Gerontologia - Universidad Maimónides

Agosto 24, 2005

Presentan una nueva guía con consejos para cuidar al corazón

Entidades cardiológicas de EE.UU. proponen tratar a los que presentan factores de riesgo como si ya fueran enfermos. Y aconsejan medicar antes de que aparezcan los síntomas de insuficiencia cardíaca.

Valeria Román.
vroman@clarin.com
Miércoles | 24.08.2005

guia_corazon.jpg

El síndrome que hace que el corazón pierda su capacidad para bombear sangre y oxígeno con eficiencia deberá ser tratado tempranamente. Antes incluso que sus síntomas, como la falta de aire, los pies hinchados o la incapacidad de hacer esfuerzos físicos, se manifiesten.
Esa es una de las recomendaciones de la nueva guía para tratar la insuficiencia cardíaca en adultos que fue publicada días atrás por el Colegio Americano de Cardiología y la Asociación Americana del Corazón de los Estados Unidos. Una herramienta que cambia (al menos en el país del Norte, aunque servirá de modelo para otras naciones) el manejo tradicional del síndrome: apunta directamente a prevenirlo, a que no aparezca.
Lo hace al decirles a los médicos clínicos, los cardiólogos y a sus pacientes que deben prestar más atención a ciertos factores de riesgo, controlarlos y dar medicamentos —como los betabloqueantes— incluso en personas que no muestran síntomas (se los considera en los estadíos A y B).
Además, la guía reconoce los beneficios de dispositivos que se han ido estrenando en el campo de la tecnología médica. Ellos son los cardiodefibriladores, los resincronizadores y los dispositivos de asistencia ventricular, que con sus distintas funciones pueden ayudar al corazón enfermo.
Los cambios en el manejo de la insuficiencia cardíaca en los Estados Unidos surgen a raíz del alto costo que el síndrome está teniendo en la salud pública. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, se calcula que la insuficiencia cardíaca generó gastos por unos 25.800 millones de dólares en 2004.
Unos 5 millones de estadounidenses padecen de insuficiencia cardíaca. Cada año se diagnostican unos 550 mil casos nuevos. Más de 266 mil personas mueren anualmente cada año por el síndrome. Cifras llamativas que obligaron a replantear el acercamiento que hoy se necesita para controlar el síndrome.
"Un cambio notable es que la nueva guía hace hincapié en la prevención del síndrome", comentó a Clarín el jefe de insuficiencia cardíaca del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires, Jorge Thierer.
Los nuevos lineamientos de la guía obligan a no separar al síndrome con sus síntomas manifiestos de sus estadíos anteriores, donde puede ubicarse a los pacientes con hipertensión, diabetes, colesterol alto, enfermedad coronaria, obesidad, síndrome metabólico, que consumen drogas de abuso o alcohol con exageración o que fuman.
El síndrome consiste en que el corazón no consigue satisfacer las demandas normales de sangre y oxígeno del organismo. Su prevalencia creció en los últimos años debido al aumento de personas ancianas, al mejor manejo de pacientes con infarto e hipertensión, así como al acceso a nuevas opciones terapéuticas.
Hacia los tratamientos también enfocaron las asociaciones médicas que hicieron la nueva guía. Expandieron el uso de los betabloqueantes al estadío B (antes los recomendaba a partir del estadío en que los síntomas se manifiestan). Se trata de medicamentos, como el bisoprolol, carvedilol y el metoprolol, que pueden hacer que el corazón bombee con más facilidad.
Es decir, esos betabloqueantes deberían ser ahora indicados también para gente sin síntomas: para pacientes que tuvieron un infarto de miocardio, un remodelado del ventrículo izquierdo del corazón o una enfermedad vascular asintomática.
La guía sugiere el uso de los fármacos llamados inhibidores de la enzima convertidora en todo el espectro del síndrome y reconoce otros medicamentos, los antagonistas de la angiotensina II, como alternativas para pacientes que no responden a otras drogas. Y presenta además las soluciones más complejas.
Los cardiodefibriladores son como sensores que detectan arritmias graves y provocan un shock eléctrico en el corazón. Salvan vidas. Hasta ahora, generalmente se usaban en pacientes que sufrían muerte súbita o arritmia ventricular maligna. La guía amplía la cantidad de pacientes que deberían recibir el implante del cardiodefibrilador: también lo necesitarían los pacientes con ventrículos deteriorados e insuficiencia con síntomas moderados.
Otra opción son los resincronizadores que usan en casos de corazones que no se contraen sincrónicamente. Se los debería utilizar en los estadíos más avanzados del síndrome.
"Sin embargo, vale resaltar que los usos de los resincronizadores y los cardiodefibriladores está todavía en discusión. Es motivo de debate porque la ampliación del número de pacientes implicaría un alto costo económico y no todos los sistemas de salud pueden afrontar el gasto", señaló Thierer.
La guía tiene en cuenta al paciente terminal con insuficiencia cardíaca. Aunque pueda parecer que ya nada será útil para salvar la vida, dar contención y comodidad al paciente y a su familia significará mucho.

El síndrome y sus etapas

Trabajo local

En 2003, murieron 28.987 argentinos por insuficiencia cardíaca (representa el 9,6% de las causas de muertes totales). Y se estima que entre el 2 y el 3% de la población del país padece el síndrome.
"Se trata sólo de una extrapolación de las cifras que se manejan en Estados Unidos", dijo el experto Jorge Thierer. En la Sociedad Argentina de Cardiología preparan una guía local sobre el desorden, a publicarse en marzo de 2006.

Publicado por Licenciatura en Gerontología el día: Agosto 24, 2005 07:50 PM