Gerontologia - Universidad Maimónides

Noviembre 20, 2005

Trapos son los viejos

No parecen correr buenos tiempos como para andar siendo viejo.
Las canas ya no se respetan, más bien se tiñen; las arrugas no se consideran la medalla de la vejez, sino más bien la carencia de un buen cirujano plástico, y si se anda enamorado, puede ser uno tildado de viejo verde.

Por Mex Urtizberea
Para LA NACION
Viernes 18 de noviembre de 2005

No son épocas para ser viejo.
Con sabiduría decía Gabriel García Márquez aquello de que el secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad, porque, por lo demás, es casi imposible pactar con una obra social para que acepte afiliar a una persona cuando su edad es ya avanzada; imposible del todo pactar con alguna entidad bancaria para obtener cualquier tipo de crédito o conseguir un puesto de trabajo.
Con sabiduría decía Platón aquello de que la vejez tiene un gran sentido de libertad, que una vez que las pasiones han abandonado su presa se ve uno libre no de un amo, sino de muchos. Y de tan libre, de tan desvinculado, olvidado: por eso puede alguien pasarse treinta y ocho años esperando para cobrar la pensión de su cónyuge. Pues de todos modos, tiempo es lo que sobra en la vejez.
Y también con sabiduría, Platón agregaba que hay que temerle a la vejez, porque no viene sola. Una gran verdad: la vejez no viene sola últimamente, sino acompañada de asaltos, y los asaltos no vienen solos, sino acompañados de golpes, y los golpes tampoco vienen solos, sino acompañados de quemaduras de planchas y cigarrillos.
Sólo que no sería a la vejez a la que hay que temerle, sino a los jóvenes que realizan estos actos.
No parecen correr buenos tiempos como para andar siendo viejo por la calle, por la casa, por la vida.
Con sabiduría decía Stendhal aquello de que la vejez es amiga del orden, y que tiene miedo a todo. Sólo que ahora deberá sumarse también el miedo a las fuerzas del orden, pues un sargento de la bonaerense puede ser quien lidera los asaltos que se cometen contra los que atraviesan por la tercera edad.
Con sabiduría el dicho aconseja: vieja madera para arder; viejo vino para beber; viejos amigos en quien confiar; viejos autores para leer. Aunque sin duda habría que agregar también: decrépitas jubilaciones para cobrar; vetustos geriátricos donde ir a parar, lugares más parecidos a una amenaza que a un refugio, en muchos casos.
Definitivamente, no son éstos buenos momentos para ser viejo.
Sin sabiduría, las sociedades se desentienden de quienes no se destacan por producir o por consumir, no se les encuentra utilidad. Más bien proponen olvidar el pasado y, de una manera o de otra, con mayor o menor elegancia, los dejan tirados como trapos viejos.
Y si la sociedad no se ha olvidado de ellos, son los ladrones los que los tienen más presentes. Tan presentes, que pasan a visitarlos por sus casas y disponen de sus pertenencias. Para también dejarlos luego tirados, como trapos viejos.

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Publicado por Licenciatura en Gerontología el día: Noviembre 20, 2005 04:36 PM