Afirma la psicogerontóloga Eva Muchinik, de la UBA
"Los años arrugan la piel, pero sólo el abandono del entusiasmo arruga el alma; uno es tan viejo como su desesperación?" La psicogerontóloga Graciela Zarebski rescata estos versos del poeta Frank Crane para instalar un tema de discusión científica que también es un reclamo social: generar un nuevo espacio para quienes transitan el destino inexorable de envejecer.
La Nacion Salud
Sábado 3 de diciembre de 2005
"El peor mal de la vejez es sentirse viejo, que es como percibir una ráfaga de muerte que se cuela por algún resquicio que descuidadamente le abrimos", alerta en su libro Hacia un buen envejecer. Pero de inmediato compensa con cierto aliento: "Tomar la vejez como una muerte anticipada es un mal no sólo curable, sino también prevenible".
La alternativa no es detener el tiempo con instrumentos fallidos como la moda antiage, sino acompañar su avance cosechando sus enseñanzas, como quien construye el camino hacia la sabiduría, nada menos. Este es el legado del Primer Congreso Iberoamericano de Psicogerontología realizado días atrás en la ciudad de Buenos Aires.
"En la actualidad, los años de vejez podrían superar los años de trabajo, por lo que ya no pueden considerarse como un período de preparación para la muerte", comenta la licenciada Eva Muchinik, docente de las universidades de Belgrano y de Buenos Aires, y autora de Envejecer en el siglo XXI.
"No se trata sólo de cambiar la imagen de la vejez, sino de resignificarla, de presentar sobre la escena social un nuevo personaje; se trata de la reconstrucción social de la vejez", desafía. Para alcanzarlo propone: "Desarticular el estereotipo de la vejez como decadencia, decrepitud, lentificación y pérdidas. El sujeto humano no es un simple receptor pasivo, sino un ser capaz de transformar su entorno a través de un proceso que implica marcha, desarrollo, cambio y progreso. Las vidas se construyen temporalmente, pero es importante entender este encadenamiento desde la juventud".
Prevención, divino tesoro
"La vejez se va armando cotidianamente", retoma Graciela Zarebski. Y postula a la reflexión anticipatoria como una herramienta que permite ir metabolizando las marcas biológicas y sociales del envejecimiento.
Detenerse a pensar cómo se para cada uno sobre la insoportable levedad del ser es una forma de evitar los derrumbes propios de quienes se creen muy consistentes, pero se quiebran frente al primer déficit. "Llega mejor parado a la vejez quien es capaz de enfrentarse a su propia inconsistencia y soporta la incertidumbre del vivir, quien tuvo recursos para encontrar salidas creativas frente al desamparo que a todos nos atraviesa."
Atrapar la vida, honrarla con uno o múltiples sentidos, es un antídoto natural contra la angustia existencial y ayuda a compensar las pérdidas que la vejez arrastra. "Quienes menos soportan la idea de envejecer son aquellos que no están viviendo en el presente una vida plena, siendo que la vida se les escapa de las manos", dice Zarebski.
Los recursos para transitar un proceso de envejecimiento saludable son múltiples, pero la columna vertebral es mantenerse activos, sostener proyectos y deseos, ser flexibles frente a los cambios, abrirse creativamente a nuevos aprendizajes. "Los adultos mayores alcanzan -dice Muchinik- un nivel de pensamiento en el que cuentan la pragmática, el pensamiento concreto y los aspectos subjetivos de la realidad. La vejez tiene, en definitiva, un premio exclusivo: la sabiduría."
Además, es importante permanecer socialmente integrado: cuando una persona no es escuchada empieza a aislarse, deja de prestar atención a sí misma y termina generando un efecto a nivel orgánico, especialmente en el funcionamiento cerebral, que necesita el alimento cotidiano de palabras, afecto y el desafío de la acción. Cuando todos estos instrumentos se mantienen en funcionamiento y se logra mantener vivo el engranaje de los pequeños cambios, es posible desembocar en grandes cambios que renuevan el sentido de la vida y sostienen el deseo de vivirla. Poéticamente, Crane enseña que "la juventud no es una época de la vida, es un estado de ánimo".
Tesy De Biase
La vuelta al aula
¿Por qué sufrir pasivamente los avatares de la biología cuando está abierta -o se puede abrir- la puerta del crecimiento y el aprendizaje, con alternativas transformadoras de la persona y el entorno? Las universidades de Buenos Aires, La Plata, San Martín, Catamarca y Maimónides, entre otras, organizan cursos especiales para mayores de 60 años. Se trata de una amplia oferta educativa con el signo de la autogestión y el potencial de resignificar el lugar en el mundo.
Link corto: http://www.lanacion.com.ar/761456
Publicado por Licenciatura en Gerontología el día: Diciembre 3, 2005 09:21 AM