Gerontología - Universidad MaimónidesGerontología - Universidad Maimónides
Enero 03, 2005
Afirman que los estados depresivos generan fenómenos de hipercoagulación

depresion.JPGLa depresión es el padecimiento psíquico más frecuente en el mundo

La depresión aumenta cuatro veces el riesgo de sufrir infarto

El 21% de las mujeres y el 13% de los hombres están expuestos a este trastorno Algunos fármacos mejoran el estado de ánimo y la salud cardiovascular

La Nación
Domingo 2 de Enero de 2005

Además de ser una creciente epidemia, que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) promete convertirse en 2020 en una de las primeras causas de incapacidad en todo el planeta, los cuadros depresivos cuadruplican el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares.

Por otra parte, aquellos que han sufrido un episodio de este tipo, como por ejemplo un infarto, y se deprimen en forma posterior a ese suceso (una situación que ocurre al menos en la mitad de los infartados) incrementan por cuatro el riesgo de mortalidad en los próximos seis meses, porque la depresión eleva la posibilidad de sufrir otra vez un infarto.

Durante una reciente visita a Buenos Aires, un especialista mundial en el tema, el doctor Charles Nemeroff, director del Departamento de Ciencias en Psiquiatría y Comportamiento de la Facultad de Medicina de la Emory University de Atlanta, EE.UU., dijo que si bien está demostrado que la depresión aumenta el riesgo cardíaco de una manera contundente, "como por ejemplo lo hace el cigarrillo"; sin embargo, ni el público ni muchos médicos conocen la relación existente entre esta enfermedad y el infarto.

La evidencia, agregó el psiquiatra, surge de varios estudios realizados a partir de la década del 90, en los que él y otros colegas intervinieron, que analizaron 12 años de seguimiento de pacientes que habían manifestado algún signo de patología cardiovascular –infartos cardíacos y cerebrales mortales o no– que permitieron cruzar estadísticamente esa información con la presencia de cuadros depresivos.

Teorías complementarias

El especialista de EE.UU. dijo que explicar la relación entre la depresión y los males cardiovasculares y cerebrovasculares implica recurrir a varias teorías distintas, pero que funcionan de manera complementaria.

"Por un lado –dijo– los pacientes depresivos muestran mecanismos de coagulación sanguíneos hiperactivos, y por esa causa sus plaquetas funcionan de manera anormal, y son más propensas a formar trombos o coágulos, que pueden originar un infarto."

Pero además, agregó el doctor Nemeroff, las personas con depresión –en especial, cuando no reciben adecuado tratamiento– ven modificada la variabilidad de su frecuencia cardíaca, que es una función vegetativa –es decir, automática–, pero controlada por el cerebro, y esto puede causar alteraciones en el ritmo cardíaco, en algunos casos peligrosas.

Por otra parte, el psiquiatra Charles Nemeroff dijo que además la depresión incrementa fenómenos inflamatorios, que, como ya ha sido demostrado, también son un factor de riesgo para producir enfermedad coronaria –ateromas u obstrucciones de grasa en el interior de las arterias–, que funcionan como autopista hacia el infarto.

No es menos importante la relación que existe entre aquellas personas que padecen episodios depresivos y las dificultades para cumplir con tratamientos, ya sea farmacológicos o de cambio de hábitos de vida, que son centrales en la prevención y el tratamiento de las patologías de origen cardiovascular.

"La depresión –afirmó el doctor Nemeroff– no es solamente una enfermedad que afecta al cerebro o al estado de ánimo del paciente, sino también a otros órganos del cuerpo. Por ejemplo, en el caso de las mujeres, reduce la densidad mineral ósea y las hace más vulnerables a fracturas de cadera o de columna, fenómenos que se acrecientan además con la llegada de la menopausia. Por otra parte, estar deprimido también disminuye la actividad del sistema inmunológico, con la cual el organismo ya no está capacitado normalmente para defenderse de las infecciones. En síntesis: la depresión mayor es una patología que amenaza integralmente la vida del paciente, tanto desde el punto de vista físico como psíquico."

El doctor Nemeroff indicó que según un estudio realizado en los EE.UU. pudo determinarse que "el 21% de las mujeres y el 13% de los hombres están en riesgo de sufrir un episodio de depresión mayor a lo largo de sus vidas."

El investigador norteamericano dijo también que el género femenino es más susceptible a la depresión, "y esto por varios factores, como por ejemplo el parto, ya que el 10% de las mujeres que acaban de ser madres desarrollan un episodio depresivo luego de dar a luz [un fenómeno llamado baby blue], además de una mayor posibilidad de haber sufrido traumas durante la niñez (por ejemplo, abusos sexuales, que dejan una profunda huella), y también aspectos del complicado equilibrio hormonal femenino, la relación entre estrógenos y progestágenos, que podría vincularse con una mayor frecuencia de episodios depresivos entre las mujeres".

Por otra parte, el psiquiatra no olvidó citar una mayor exposición de las mujeres a riesgos considerados psicosociales, como por ejemplo el maltrato o acoso laboral y la pesada carga de responsabilidades que a menudo suman sobre sus espaldas, al combinar el trabajo hogareño con el de fuera del hogar.

El efecto farmacológico

En cuanto a los tratamientos farmacológicos, el especialista dijo que existen algunas drogas antidepresivas que aportan beneficios desde el punto de vista cardiovascular.

"Un trabajo publicado en la Revista de la Asociación Médica Americana (JAMA, por sus siglas en inglés) –dijo el doctor Nemeroff– demostró que la tasa de eventos cardiovasculares se había reducido a un 14,5% entre aquellas personas con depresión que habían recibido un fármaco llamado sertralina, en tanto que el grupo que había recibido solamente placebo había padecido un 22,4% de eventos cardiovasculares. El análisis de los datos demostró que podía reducirse un evento cada 13 pacientes que habían recibido el tratamiento."

Según el psiquiatra de la Emory University, luego de realizarse varios subestudios para averiguar por qué el uso de este fármaco –que mantiene por mayor tiempo un neurotransmisor, la serotonina, en el espacio sináptico– había disminuido las complicaciones vasculares, "se determinó que esta droga ayudaría a evitar la formación de trombos o coágulos, actuando de este modo sobre las plaquetas."

Otra investigación realizada en EE.UU., el Sertraline Antidepressant Heart Attack Randomized Trial (Sadhart) demostró que la utilización de este fármaco era además segura para pacientes que habían sufrido un infarto de miocardio y que posteriormente tuvieron depresión.

"Por otra parte –agregó el psiquiatra Charles Nemeroff– se investigó una hipótesis inversa, que consistió en tratar 137 pacientes no deprimidos que habían padecido un accidente cerebrovascular (ACV), a quienes se dividió al azar en dos grupos, uno que recibía el antidepresivo y otro que no, y el resultado fue que la administración de esta droga redujo tres veces el riesgo de episodios depresivos luego del evento cerebral."

Las propuestas terapéuticas para la depresión suelen incluir una combinación entre tratamiento psicológico y administración de psicofármacos específicos.

"Existen indicaciones estandarizadas –afirmó el psiquiatra– respecto de durante cuánto tiempo hay que indicar los fármacos para tratar el problema y evitar recaídas. Después de un primer episodio de depresión, la indicación es medicar durante seis meses y reducir lentamente la dosis hasta eliminar la medicación. Pero en los casos en que reaparece el episodio depresivo la medicación ya no debería interrumpirse porque el riesgo de que el paciente recaiga nuevamente y sufra el cuadro por tercera vez es de un 90 por ciento."

Síntomas que alertan

* La depresión tiene algunos síntomas característicos: estado de ánimo deprimido durante la mayor parte del día y casi todos los días; una notable disminución del interés o del placer en todas o casi todas las actividades; una pérdida o ganancia significativa de peso; insomnio o más ganas de dormir; agitación o enlentecimiento de los movimientos (esto suele ser observado por los demás); fatiga o pérdida de la energía; sentimientos de inutilidad o culpa excesiva; disminución de la capacidad para pensar o concentrarse; pensamientos recurrentes de muerte o de suicidio.


http://www.lanacion.com.ar/cienciasalud/nota.asp?nota_id=667993

Enviado por Licenciatura en Gerontología el: Enero 3, 2005 06:37 PM