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Abril 28, 2004
Diagnóstico sin anestesia

"La Argentina no tiene ni nunca tuvo ciencia y, si no la desarrolla a toda velocidad, le va a ir mal."

Nora Bär
La Nación
MIERCOLES 28 de abril de 2004

Provocativo y con una convicción que no reconoce medias tintas, el doctor Marcelino "Pirincho" Cereijido trazó ayer un diagnóstico impiadoso y cautivó a los asistentes que colmaron la sala Leopoldo Lugones de la Feria del Libro durante la inauguración del Quinto Foro Internacional de Enseñanza de la Ciencia y la Tecnología.
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A lo largo de una hora en que intentó contestar la pregunta de "¿Por qué no tenemos ciencia?", este especialista en biofísica, graduado en la Universidad de Buenos Aires y posgraduado en Harvard, investigador nacional emérito del sistema nacional de investigación de México y autor prolífico -entre cuyos títulos se cuentan "Ciencia sin seso, locura doble", "La nuca de Houssay", "La muerte y sus ventajas", "La ignorancia debida"- disparó argumentos como quien arroja bombas de estruendo para llamar la atención hasta del más abúlico, pero -aclaró- con intención de trazar una línea "de partida para construir algo".
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Aquí, una selección de sus respuestas.
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La ciencia moderna dividió a la humanidad. Un 10% vive en los países del Primer Mundo, que crean, inventan, fabrican, invaden, dicen "éste es democrático, aquél no"... El 90% vive en el Tercer Mundo, donde la gente se transporta, se viste, se cura, se mata, con vehículos, medicamentos, armas, que inventaron los del Primero.
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Uno de los dramas del analfabetismo científico es que las sociedades que tienen este problema no lo detectan. O sea, si a un país le faltan caminos, alimentos, medicamentos, energía, lo advierte, pero cuando a una sociedad le falta ciencia, no.
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¿En qué se manifiesta el analfabetismo científico de nuestros pensadores? En que cuando uno se fija en los libros que analizan la crisis argentina, todos la consideran consecuencia de dos variables: la económica y la del traspié político. Yo llamo a esa situación "la patria bolichera"... Es como si una persona que no manda a sus chicos a la escuela, después, cuando no tienen lugar donde trabajar, dice: "Bueno, es porque vendiste las naranjas más caras, porque se te perdieron..."
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Yo no llamo analfabetismo científico al hecho de que nuestros chicos confundan el tiranosaurio con el plesiosaurio. El analfabetismo atroz de la Argentina se evidencia en una visión del mundo, porque el producto de la ciencia son personas que saben y pueden.
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El analfabeto científico no cuenta con la ciencia. A mí me parece una situación comparable a que nuestra gente se muera de dolor y enfermedades por la calle sin saber que eso que se llama medicina es para curarlos. Por eso, los maestros son nuestros soldados más importantes.
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Frecuentemente se les dice a los investigadores que tengan paciencia, que ya los van a apoyar. Mientras el Primer Mundo se apoya en la ciencia, en el Tercero se habla de apoyar a la ciencia. Sin embargo, nadie diría que los argentinos compran pan y tornillos para apoyar a los panaderos y ferreteros. Si compran pan y tornillos es porque los necesitan. Yo, por más que quiera a mi médico, no me haría operar la vesícula para ayudarlo...
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La Argentina es uno de los pocos, muy pocos países que tienen en sus propias manos las brasas del fuego del conocimiento. Es la gente capaz de encontrar una salida.
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El aplauso final se hizo sentir más allá de la sala Lugones.
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Por Nora Bär
ciencia@lanacion.com.ar

Enviado por Prensa el: Abril 28, 2004 07:56 AM