¿Hay edades que son mejores que otras para enamorarse?
El romance puede golpear la puerta a cualquier hora y todo parece indicar que la cosa es más fuerte si se da entre década y década. Surgen dudas: ¿Es posible enamorarse varias veces? ¿Por qué esta mal visto hacerlo después de los 50?
Por Carla Barbuto. Especial para Clarín.com.
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Jueves | 15.09.2005
A los 20, uno se enamora varias veces (por día); a los 30, uno casi no se enamora porque está pensando en la oportunidad de hacerlo o no; a los 40, uno quiere cambiar de pareja o cambiar con la pareja, depende del caso; y a partir de ahí, uno quiere quemar los cartuchos que quedan… Más o menos eso es lo que piensa la psicóloga Beatriz Goldberg y dice: “Yo no veo cuestionable el romance en ninguna edad porque siempre rejuvenece. La gente piensa que uno se enamora una vez y para toda la vida, eso es una convención social. Hay un fuerte prejuicio con el amor después de determinada edad y antes de determinada edad. Y yo me pregunto: ¿quién dijo que hay un momento mejor que otro?”. Planteada la cuestión, todos opinan.
Y opinan casi en la misma dirección. “A los 20 y 30, la gente está en busca del amor. A los 40 y 50, se supone que se hace un balance de lo conseguido y lo pendiente y suelen darse cuenta que queda poco hilo en el carretel…En ese momento, algunos de 40 ven el crecimiento de los hijos y quieren copiarse”, dice Norma Haber, miembro de la Fundación Centro de Investigación y Asesoramiento en Psicología (CIAP). Como si fuera posible pasar revista por la vida de los otros (y la propia) para armar una tipología válida, todo parece indicar que, si bien cada momento tiene lo suyo, el amor se trata de una cuestión de décadas.
Es decir, enamorarse puede pasar en cualquier momento pero, las décadas son momentos sensibles en los cuales todo es posible. “Los cambios de décadas son muy fuertes también porque funcionan como un balance, la gente se replantea la vida y hay muchas rupturas, y comienzos”, opina Goldberg. Entonces, todos los momentos son propicios para las famosas mariposas en la panza pero algunos son más complicados que otros. Veamos la cuestión por partes, si la situación se da antes de los 20 (17 o 15…) o después de los 60, es posible que haya problemas. “Uno se puede enamorar muchas veces en la vida pero quizá no de la misma manera, con la misma fuerza. A los 60, se puede dar un enamoramiento adolescente y me parece maravilloso. Sólo lo veo cuestionable cuando no se pasa al amor adulto”, opina Haber.
A la hora de poner blanco sobre negro Héctor Krakov, miembro de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (Apdeba), sacó a relucir toda su experiencia en talleres para solos y solas. “Los 40 son un momento en el que se tiene la impresión de que se puede todavía hacer un cambio importante en la vida: tener otros hijos, otro trabajo u otra profesión. Es una sensación muy fuerte porque parece que aún se está a tiempo de dar "vuelta el reloj"; poner start y recomenzar. No es así entre los 50 y 60, ya no siente que se pueda empezar otra vez de cero”, opinó. Desde su consultorio en Palermo, este especialista se centró en la etapa que va desde los 30 a los 45 porque “es la ‘edad pívot’, útil para entender qué pasa antes y después”.
Hablando más de antes que de después, la clave quizá esta en el tramo que va desde 15 a los 25 años. Con la tranquilidad de quién habla sabiendo, Krakov –autor del libro “Otra vez en pareja. Nuevos vínculos, viejos tzures”– asegura que en esos días se pone a prueba la capacidad de estar en pareja. “Es un rango de edad en el que se intenta reprocesar la salida de la pubertad–adolescencia con el ingreso al mundo de la adultez. Supone un primer empuje fuerte para salir del circuito familiar hacia lo exogámico. Tanto hombres como mujeres comenzamos a testear nuestra capacidad de emparejamiento, compitiendo con otros”.
Para los que se animan a iniciar una relación después de los 50, la historia es otra porque ya no se pone en juego tanto la cuestión sexual u hormonal y se suman otras variables. Aunque ahora se dice que la vejez empieza a los 80, la sociedad no ve con buenos ojos romances al estilo de China Zorrilla y Manuel Alexandre en “Elsa y Fred”, la última película de Marcos Carnevalle. Y, como diría Golberg, la pregunta es por qué. Ella tiene su versión de los hechos y habla de egoísmos familiares o de cuestiones más específicas como el temor de los hijos a fraudes económicos. Y dice: “Estoy trabajando con una pareja en la que él tiene 59 y ella 52, están preparando el departamento para mudarse juntos con el entusiasmo de los 30. Me parece maravilloso”. Con los pies en la tierra, Krakov opinó que “después de los 65, el planteo que se tiende a hacer es cómo y con quién invertir y compartir el tiempo que queda. El tic-tac tiene mayor intensidad”.