Gerontologia - Universidad Maimónides

Noviembre 27, 2005

Para curarse en salud, receto prevención y tener un hobby

iermoll.jpgENTREVISTA A ROBERTO H. IERMOLI, PROFESOR DE CLINICA MEDICA

La cuestión de la salud debe ser abordada desde un punto de vista biopsicosocial, dado que es notorio que los factores sociales y emocionales son determinantes en el desarrollo de las enfermedades.

Marcelo A. Moreno
27.11.2005 | Clarín.com | Zona

Y si empezamos por el principio? ¿Qué se considera buena salud?

—La definición, digamos, de la Organización Mundial de la Salud, es que se trata del estado de perfecto bienestar físico, psíquico y mental. Y es correcto porque se aparta del concepto reduccionista que sostenía que una enfermedad tiene una causa y que eliminando esa causa, el paciente se curaba. Hoy abordamos la cuestión de la salud y de la enfermedad desde un punto de vista biopsicosocial, es decir, un entramado de lo social y lo psicológico que produce modificaciones a nivel celular, subcelular, a nivel de los tejidos. Hoy sabemos que males tan comunes como las contracturas, la fibromialgia, el colon irritable, las cistitis intersticiales, las dispepsias tienen un correlato en el sistema de emociones, el sistema límbico.

# ¿Cuál era el origen de esa idea que usted califica de reduccionista, el clásico en la medicina?

—En realidad no es tan clásico, porque el padre de la medicina, Hipócrates, tenía un concepto similar al de hoy, es decir, una visión integradora de mente y cuerpo. En el siglo XVII aparece con Descartes un nuevo paradigma: la separación mente-cuerpo, es decir, el dualismo. Los descubrimientos del siglo XVIII y XIX, entre ellos los de Pasteur, además del avance científico que significaron, consolidaron ese modelo biomédico: cada enfermedad tiene una causa y si la atacamos, se produce la cura.

# ¿Y cómo es el proceso que produce el cambio del paradigma?

—Es a comienzos de la década del 70, con el desarrollo de la psiconeuroinmunoendocrinología, se determina la importancia del estrés, de los modificadores psicosociales en el desarrollo de la enfermedad. Un hecho puntual: los tripulantes de la Apolo XI que habían logrado el primer alunizaje eran sin duda hombres sanísimos, elegidos entre cientos y cientos. Pero se comprobó cómo en pocos días el estrés agudo les produjo déficits serios en el sistema inmunológico, además de una serie de síntomas sin precedentes. Entonces en 1977 George Engel acuña para la medicina el término biopsicosocial.

# Y eso sirvió para tratar las nuevas enfermedades, ¿no? Porque no hace mucho, en términos históricos, que se vive en las grandes ciudades, en un medio artificial que tiene pocos vestigios de la naturaleza...

—Por supuesto. Entonces se desarrollan las patologías urbanas como el sedentarismo. Y, fundamentalmente, el estrés, que está unido a la presión por la productividad, las agresiones del ruido, del tránsito, del smog...

# El miedo por la inseguridad...

—Justamente, el estado de hipervigilancia, el alerta continuo. Todo eso termina expresándose en enfermedades como el intestino irritable o las dispepsias. Esto, siempre tomando en cuenta el factor genético, la herencia, que es clave. Porque toda patología es genética más ambiente.

# Contra ese cuadro, vayamos a algo muy elemental: ¿qué me receta para estar bien de salud?

—Yo le diría, muy en general, que sería muy bueno que usted se procurara de una alimentación sana, hiciera actividad física y tuviera un hobby. Es notable en el consultorio y en los análisis clínicos la diferencia entre quienes tienen un pasatiempo y quienes no. Porque un hobby, algo que usted hace por placer, que no se relaciona con su actividad productiva habitual, le proporciona unas periódicas minivacaciones mentales, un cable a tierra.

# ¿Usted habla de un deporte?

—Sí, puede ser un deporte, siempre y cuando no sea competitivo. Pero también puede ser la jardinería, la cocina, el yoga, la danza, la natación, el ciclismo... Encontrar una actividad placentera que nos saque de las preocupaciones y tensiones cotidianas.

# Algo que nos lleve como a otro mundo y que nos haga felices....

—Es que la felicidad es un antídoto contra la enfermedad.

# Hablando de enfermedad, ¿cuándo se prende la alarma?

—La cuestión es no llegar a la alarma. Fíjese usted que desde, digamos, 1900 a 1990 la expectativa de vida creció unos treinta años. Pero de 1970 a 2000 en los países desarrollados pegó un salto de seis años. ¿Y a qué se debió? Básicamente, a la prevención de las enfermedades cardiovasculares con una alimentación sana que controla el colesterol, la práctica regular del ejercicio físico y eludir el riesgo del tabaquismo. En síntesis, hoy la medicina es mucho más prevención, educación para la salud que la cura.

# No llegar a la instancia de intervenir....

—Claro, y cuanto antes comience la prevención, mejor. Por eso es tan importante que la educación para la salud empiece en la escuela. Que allí se aprendan los hábitos sanos, que allí se advierta, por ejemplo, sobre los problemas que puede traer la comida chatarra. Y es muy importante que arranque en la escuela porque los chicos mismos se convierten en promotores de salud.

# Cuando usted habla de alimentación sana, habla de....

—De una dieta basada en frutas, verduras, cereales, lácteos descremados, carnes blancas, especialmente el pescado, todo eso combinado con el ejercicio físico....

# Y los malos de esa película, ¿vendrían a ser...?

—Fundamentalmente las grasas saturadas. Las que vienen en los embutidos, en los quesos más estacionados, la manteca, las frituras... Todo eso termina, por ejemplo, en lo que se llama el síndrome metabólico, que es la consecuencia del incremento del perímetro de la cintura, es decir, tener grasa intraabdominal. Si esa situación se prolonga en el tiempo puede desembocar en diabetes, en hipertensión arterial, en una enfermedad coronaria.

# Tenemos una dieta sana y ejercicio regular. ¿Qué más hay que hacer para no enfermarse?

—Básicamente, exámenes periódicos de salud... Ir al médico.

# Usted es clínico. En una época en la que cada vez más la medicina tiende a hiperespecializarse, ¿qué papel les queda?

—Creo que un papel fundamental. El médico clínico o internista es justamente el especialista en medicina del adulto: se ocupa de la atención de ese paciente u hombre sano, comparte responsabilidades con los especialistas y adelanta la prevención de las enfermedades, a partir del conocimiento que tiene de la persona.

# Ahora, con todo el negocio que significa la medicina, la medicina privada, en el marco de la hiperespecialización, ¿es posible seguir con el modelo de atención personalizada?.

—Yo vengo y estoy en el hospital público y soy un convencido de que el reloj atenta contra la relación médico-paciente. Las presiones del manejo gerenciado de la medicina llevan a dividir a los pacientes por módulos: módulo hipertensión, módulo cardiopatía, etc.. Y eso elude un concepto elemental, que es que es imposible que haya dos pacientes iguales aunque tengan el mismo sexo, edad, profesión y aparentemente la misma patología.

# ¿Usted dice que el hospital público, aun con sus tan notables deficiencias, ofrece una atención más personal?

—Es muy difícil ser terminante. Pero lo que le puedo asegurar es que, a pesar de sus falencias sobre todo tecnológicas, los residentes del hospital pasan muchas horas al lado de los pacientes y los conocen en profundidad. Piense que un residente está doce horas en el hospital y establece vínculos muy sólidos con las personas que atiende allí.

# Es decir que a pesar de todos los esfuerzos oficiales sobre todo de la década pasada, el hospital público sobrevivió....

—Por supuesto. Sin él sería imposible la atención de gran parte de la población en un país con el 40 % de sus habitantes bajo la línea de pobreza.

# Mala praxis aparte, que es harina de otro costal, ¿qué es lo peor que le puede pasar al paciente con el médico?.

—Yo diría que se sienta mal y después de examinarlo y examinar sus análisis, el médico le diga que no tiene nada. Porque el síntoma lo padece igual.

# Y el paciente se siente despachado, desprotegido así...

—Desde luego, porque la palabra, a través de la empatía, tiene una función en el diagnóstico y en la terapéutica. Es común el comentario al salir de un consultorio: "me siento mejor después de haberlo visto a usted"

# El alivio es porque un experto comparte su sufrimiento.

—Se siente más seguro porque sabe que hay alguien que se está haciendo cargo de la situación. Alguien que tiene en cuenta su calidad de vida.

http://www.clarin.com/suplementos/zona/2005/11/27/z-04016.htm

Publicado por Licenciatura en Gerontología el día: Noviembre 27, 2005 07:10 AM