Pocas enfermedades cuentan con una gama tan amplia de armas terapéuticas como la hipertensión. A la hora de tratar este importante factor de riesgo vascular, que afecta a unos 10 millones de españoles, el profesional se encuentra ante la tesitura de elegir entre cinco grandes familias de fármacos, todas ellas en apariencia igualmente eficaces para reducir las cifras tensionales, pero algunas dos o tres veces más caras que otras. En los últimos 15 años se han publicado una veintena de estudios que han aupado momentáneamente a una u otra, pero no han logrado disipar las dudas.
ISABEL PERANCHO
Fuente: El Mundo.es
Publicado por Mayores en Movimiento
La cuestión no tiene visos de resolverse a corto plazo. Si hace tres años una gran investigación estadounidense, el estudio ALLHAT, concluía que la mejor medicación para evitar accidentes cardiovasculares era la más antigua y barata (representada por los diuréticos), un esperado macroestudio europeo acaba de decir todo lo contrario. La combinación de dos fármacos más modernos, el calcioantagonista amlodipino y el inhibidor del enzima de conversión de la angiotensina (IECA) perindopril, ofrece ventajas adicionales a la hora de proteger el corazón.
El estudio ASCOT, que ha sido publicado en la versión 'on line' de 'The Lancet', ha seguido durante cinco años a 19.000 hipertensos considerados de alto riesgo (con al menos otros tres factores de riesgo vascular). La mitad recibió la combinación más novedosa y el resto atenolol, un betabloqueante, y adicionalmente el diurético bendroflumetiazida. El objetivo era averiguar si la pareja 'moderna' reducía la tasa de muerte por infartos y accidentes vasculares en mayor medida que la clásica.
El estudio se suspendió prematuramente al comprobarse que la mortalidad era un 11% inferior en el primer grupo terapéutico. Los datos presentados ahora confirman una disminución (aunque no significativa estadísticamente) en la tasa de infartos y muertes de origen cardiovascular, así como una menor incidencia de diabetes y afectación renal respecto a los que tomaron el betabloqueante.
Aparentemente un éxito. De hecho, algunos especialistas vaticinaban en el Congreso Europeo de Cardiología, clausurado el miércoles en Estocolmo (Suecia), que este hallazgo obligará a modificar las guías de tratamiento con el fin de incluir la nueva información. «A la vista de este estudio la combinación de un calcioantagonista y un IECA debe ser la primera elección en el hipertenso con alto riesgo cardiovascular», sostiene Luis Miguel Ruilope, jefe de la Unidad de Hipertensión del Hospital 12 de Octubre de Madrid.
Pero otros expertos discrepan. El problema es que estos documentos, de referencia para los profesionales, han sido revisados recientemente. Las guías estadounidenses se publicaron a finales de 2002 y, a la vista del ALHATT, daban preminencia a los diuréticos como terapia de inicio. Las europeas llegaron en 2003 y fueron menos explícitas dejando a criterio del profesional la elección del fármaco en función del perfil de riesgo del paciente. El pasado mes de julio se publicó la 'Guía Española de Hipertensión Arterial' en la que especialistas de distintas disciplinas alcanzaron conclusiones similares a las de sus homónimos europeos, pero integrando a la vez la visión estadounidense: aunque no se decanta por una de las grandes cinco familias farmacológicas (las citadas más los ARA II) sí destaca el papel de diuréticos y betabloqueantes como primeras opciones.
Rafael Marín, coordinador de la guía española, cree que esta información sigue plenamente vigente: «El ASCOT sugiere que estos fármacos podrían aportar ventajas en un grupo concreto de pacientes, pero el ánalisis tiene sombras [los pacientes del grupo amlopidino lograron cifras tensionales más bajas, pesaban menos y tenían niveles más altos de colesterol HDL, el 'bueno'] que no permiten demostrar de forma fehaciente que el efecto positivo es exclusivamente atribuible al medicamento». ASCOT no ha podido acabar con la confusión.
Dos o tres mejor que uno
Uno de los hallazgos del ASCOT sobre el que sí existe acuerdo es que, en la lucha contra la presión arterial elevada, la unión hace la fuerza. Al igual que evidenciaron otros trabajos, el 80% de los pacientes incluidos en esta última investigación precisó usar al menos dos fármacos para mantener sus cifras tensionales por debajo de 140/90. «Todas las familias farmacológicas son útiles, lo importante es normalizar rápidamente la presión y para ello se necesitará más de un producto en la mayoría de los casos», subraya Alejandro de la Sierra, de la Unidad de Hipertensión del Hospital Clínic de Barcelona. Paradójicamente, esta idea no ha calado en el colectivo médico español inmerso en una especie de inercia terapéutica. «El 60% de los pacientes recibe monoterapia», confirma José Ramón Banegas, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Autónoma de Madrid. Un hecho que tal vez explica por qué sólo entre el 36% y el 47% de los enfermos que toma medicac ión tiene a raya su tensión.