Páginas de Paulo Coelho
En este puñado de textos, que se leen como relatos breves, el autor brasileño bosqueja el perfil de una galería de personajes que, con sus actitudes, bien pueden ser fuente de inspiración para quienes buscan una vida mejor
La Nación Revista
Domingo 20 de Junio de 2004
La vieja en Copacabana
La vieja estaba en el bulevar de la avenida Atlántica con una guitarra y un letrero escrito a mano: "Vamos a cantar juntos". Empezó a tocar sola. Después llegaron un borracho y una viejecita y se pusieron a cantar con ella. En poco tiempo había una pequeña multitud cantando, y otra pequeña multitud que hacía el papel de auditorio, aplaudiendo al final de cada canción.
"¿Por qué hace esto?", le pregunté, entre una canción y otra.
"Para no estar sola -dijo-. Mi vida es muy solitaria, como la vida de casi todos los viejos."
Ojalá todos resolviésemos nuestros problemas así.
El amigo en Sydney
"A veces la gente se acostumbra tanto a lo que ve en las películas que acaba olvidando la historia auténtica", me dijo un amigo mientras contemplábamos juntos el puerto de Sydney. "¿Te acuerdas de la escena cumbre de Los diez mandamientos?"
Claro que me acordaba. En un momento dado, Moisés, interpretado por Charlton Heston, alza su bastón, las aguas se separan y el pueblo hebreo atraviesa el mar a pie.
"En la Biblia es diferente -continuó mi amigo-. Dios le ordena a Moisés: «Di a los hijos de Israel que se pongan en camino». Y sólo cuando han comenzado a andar levanta Moisés su bastón y se abre el mar Rojo."
Sólo el valor ante la adversidad hace que se nos muestre el camino.
El católico y el musulmán
Estaba charlando con un sacerdote católico y un chico musulmán durante un almuerzo. Cada vez que pasaba el camarero con una bandeja, todos se servían, salvo el musulmán, que cumplía el ayuno prescripto en el Corán.
Cuando terminó la comida y la gente se hubo ido, uno de los convidados no pudo reprimir el siguiente comentario: "¡Mira que son fanáticos estos musulmanes! ¡Menos mal que no tenéis nada que ver con ellos!".
"Sí, tenemos -dijo el sacerdote-. El se esfuerza por servir a Dios tanto como lo hago yo. Simplemente observamos leyes diferentes."
Y concluyó: "Es una pena que las personas sólo vean las diferencias que las separan. Si mirasen con más amor, verían lo que tienen en común unos y otros, y se resolvería la mitad de los problemas del mundo".
Mi suegro, Christiano Oiticica
Poco antes de morir, mi suegro llamó a la familia:
"Sé que la muerte no es más que un tránsito, y quiero poder hacer esta travesía sin tristeza. Para que no se preocupen por mí una vez me haya ido, les enviaré una señal de que valió la pena ayudar a los otros en esta vida." Pidió ser incinerado y que sus cenizas fuesen esparcidas en el Arpoador mientras sonaba un cassette con sus canciones preferidas.
Falleció dos días después. Un amigo se encargó de la incineración en San Pablo y, de vuelta a Río, fuimos todos al Arpoador con la radio, las cintas y el paquete con la pequeña urna que contenía las cenizas. Al llegar frente al mar, descubrimos que la tapa estaba atornillada. Intentamos abrirla, pero no pudimos.
No había nadie alrededor, aparte de un mendigo, que se acercó: "¿Qué es lo quieren?"
Mi cuñado respondió: "Un destornillador, porque aquí adentro están las cenizas de mi padre".
"Debió de ser un hombre muy bueno, porque acabo de encontrarme esto por aquí", dijo el mendigo.
Y les entregó un destornillador.
Traducción: Juan Campbell-Rodger
Once minutos (publicada por Editorial Planeta) es la última novela de Paulo Coelho. Está disponible en las librerías más prestigiosas del país y es número uno en la lista anual de Publishing Trends 2003, con 4 millones de ejemplares vendidos
http://www.lanacion.com.ar/suples/revista/0426/sr_610445.asp
Enviado por Licenciatura en Gerontología el: Junio 20, 2004 08:07 AM