Gerontología - Universidad MaimónidesGerontología - Universidad Maimónides
Octubre 22, 2004
Vivir con el corazón herido

LAS ENFERMEDADES CORONARIAS

El cambio de hábitos es obligatorio para los que sufren un evento cardiovascular. Cómo funcionan las clínicas de rehabilitación y los grupos de autoayuda.

Por Julia Tortoriello 
Clarín
22.10.2004

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“Fui la segunda mujer en Argentina a la que le hicieron dos by pass, pero la anterior era mayor que yo”, recuerda Irma Ursino que hoy tiene 52 años muy bien llevados. Ella empezó con dolores en el pecho a los 39, cada vez que subía una escalera o hacía algún esfuerzo. En una suerte de solución casera, respiraba hondo y los dolores pasaban. Pero con el tiempo se hicieron más intensos y tardaba más en recuperarse. Un día se descompuso en un negocio del barrio de Once. Asustada pidió parches para dejar de fumar pero era demasiado tarde: tenía que operarse y modificar definitivamente sus hábitos. Ella le contó a Clarín.com cómo es la vida después de un evento cardiovascular.

“Lo que más me costó fue dejar de fumar, fue tremendo. También tuve que empezar a cuidarme en las comidas y descansar más. Ahora hago yoga, bailo tango y me hago poco problema por las cosas”, cuenta Irma. Los cambios de hábito que tuvo que asumir son los mismos que tienen que enfrentar millones de personas que sufrieron eventos cardiovasculares, tales como infartos, anginas de pecho, angioplastías; o que presentan diversos factores de riesgo.

Lo más común es que las personas cardíacas tengan que adelgazar, seguir dietas bajas en colesterol y sodio, controlar la diabetes, hacer ejercicios físicos y abandonar para siempre el cigarrillo. Además, no tienen que hacerse mala sangre (controlar el estrés negativo, dicen los especialistas). Y éste no es un dato menor, porque casi cualquier cosa puede generar estrés. Las situaciones más típicas son las mudanzas, la sobre exigencia en el trabajo, los conflictos emocionales o los cambios bruscos en la economía familiar. Pero hay otras que son tan rutinarias como un embotellamiento de tránsito, una discusión, esperar un turno en un consultorio o hacer cola para cumplir un trámite.

“Doctor, escuchar partidos de fútbol no trae ningún inconveniente, ¿verdad?”, pregunta Néstor, que tiene tres by pass. El doctor al que se refiere es Armando Barmak, Coordinador de un grupo de reflexión del Centro de Vida de la Fundación Favaloro y que forma parte de un programa más amplio de actividades psicodinámicas. Jueves de por medio, en el centro de un amplio salón con pisos de madera y muchas máquinas de gimnasia prolijamente ubicadas, se improvisa un gran círculo de sillas donde funciona el grupo. Irma Ursino es, igual que Néstor, una de sus integrantes.

“En el grupo cada paciente cuenta sus experiencias, sus miedos, sus dificultades. En los demás funciona el efecto espejo, mediante la identificación con el otro, los pacientes pueden detectar y modificar conductas propias”, asegura el Dr. Barmak. ¿Qué pasa con los pacientes del interior del país? “Se los deriva. Pero se han dado casos en que viajan para participar del grupos de reflexión e incluso vienen para entrenar”, explica. Este es el caso de Celestino, quien viaja desde Mercedes dos veces por semana para hacer sus ejercicios de gimnasia y asistir a los grupos de reflexión. “Yo tuve un infarto. Un día estaba trabajando y se me paralizó el brazo derecho”, dice. El caso de Celestino es paradigmático en el grupo porque él reconoce que se sobre exige: “siento que soy el único que puede hacer el trabajo y me doy mucha manija”.

“Los pacientes no deben olvidar, pero tampoco vivir presos del pánico”, asegura la Dra. Melina Huerin, Jefa de Prevención y Rehabilitación Cardiovascular del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA) y Coordinadora General de la Clínica de Prevención, en el barrio de porteño de Núñez. Allí hay un gimnasio y un salón de bicicletas, donde cada semana publican una pregunta útil de prevención. Hay una cancha de vóley y un café. En algunos casos, los pacientes se quedan horas aprovechando ese espacio después de cumplir con sus programas de rehabilitación.

Manejo del Stress y Cambios de Hábito es uno de los Programas de la Clínica. Allí trabajan las licenciadas en psicología Adriana Tricerri y Cristina Sabolo y el Dr. en Ciencias Humanas Alejandro Spradling, el objetivo es que los pacientes logren una adecuada relajación frente a situaciones como el estrés laboral, el insomnio o los dolores de cabeza. Mediante diferentes técnicas les enseñan estrategias para controlar y reducir el estrés, la hostilidad, la ansiedad y la depresión. Específicamente, el Dr. Spradling transmite técnicas de relajación y meditación para tener plena conciencia de uno mismo y de lo que pasa alrededor. “Los pacientes tienen que aceptar la enfermedad y entender que estos cambios tienen que ser para toda la vida”, advierte Sabolo. “Es que tienen muchísimo miedo a lo que les pasó, miedo a morir si el evento se repite”, cuenta la Dra. Huerin. Estos centros, trabajan, justamente para evitar ese riesgo.

“¿Doctor los disgustos afectan al corazón?”, pregunta Vicente con marcado acento extranjero y cuenta “es que yo tuve un disgusto muy grande hace unos años y después me enfermé”. “Sí, puede afectar”, le responden el médico y otros compañeros del grupo de reflexión de la Fundación Favaloro. “El infarto es la expresión máxima del grito corporal”, había dicho minutos antes Barmak a Clarín.com.

Hace 12 años, cuando Irma Ursino empezó con sus primeros problemas cardíacos fumaba 3 atados de cigarrillos y trabajaba entre 9 y 13 horas diarias. Pero además, había tenido una gran decepción amorosa que le quitó el apetito y la había llevado a adelgazar muchísimo. La combinación de los tres factores se convirtió en un cóctel explosivo que su corazón no pudo tolerar. Al enterarse que tenía que pasar por una cirugía a corazón abierto lo que más la preocupó era esa marca que le quedaría y atravesaría todo su pecho. “Finalmente me operaron a través de la glándula mamaria, pero me angustiaba mucho pensar en que ya nadie me querría con esa cicatriz”, confiesa. Hace poco menos de un año Irma tuvo una recaída que coincidió, nuevamente, con otra decepción amorosa.

“Yo les aclaro que voy a volver a jugar a la paleta”, insiste Néstor en su grupo de reflexión de la Fundación Favaloro. Es que asegura haber hecho deporte toda la vida y que “sólo con caminar no es suficiente”. Lo interrumpe Omar, que se autodefine como “el sano del grupo”. El aún no padeció un evento cardiovascular y está ahí por prevención. De todos modos se siente seguro como para responder y aconsejar a Néstor: “depende de cómo te lo tomes, yo volví a jugar a la paleta porque conseguí armar un grupo para divertirnos”.

La vida de estas personas cambió para siempre después de haber sufrido infartos o diferentes enfermedades cardíacas. No sólo debieron modificar sus hábitos. Hay algo que también los acompañará para siempre: el agradecimiento a los médicos que le salvaron la vida.

Enviado por Licenciatura en Gerontología el: Octubre 22, 2004 12:59 PM