Para alguien que desde allá lejos y hace tiempo viene lidiando diariamente con la información, leyendo , recolectando, clasificando y gestionando la misma hay ciertas cosas que no pasan desapercibidas y por ello me he permitido escribir esta breve nota Editorial.
Prof. Raúl C. Drelichman
Buenos Aires, 20 de Noviembre de 2005
Dos de las más importantes revistas de EE.UU., tanto en sus versiones nacionales como internacionales, dedicaron sus portadas este mes al envejecimiento, mientras The Wall Street Journal asiduamente trata temas relacionados con los mayores.
Time la dedicó al Dr Andrew Weil y su programa de Envejecimiento Saludable mientras que National Geographic lo hizo con el título de “Buscando la eterna juventud” .
Este hecho se repite también en todos los países de Europa Occidental, que ante el fenómeno del envejecimiento de sus sociedades cada día más se preocupan por los adultos mayores y su problemática, llevándola a niveles masivos.
También en nuestro país, todos los medios, casi sin excepción, durante el corriente mes han dedicado su portada a los mayores, pero el tema ha sido otro, asaltos, asesinatos, ensañamiento a niveles nunca vistos, ni aquí, ni probablemente en ningún otro lugar del mundo.
¿Qué sucede?
Aunque es muy difícil responderlo siempre podemos conjeturar, o hacer algún parangón, aunque nos suene extraño.
Leemos a diario en los medios acerca de la mejora económica Argentina y la posición que ocupa nuestro país, actualmente, en diversos índices económicos, lo que nos puede conducir a error sobre la realidad de la situación, dado que sabemos que existen muchas estadísticas, cada una de ellas para ser presentadas a quien queremos engañar, y por supuesto el pueblo está primero en la lista.
En el lejano 1974 Argentina era uno de los países más equitativos del mundo, con una relación de ingresos entre el 10% más rico de la población y el 10% más pobre de 12 veces, situación que persistía al asumir Alfonsín en 1983, a pesar del patético Gobierno de Isabelita y la expoliación llevada a cabo por Martínez de Hoz y sus secuaces, con 13 veces y que se había modificado muy poco hasta 1990 donde llegó a 15 veces, pese a la feroz huída de Alfonsín en el medio de una hiperinflación galopante. A partir de allí el descenso de este índice de equidad, pese a estar en el primer mundo durante una década, “Los Felices ‘90”, fue vertiginoso, llegando a 50 veces en 2003 y encontrándose actualmente cerca de 30 veces, al nivel de países cuyas economías son sin duda mucho más pobres que la nuestra (ver gráficos al final de la nota).
Esta barranca abajo en los índices de equidad hizo que algún Organismo dependiente de las Naciones Unidas, en algún momento, además de su habitual clasificación de países desarrollados y países en vías de desarrollo, creara una categoría especial para la Argentina, denominada países en vías de sub-desarrollo (países que alguna vez fueron desarrollados o estuvieron muy cerca de serlo, y hoy están bastante abajo, incluso entre los subdesarrollados).
Pero retornemos a lo que nos interesa; las sociedades, ancestralmente, han tenido siempre respeto por los mayores. Sean las culturas orientales, las indígenas de América Latina o las primitivas del África, todas ellas veneraron a sus ancianos, y muchas veces hemos oído hablar incluso de los famosos Consejos de Ancianos que hacían las veces de Poder Legislativo y Judicial, además de asesorar al gobernante de turno. Por supuesto que en estas culturas que mencioné el respeto hacia los mayores hoy se sigue manteniendo, y no es que ellas no hay delincuentes, o que no les roben a los ancianos, pero no es de la delincuencia habitual, que existió siempre en la humanidad y en casi todas las sociedades, de lo que aquí estamos hablando. Entonces ¿qué pasó en nuestro país?.
Puede llegar a ser comprensible, pero no justificable, que ante la situación de desigualdad antes mencionada, los mayores, por ser más débiles, sean blanco más fácil de ataque, pero este mismo motivo de indefensión es el que hace innecesario el uso de la violencia física para perpetrar un delito.
Pero pensando en que alguien, no hace mucho, nos clasificó, desde el punto de vista económico, como país en vías de sub-desarrollo, no será que, una sociedad culturalmente rica y progresista como alguna vez fue la Argentina, se encuentre hoy en “vías de degradación” (porque aquí no es volver a los orígenes, donde sin duda el respeto a los mayores eran aún mayor, sino degradar las estructuras sociales) o será que, como decían los antiguos, cada país tiene el gobierno que se merece (y por supuesto, no me refiero únicamente al actual).
O será que como dice Mex Urtizberea en La Nación, para nuestra sociedad “Trapos son los viejos”
Los lectores pueden enviar sus comentarios a drelichman.raul@maimonides.edu
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Publicado por Licenciatura en Gerontología el día: Noviembre 20, 2005 04:59 PM