Aunque el sexo femenino continúa con una expectativa de vida mayor a la del hombre, la vida moderna llevó a que la brecha sea cada vez menor
Infobae.com
27 de septiembre
Con el avance de la tecnología, que también alcanzó al ámbito de la salud, la expectativa de vida aumentó tanto para hombres como para mujeres, pero la vida moderna viene perjudicando más al sexo femenino.
La diferencia en cuanto a la expectativa de vida entre hombres y mujeres es cada vez más chica. Según difundió el sector Estadísticas de la Salud del Office of Health Economics del Reino Unido, se achicó notablemente en los últimos 30 años.
Así, en 1974 la expectativa de vida de las mujeres era de 75,6 años, mientras que la de los hombres era de 69,2 años. Es decir, las mujeres vivían 6,4 años más que los hombres. Los datos recientes son sorprendentes: una mujer nacida en 2002 tiene una expectativa de vida de 80,7 años, mientras que un varón nacido ese mismo año tiene un tiempo estimado de vida de 76,2 años. O sea, las mujeres modernas viven sólo 4,5 años más que los hombres.
“Con el tema de la igualdad entre hombres y mujeres, ellas empezaron a adoptar ciertas conductas como el tabaquismo, el alcohol, el estrés laboral, preocupaciones sobreagregadas y un mayor número de exigencias que inciden en la expectativa de vida”, explica a Infobae.com el doctor Jorge Franco, jefe de consultorios externos de Salud Mental del Hospital de Clínicas.
“Uno de los problemas principales es la mal entendida lucha por la igualdad entre el hombre y la mujer, como si lo valorado fuera lo masculino, en lugar de adoptar una postura crítica”, agrega el especialista y aclara que los nuevos “malos hábitos” de las mujeres se ven todos los días en el consultorio.
Los directores del Office of Health Economics también atribuyeron esta diferencia en la expectativa de vida a que las mujeres están teniendo comportamientos similares a los de los hombres, según publicó el British Medical Journal.
“Es cierto que hoy se vive más pero no se está sacando provecho, porque hoy en día aumenta la cantidad de años pero no la calidad de vida”, concluye Franco.