Gerontología - Universidad MaimónidesGerontología - Universidad Maimónides
Julio 16, 2004
Discurso

Discurso Pronunciado por el Director de la Carrera, Dr. René Knopoff, durante la Ceremonia de Graduación de la Primera Promoción de Licenciados en Gerontología el 16 de julio de 2004

Queridos alumnos:

Ustedes son la primera promoción de egresados de la Licenciatura de Gerontología. Creo que culminaron algo importante ¿Por qué?

En primer lugar porque terminaron una etapa formativa. Todo lo que es formación ensancha el universo propio, amplía los límites del ser, permite crecer.

En segundo lugar porque la carrera estimula la participación. Participar significa comprometerse. Cuando uno participa, se involucra, ya no sólo desde el pensar. También desde el sentir. Y unidos sentir y pensar conducen al hacer. El compromiso es íntegro, es total.

En tercer lugar, vinieron a formarse ¿En qué? En conocer el proceso de envejecimiento, que significa tratar de conocer la vida, qué y cómo se produce. Desentrañar el conocimiento de cuál es el proceso normal y sus posibles desvíos en lo biológico, en lo psicológico, en lo social, en lo ecológico. Como utilizar el tiempo de vida, todas las posibilidades y limitaciones que tiene ésta, como las otras etapas de la vida. Como estimular las primeras y como conocer las segundas para, en lo posible, prevenirlas o acotarlas o aceptarlas. La necesidad de abrirse nuevas puertas a medida que avanza el proceso de envejecimiento, pues si uno se queda con lo que tiene, cada vez tiene menos. Si se queda con lo que se tiene cada vez hace menos, cada vez es menos. No me refiero al aspecto económico. Me refiero al hacer y al tener como persona.

No es casual que en muchos idiomas el haber y tener se exprese con el mismo vocablo, y el ser y estar también. Porque en la conciencia primaria de la formación de los pueblos, de las personas que empezaban a constituirse como tales, el poder ser persona estaba íntimamente relacionado con el estar.

Este estar, en un grupo , en una sociedad, depende de la función que se cumple.

Si uno tiene una función a cumplir, sea desde el hacer, el sentir o el pensar, tiene un lugar, es alguien.

Si uno solo se queda con lo que tiene, detenido en el tiempo, deja de actualizarse, esa función de persona empieza a no ser funcional a nadie, empieza a perderse. Empieza a quedar afuera.
Empieza a no tener lugar. Se va limitando en lo que hace en todos los campos. Va angostándose. Va secándose.

Uds. fueron aprendiendo que abrirse puertas significa saber utilizar el tiempo de vida, buscar dentro de uno para extraer lo mejor de si mismo. Para si y para los demás. Pues este mundo en que estoy, en el que me muevo, es interdependiente, cuando hago algo para los demás me vuelve a mi una sensación de bienestar.

Lo vimos, lo palpamos, lo sentimos en la crisis de estos años pasados. Yo no puedo ser feliz si los demás son infelices. La depresión de mi entorno me agobia y me traspasa.

Si ayudo a construir algo mejor, a ser o a sentir algo mejor, ese hacer , ese ser, ese sentir, vuelve hacia mí.

Me reconforta, me hace sentir pleno. Eso es salud. Así también se envejece mejor.
Hasta por egoísmo debiéramos hacerlo.

Uds. fueron recorriendo, decía, el proceso de envejecimiento, la utilización del tiempo de vida, cómo prevenir situaciones de riesgo.

Hay un dicho francés que dice "Prevenu, preparé. Prevenido, preparado". Y es cierto. Si se conocen las posibilidades que se pueden presentar, a favor o en contra, se estará mejor preparado a aprovecharlas si son positivas o a evitarlas, minimizárlas o armarse para aceptarlas si son irremediables.

Cuando empezaron esta carrera, muchos de ustedes sabían que querían formarse para conocer mejor qué y cómo era ser viejo, qué y cómo siente un viejo.

Y aprendieron que siguen sin saberlo. Porque no hay un viejo. Hay tantos como personas viejas hay. Cada uno es diferente.

Aprendieron y aprendimos entonces a aceptar al diferente. Esto nos enfrentó con nuestra vida cotidiana. Con nosotros mismos, con los prejuicios. Al unir nuestra vida y los prejuicios ajenos nos movió el piso. Nos acercó a ver nuestros propios prejuicios. Tarea indispensable para poder trabajar sobre ellos. Uno no puede corregir lo que no conoce. Sólo así podremos evitarlos, minimizarlos, manejarlos, para que no dañen. A nosotros y a los demás.

En este camino, Uds y nosotros estamos en lo mismo. Conociendo los destinos a que conduce esta formación. Ampliándolos.Concretándolos. Ocupándolos. Unos en la investigación. Otros en la enseñanza, repetidora de lo aprendido, pero no repetidora pasiva sino enriquecida por el propio saber, la propia experiencia.

Hay quienes vuelcan lo aprendido en la actividad con los mismos viejos, en la formación de grupos de promoción de salud, de reflexión. O con educadores, o población general, desmitificando conceptos erróneos o perjudiciales.

En esta diversidad, algunos supervisan instituciones de cuidado a adultos mayores o trabajan directamente con ellos y sus familias.

A otros, finalmente les servirá para conocer su propio proceso de envejecimiento, poder manejarse mejor en la vida de todos los días.

Estamos aprendiendo con ustedes a expandir caminos y actividades.

Terminaron una etapa, sólo una etapa. Ahora viene otra, de inserción, de búsqueda de caminos, de ámbitos donde volcar lo aprendido.

Y así seguirán creciendo.

Sepan que nosotros y la Universidad tampoco terminamos nuestra tarea. Lo bueno de la actividad de formación es que nunca acaba, nunca concluye.

Es como la vida, si está concluida, está muerta. Las puertas de la Universidad están abiertas.
Busquen los apoyos que estimen necesarios. Pidan los cursos de postgrado que estimen convenientes. Lo que podamos hacer en apoyo, orientación o complemento de formación, estamos prestos a darlo.

Aprenderemos de y con Uds., con los espacios que abran y que transitan. Vuestra tarea expandirá los límites actuales.

Que vuestra vida sea fecunda.

Sólo así sentiremos que nuestra acción tiene sentido.

Dr. René Knopoff
Director
Area Gerontología

Enviado por Prensa el: Julio 16, 2004 08:02 PM