siendo activos preciosos de la sociedad, así como una fuerza impulsora para el desarrollo social.
A largo plazo, cualquier política en favor de ellos beneficiará eventualmente a la generación más joven y a la de edad mediana.
Además, debe perfeccionarse el sistema legislativo que protege los intereses y los derechos de los jubilados. El mismo debe cubrir temas tales como el pago y la distribución de los fondos de jubilación, la gerencia y supervisión del fondo, las responsabilidades de las empresas de empleados jubilados, las políticas individuales de la asignación, y de los servicios médicos de geriatría.
Con todo, el requisito previo básico para ocuparse de los efectos negativos de una población envejecida reside en mantener el ritmo de desarrollo económico.
Actualmente, la causa principal de la llamada crisis de la seguridad social en algunos países occidentales no es la extensión del número de personas dependientes de una pensión. El culpable verdadero es el lento desarrollo económico que se suma al alto nivel de desempleo.
El desarrollo económico acelerado puede constituirse en garantía efectiva de los fondos de seguridad social, factor imprescindible en un país en vías de desarrollo como China.
Con recursos humanos abundantes y cargas sociales comparativamente pequeñas, la primera década del siglo XXI es un período dorado para que el país se aliste para alcanzar la cifra pico de una población envejecida.
Al aprovechar los recursos humanos, se debe garantizar las oportunidades de adiestramiento a los ancianos y personas de mediana edad.
Bajo las circunstancias especiales de China, el cuidado en el hogar familiar debe seguir siendo el modo básico de cuidado a los ancianos.
Tal tradición se ha preservado en toda Asia Oriental. Bajo la presión enorme de una población que envejece, incluso los países industrializados han comprendido el error de confiarse únicamente a un sistema de seguridad social para el cuidado de los ancianos y han comenzado a alentar la participación familiar.
Sin embargo, los servicios sociales asumirán gradualmente la responsabilidad por muchas de las funciones que todavía realizan las familias.
En las grandes ciudades, la combinación del cuidado en el núcleo familiar y los servicios comunitarios facilitará la vida a los ancianos que viven en zonas urbanas, a la vez que disfruta de cariño y cuidado de su familia y también de la comunidad.
Sin embargo, el grueso de la seguridad para los ancianos debe seguir descansando en las asignaciones sociales.
De acuerdo con la experiencia de los países desarrollados, el gobierno tiene responsabilidad de construir un sistema de seguridad social. Pero no basta con esto solamente.
Una red multipolar de seguridad -- incluyendo un fondo de jubilación público, ahorros individuales obligatorios y una política voluntaria complementaria de asignaciones -- serán el mejor enfoque en una sociedad que envejece.
De tal forma se evitarán los riesgos que implican depender exclusivamente del fondo de seguridad social, contribuyendo a la sostenibilidad del mismo.
Publicado por Licenciatura en Gerontología el día: Agosto 1, 2005 08:00 PM