Por años y décadas, la oncología se ha dedicado a buscar la cura contra el cáncer. Ahora, la tendencia se dirige más hacia la prevención que a la curación. ¿Qué le parecería si su médico le aconseja la toma diaria de una pastilla para evitar, o al menos retrasar, la aparición de la temida enfermedad si le dijesen que está usted genéticamente predispuesto a padecerla? ¿Y si existe un mínimo riesgo secundario? El debate ya ocupa su lugar en los principales medios del mundo y está muy en boga en USA.
urgente24.info 24/08/2005
El debate se ha instalado también los medios más prestigiosos del mundo. Wall Street Journal de este lado del continente, el matutino El Mundo del otro. "Es que el cáncer no aparece de un día para otro", señala el co-director de prevención oncológica del Hospital New York-Presbyterian (en Manhattan), el doctor Andrew Dannenberg, "existe todo una serie de mecanismos subyacentes detrás de la enfermedad, y tenemos que centrarnos en detener ese proceso antes de que aparezca la enfermedad".
Y parece que esa es la línea de investigación que se está siguiendo actualmente en numerosos ensayos clínicos, más de 50 contabiliza el diario Wall Street Journal, en los que se estudia la eficacia de más de 400 agentes para prevenir esta patología. Pero no sólo los fármacos pueden ejercer esta labor protectora, la dieta, las vitaminas o el estilo de vida son otros de los factores que se están teniendo en cuenta cada día con más énfasis.
El diario cita hoy que “el concepto de emplear fármacos para retrasar o detener la aparición de los primeros síntomas entre pacientes de riesgo, conocido como quimioprevención, está más generalizado, por ejemplo, en el campo de la cardiología".
"Si tomamos pastillas contra el colesterol o la tensión, ¿por qué no podemos hacer lo mismo para controlar el proceso cancerígeno?" se pregunta Waun Ki Hong, director de la división médica del Anderson Cancer Center, en Houston.
Hasta ahora existe algún motivo para la esperanza. A principios de este año un estudio con aspirina demostraba la capacidad de este fármaco u otros de la misma familia para evitar la aparición de lesiones precancerosas, precursoras de algunos tumores de próstata. Y otro ensayo está actualmente en marcha para determinar el papel del selenio y la vitamina E en la prevención de este tipo de cáncer.
Se puede cifrar en cinco el número de agentes quimiopreventivos que han obtenido resultados prometedores en ensayos clínicos llevados a cabo hasta el momento: los moduladores selectivos de los receptores de estrógenos, como es el caso del tamoxifeno, los antiinflamatorios no esteroideos (un grupo al que pertenece, por ejemplo, la aspirina), los glucocorticoides y los retinoides, primos hermanos de la vitamina A.
Para identificar estos posibles fármacos, los expertos analizan los datos procedentes de grupos de pacientes muy concretos. Se puede seleccionar, por ejemplo, a personas con una tasa de incidencia muy baja, para determinar así los factores que pueden estar protegiéndoles contra la enfermedad. Si se descubre que esa labor procede de un determinado alimento, se aíslan sus compuestos para determinar cuál de ellos es capaz de matar o retrasar el crecimiento de células cancerosas en el laboratorio.
Otra opción es probar estas sustancias en personas que tienen un especial riesgo de desarrollar cáncer, por sus antecedentes familiares, porque padezcan algún tipo de lesión precancerosa, por su estilo de vida, etc. O bien en pacientes que ya han tenido un cáncer, para evitar las recaídas.
Sin embargo, a pesar de los beneficios obtenidos, la controversia acompaña a la quimoprevención. Por una cuestión fundamentalmente: ¿Quién se beneficia de este tipo de tratamientos? Por el momento, desafortunadamente, no existe un marcador definido tan claro como en el caso del colesterol que permita identificar con exactitud qué pacientes acabarán desarrollando la enfermedad. Se conocen, eso sí, determinados genes que podrían situarnos ante 'perfiles de riesgo', especialmente predispuestos a padecerla, pero existen además factores ambientales con una fuerte influencia que hacen que la genética no sea infalible.
Hace apenas unos meses, un estudio publicado en la revista New England Journal of Medicine (NEJM) hacía surgir el debate entre la comunidad científica. Se trataba de la prevención del cáncer de próstata mediante el uso de un fármaco para evitar la calvicie, la finasterida. Pues bien, a pesar de que algunos titulares que anunciaron sus beneficios, olvidaron la letra pequeña, la que advertía de que el mismo medicamento que evitaba la aparición de algunos casos de cáncer, multiplicaba en otros muchos la agresividad y la malignidad de los tumores.
De momento, los expertos, la comunidad médica e incluso los gobiernos e instituciones implicadas siguen insistiendo en que el mejor método preventivo es llevar una vida sana.
Dejar de fumar, evitar las bebidas alcohólicas, mantener una dieta sana, hacer ejercicio físico y someterse a revisiones periódicas que permitan detectar a tiempo el problema. Tal vez consejos demasiado repetidos pero que no deben caer en saco roto.
Publicado por Licenciatura en Gerontología el día: Agosto 24, 2005 07:53 PM