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¿Es posible comprimir todo el arsenal terapéutico contra las enfermedades cardiovasculares en una sola pastilla que permita mantener a raya a los males que acechan a nuestro corazón? Los teóricos de la llamada polipíldora o superpíldora aseguran que sí.
Es más, un análisis de las posibles implicancias de prescribirla a todas las personas que han sufrido un evento vascular o que sencillamente han cumplido los 55 años, publicado el año último en la prestigiosa revista British Medical Journal, concluyó que esa práctica podría reducir en un 88% la incidencia del infarto de miocardio y en un 80% la del accidente cerebrovascular (ACV).
Pero, ¿qué es esta suerte de panacea de la cardiología? "La idea de la superpíldora es tener en un solo comprimido diferentes drogas que han mostrado beneficios en la prevención de los eventos cardiovasculares, como las estatinas, la aspirina, los diferentes medicamentos antihipertensivos y el ácido fólico", explicó el doctor Pablo Stutzbach, jefe del Departamento de Cardiología Ambulatoria de la Fundación Favaloro.
De lo que se trata, en otras palabras, es de mantener los niveles de colesterol y presión arterial dentro de límites saludables para el sistema cardiovascular, de evitar la formación de coágulos que puedan obstruir los vasos sanguíneos y, además, de reducir la inflamación crónica de las arterias que subyace al fenómeno aterosclerótico. Pero todo de un solo golpe.
¿Es esto posible? Días atrás, en el Congreso Europeo de Cardiología que se realizó en Munich, Alemania, prestigiosos especialistas debatieron sobre los pros y los contras de la superpíldora, así como también quiénes serían las personas que podrían verse más beneficiadas de contar con esta panacea cardiovascular. Entremos en el debate.
Primaria o secundaria
Para el doctor Salim Yusuf, experto en epidemiología de la Universidad McMaster, de Canadá, la necesidad de contar con una superpíldora se justifica porque "vivimos en ambientes creados para incrementar las enfermedades cardíacas y sus factores de riesgo. Se estima que sólo el 0,3% de la población mundial está exento de los factores de riesgo cardiovascular".
"Necesitamos un enfoque múltiple contra los numerosos factores de riesgo", dijo en Munich Yusuf, que aboga por el uso de la superpíldora para prevención primaria. Esto es, indicada a toda persona de más de 55 años de edad. "Sólo de esa forma es posible reducir un 75% las afecciones cardiovasculares en el nivel global", aseguró.
Quienes discuten el uso de la superpíldora para la prevención primaria de eventos cardíacos y cerebrovasculares cuestionan sus postuladas virtudes. "El alcance de los beneficios no es claro, podría ser menor y a expensas de exponer a la población a los efectos adversos de estas drogas", resumió el doctor Stutzbach.
Expertos han estimado que entre un 8 y un 15% experimentaría diversos efectos adversos. "Los riesgos pueden ser relativizados al emplear bajas dosis de las drogas", respondió Yusuf a la cuestión de los efectos secundarios.
En todo caso, apuntó Stutzbach, "los beneficios serían más claros en prevención secundaria, es decir, en personas que han tenido un síndrome coronario agudo, una angina crónica estable o un ACV. En estos pacientes, las drogas propuestas para integrar la polipíldora han demostrado claros beneficios por encima de sus posibles efectos secundarios".
Un detalle no menor es que buena parte de estos pacientes coronarios se encuentra actualmente tomando numerosos medicamentos para mantener bajo control sus factores de riesgo. Es más, muchos están polimedicados: toman una pastilla para el colesterol, otra más para la presión, algún anticoagulante, etcétera.
"Una sola pastilla al día podría mejorar la adhesión de los pacientes a sus tratamientos", dijo el doctor Yusuf.
Otro de los aspectos de la superpíldora para pacientes coronarios que suscita críticas es que, de alguna forma, va en contra del diseño "artesanal" del tratamiento que realiza el cardiólogo, que ajusta la dosis y la combinación de drogas de acuerdo con las necesidades de cada paciente en particular.
Cuestión de costos
Por último, están los costos. Según el doctor Yusuf, "la superpíldora podría costar no más de un dólar por persona a la semana. Lo ideal sería emplear drogas genéricas en su elaboración y esto, sumado a una reducción del costo de distribución habitual, permitiría un costo razonable".
De todos modos, que de un día para otro todas las personas mayores de 55 años -como proponen quienes predican su uso en prevención primaria- comiencen a tomar un medicamento, por más barato que sea, tendría un impacto inmediato que pocos sistemas sanitarios podrían afrontar.
El tiempo -y los estudios diseñados para corroborar su eficacia- dirán si una superpíldora para el corazón es posible. Por ahora, el debate continúa.
Por Sebastián A. Ríos
Enviado especial
Colesterol: cuál es la terapia más agresiva
¿Quiénes son los pacientes en riesgo cardiovascular que deben recibir un tratamiento anticolesterol más agresivo?, fue uno de los temas tratados en el Congreso Europeo de Cardiología, que reunió en esta ciudad a más de 25.000 profesionales.
"Los pacientes con enfermedad arterial periférica, con diabetes tipo II o síndrome metabólico, así como aquéllos con hipercolesterolemia familiar son los que deben recibir los tratamientos más agresivos contra el colesterol", enumeró Herbert Schuster, investigador de la Universidad Humboldt, Alemania.
Las razones son más que claras: las personas que han heredado una alteración de los receptores del LDL (o colesterol malo) tienen un riesgo de infarto seis veces mayor que el de la población general, por ejemplo. Y algo similar ocurre con las personas en las que la enfermedad vascular se manifiesta en los miembros, o que padecen diabetes tipo II o el síndrome metabólico, que se caracteriza por la conjunción de varios factores de riesgo vascular (obesidad, diabetes, hipertensión, principalmente).
"Estos son pacientes que, en nuestro país, muchas veces son subtratados en lo que hace al colesterol elevado, o que directamente no son correctamente diagnosticados", dijo el doctor Alberto Lorenzatti, presidente del Foro Argentino de Lípidos.
Según las más recientes recomendaciones de los Institutos Nacionales de Salud (NIH), de los Estados Unidos, estos pacientes de alto riesgo cardiovascular deben mantener sus niveles de colesterol LDL por debajo de 70 miligramos por decilitro; ya no se aceptan más los 100 mg/dl de las recomendacions anteriores.
¿Existe un tratamiento lo suficientemente agresivo para alcanzar esta nueva meta terapéutica? "Es necesario recurrir a drogas más potentes para llegar a esos niveles", respondió el doctor Juan Carlos Rivas, lipidólogo del Instituto Cardiovascular de Rosario.
Estatinas
Estudios presentados en el marco del Congreso Europeo de Cardiología muestran que las modernas estatinas, como la rosuvastatina, cumple con las nuevas demandas. El doctor Schuster mostró un reciente ensayo clínico que muestra que la rosuvastatina es capaz de lograr una reducción del 62% del colesterol LDL, al mismo tiempo que aumenta un 18% el colesterol HDL (el bueno).
Pero, además, existe una amplia gama de formas complementarias a las estatinas que permiten potenciar el descenso del colesterol. "Los fitoesteroles, que han sido introducidos en margarinas y leches, permiten reducir aún más el colesterol: entre un 12 y un 15%. Lo que también ayuda a reducir las dosis de estatinas que recibe el paciente, y con ello los posibles efectos secundarios", comentó el doctor Alfredo Lozada, experto en lípidos del Instituto Cardiovascular Buenos Aires (ICBA).
Como si esto fuera poco, el consumo de alimentos con fibra también aporta otro 7% de reducción del colesterol malo. Así, las nuevas metas anticolesterol no resultan tan lejanas ni inalcanzables.
Dónde consultar
Sociedad Europea de Cardiología: www.escardio.org .
Sociedad Argentina de Cardiología: www.sac.org.ar .
http://www.lanacion.com.ar/edicionimpresa/suplementos/salud/nota.asp?nota_id=641284
Enviado por Licenciatura en Gerontología el: Octubre 2, 2004 08:24 AM