Gerontología - Universidad MaimónidesGerontología - Universidad Maimónides
Enero 04, 2005
El teléfono como herramienta terapéutica

Se reducen las internaciones de pacientes con insuficiencia cardíaca al controlarlos telefónicamente

Enfermeras especializadas los llamaban periódicamente para controlar el peso, la presión arterial y la dieta Después de un año de la intervención el efecto perdura

La Nación
Martes 4 de Enero de 2005

Una de las grandes preguntas que desafía la atención de las enfermedades crónicas es cómo conseguir que el propio paciente se cuide y, sobre todo, cómo extender ese cuidado en el tiempo.

El seguimiento de los resultados de un estudio argentino sobre más de 1500 pacientes con insuficiencia cardíaca probó que el esfuerzo dedicado a la educación de los enfermos da sus frutos: quienes habían sido llamados por teléfono periódicamente por enfermeras especializadas para controlar peso, presión arterial, dieta y aprender más sobre su enfermedad continuaban mostrando menos frecuencia de reinternaciones aun más de un año después de haber dejado de recibir esas llamadas.

"Si el paciente es controlado y educado y luego eso se interrumpe, ¿cuánto tiempo perdura el efecto de esa intervención? Esa fue la pregunta que quisimos responder", afirma el doctor Hugo Grancelli, jefe del Departamento de Cardiología de Fleni e integrante del Grupo de Estudio de Sobrevida de Insuficiencia Cardíaca en la Argentina (Gesica).

Grancelli y los doctores Hernán Doval, jefe de Unidad Coronaria del Hospital Italiano; Daniel Nul, jefe de la Unidad de Terapia Intensiva de la Clínica Constituyentes, de Morón, y la licenciada Elsa Villalba, enfermera del Hospital Italiano, junto a otros colegas del Gesica, se hicieron acreedores del premio Fundación Dr. Pedro Cossio durante el 31er. Congreso Argentino de Cardiología por el seguimiento del estudio DIAL.

Ese seguimiento demostró que los efectos educativos sobre los pacientes perduran con el tiempo: inmediatamente después de finalizada la intervención, los pacientes que habían recibido llamadas telefónicas programadas se habían reinternado un 29% menos, pero aun un año después de interrumpido el monitoreo telefónico las recaídas continuaban siendo un 27% menos entre ellos.

Los cardiólogos explicaron que la insuficiencia cardíaca sintomática -disnea o falta de aire, edema o congestión por retención de líquido, agotamiento muscular severo- afecta a entre el 1,5 y 2% de la población, especialmente personas mayores, "pero la mitad de ellos no están tratados y una cifra similar -dijo Grancelli- presenta insuficiencia subclínica, es decir, sin síntomas, aunque sí podrían detectarse manifestaciones precoces mediante electrocardiograma y ecocardiografía, que deberían ser de rutina en casos de hipertensión, enfermedad coronaria, diabetes u otro factor crónico de riesgo cardiovascular."

Los cardiólogos agregaron que una de las dificultades más serias que presenta la insuficiencia cardíaca son las recaídas, que obligan a reinternaciones. "Eso ocurre -dijo el doctor Doval- porque un gran porcentaje de los pacientes deja la medicación y se agrava, o hace mal la dieta: si cumple con las indicaciones es muy difícil que no se mantenga estable. Pero la adherencia al tratamiento es un problema muy importante en esta enfermedad."

Además de incidir negativamente en la calidad de vida y aumentar la mortalidad, las reinternaciones tienen un impacto altísimo en los costos del tratamiento de la insuficiencia cardíaca, y por eso grupos de todo el mundo han propuesto estrategias para ayudar a que los pacientes estén bien controlados. Pero las contribuciones fueron parciales, con resultados metodológicamente poco fiables y, además, intervenciones costosas para el sistema de salud.

Una voz en el teléfono

A los especialistas de Gesica se les ocurrió otra alternativa: el teléfono. Así, integraron 1516 enfermos atendidos en 55 centros del país y todos ellos, durante un promedio de 16 meses, recibieron prolija y cuidadosamente llamadas periódicas de enfermeras especializadas para ayudarlos a cuidarse y monitorear su estado de salud.

"Localizamos a todos los pacientes -dijo el doctor Nul-, pertenecientes a centros desde Jujuy a Ushuaia, que incluían instituciones públicas y privadas, de alta, media y baja tecnología, todos tratados por cardiólogos que colaboraron ad honórem con el proyecto, y como cada paso debía ser controlado a la perfección mediante una lista electrónica de randomización se decidía a qué grupo pertenecía cada paciente: el que iba a recibir las llamadas o el que continuaría con el tratamiento habitual, bajo el control periódico de su médico".

Las encargadas de poner manos a la obra y trabajar durante 12 horas diarias, llamando a cada uno de los pacientes previamente asignados, fueron tres enfermeras: Elsa Villalba, Claudia Silva y Patricia Paiva.

"En promedio -explicó la licenciada Villalba- las llamadas eran cada dos semanas. Por un lado, hacíamos un seguimiento de la dieta, del control de sus signos y síntomas y del peso. Pero además indagábamos en el estado del paciente, para detectar qué le ocurría y darle pistas para mejorar. Si era necesario, avisábamos a su médico de cabecera. La primera llamada solía ser de 10 a 15 minutos, y después llevaba un promedio de 7 a 8 minutos. A menudo los pacientes preferían hablar a solas, sin familiares cerca, y muchos se hicieron confidentes nuestros."

La licenciada Villalba dijo, además, que al cabo de varias llamadas muchos pacientes establecían una relación cercana y afectuosa con la enfermera, y que ella recibió sorpresas muy emocionantes, como una bufanda de una paciente de 83 años que vivía en Mar del Plata, "y que después de la intervención telefónica había vuelto a caminar porque se sentía mucho mejor, más deshinchada y liviana, y había tenido ganas de volver a tejer".

Por Gabriela Navarra
De la Redacción de LA NACION

http://www.lanacion.com.ar/cienciasalud/nota.asp?nota_id=668289

Enviado por Licenciatura en Gerontología el: Enero 4, 2005 09:04 AM