Existen grupos que invitan a participar de sesiones de caricias y abrazos, evitando cualquier connotación sexual. Aseguran que cada parte del cuerpo esconde una sensibilidad que, bien estimulada, provoca placer y relax para la persona que los da y quien los recibe. Conozca a qué responde cada parte de su cuerpo cuando es bien tratada
Infobae.com
3 de octubre
Acariciar es un arte y cada parte del cuerpo un campo que puede ser experimentado. Sí, el hecho de que un brazo, la mano, la cabeza o cualquier otra parte del cuerpo reciba el contacto suave y cariñoso de otra persona, puede llegar a cambiarnos el humor o hacernos experimentar nuevas sensaciones.
Distintos estudios científicos sobre las emociones humanas han comprobado que es tan importante aprender a recibir las caricias como aprender a darlas ya que el explorar zonas poco comunes para recibir este tipo de estímulo, se transforma en un desafío de a dos.
La piel está compuesta por infinidad de puntos sensibles dispuestos a ser descubiertos. Para algunos recibir caricias en la cabeza puede provocar la sensación más cercana al paroxismo, mientras que para otros, el cuello, los antebrazos o la espalda, son las llaves de acceso directo al relax. Sólo es cuestión de animarse a acariciar un poco más.
La caricia erótica
Las caricias que se brinde mutuamente la pareja no se deben concentrar exclusivamente en las áreas erógenas habituales. Todo el cuerpo, particularmente el de la mujer, debe ser considerado como una zona capaz de sentir eróticamente caricias, masajes y besos.
El tacto, la vista, los sonidos y las palabras cuando los utilizamos adecuadamente son capaces de, a través de la imaginación, disparar estados sensuales y eróticos muy fuertes, tanto en la mujer como en el hombre.
Por ejemplo: una mujer semivestida se nos aparece como más excitante que totalmente desnuda. Es que el misterio que nos presenta obliga a nuestra imaginación a construir fantásticamente el resto del cuadro, involucrándonos de una manera muy especial.
Con respecto a la importancia del tacto, alcanza con recordar cuan tierno y emocionante fue tomar por primera vez la mano de la persona amada, sentir la tersura de su piel, el calor que de ella nos llegó a nuestra propia piel.
El contacto físico de las caricias y el masaje suave permite una corriente afectiva y corporal muy intensa, que además, se suma a la mirada, a las palabras, al silencio y a todos los elementos que hayamos logrado incorporar al momento.
Todo va creando el clima necesario para que la unión sexual alcance su punto máximo. En el acto sexual no sólo juegan las sensaciones exteriores y los estados de ánimo interiores, sino la totalidad de lo que uno es. De allí la trascendencia e importancia del mismo.
Todo encuentro sexual ha de comenzar en la ternura. Hay que darle a la pareja la atención mas delicada y sutil que podamos a fin de crear el clima propicio y necesario.
El elemento más importante de la ternura son las caricias, los mimos y suaves gestos que damos junto al beso, que en un principio será también suave y lento para ir convirtiéndose en apasionado a medida que la temperatura del encuentro lo requiera.
Caricias necesarias
Las caricias son indispensables para la subsistencia y el bienestar psicológico, son algo así como el alimento que nutre nuestra vida emocional y afectiva.
Cuando faltan en grados extremos al comienzo de la vida, aparece un fenómeno fatal denominado marasmo, que lleva a la muerte del sujeto provocada por la carencia afectiva.
La necesidad de reconocimiento persiste durante toda la vida, si bien hay un punto que marca una diferencia fundamental entre niños y adultos. Los niños sólo pueden recibirlo de su medio, en principio el familiar y luego el escolar y el grupo de pares.
Los adultos por su parte pueden auto-suministrarse caricias cuando no las obtienen del entorno, pueden -por ejemplo- decirse a sí mismos que son buenas personas. Lo óptimo, más allá de la edad, es poder dar y recibir caricias adecuadas en un intercambio equilibrado con el ambiente.
Los tipos de caricias pueden clasificarse de la siguiente manera:
1. Por su influencia en el bienestar: adecuadas o inadecuadas
2. Por la emoción que invitan a sentir: positivas o negativas
3. Por los requerimientos para darlas o recibirlas: condicionales o incondicionales
4. Por el medio de transmisión: físicas, verbales, gestuales o escritas
Existen diversos prejuicios negativos en torno a este tema, siendo común encontrar gente que no considera adecuado dar, aceptar y pedir caricias positivas y rechazar las negativas. En realidad estos prejuicios no tienen fundamento que los sustente, siendo lo óptimo para el bienestar psicológico dar, aceptar, pedir y darse caricias positivas y rechazar las negativas.
Fuentes: El buen amante y En Plenitud
Publicado por Licenciatura en Gerontología el día: Octubre 3, 2005 08:16 AM