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Enero 14, 2005
¿Cuánto dinero necesitarás para tu jubilación? Más de lo que crees

Según el viejo dicho, lo que desconoces no puede hacerte daño. Sin embargo, cuando se trata de la planificación de la jubilación este viejo dicho no funciona.

Universia-Knowledge@Wharton

La mayoría de la gente comprende, al menos superficialmente, que cuanto antes se empiece a planificar la jubilación, mejor. Apartar algo de dinero ahora en lugar de hacerlo más tarde, significa que a largo plazo se dispondrá de más activos. Sin embargo, lo que mucha gente no sabe es la cantidad de dinero que necesitará para vivir durante sus años dorados.

Concretamente, en opinión de expertos de Wharton las personas infravaloran peligrosamente la posibilidad de que puedan sobrevivir a sus activos. De hecho, Olivia S. Mitchell profesora de gestión de seguros y riesgos, nos ofrece un consejo muy valioso: podría ser una buena idea suponer que durante los años de la jubilación se va a necesitar el mismo nivel de ingresos que en la actualidad.

Mitchell, directora ejecutiva del Pension Research Council de Wharton, dice que la gente suele centrarse en la “fase de acumulación” del plan de jubilación, esto es, esos años en los que se trabaja, se aparta algo de dinero y se han de tomar decisiones como cuánto dinero se debería destinar a acciones, a bonos o a inversiones en activos monetarios. Lo que no se paran a pensar es cuánto dinero necesitarán cuando dejen de trabajar.

“Mucha gente no tiene buena información sobre cuáles serán sus gastos tras la jubilación”, dice Mitchell. “Sabemos a partir de nuestras investigaciones en el Pension Research Council que se infravalora significativamente la necesidad de seguros que cubran los cuidados a largo plazo y las residencias de la tercera edad. La gente tampoco sabe qué costes médicos podrá tener. Y mucha gente no presta la suficiente atención a los riesgos asociados a la inflación. Últimamente no hemos tenido mucha inflación, pero incluso si la tasa es baja, a lo largo de 30 años de jubilación el daño que podría causar sobre los ingresos sería considerable”.

Tal vez la faceta menos explorada de la planificación de la jubilación es el riesgo de longevidad. “La gente no suele pensar en la muerte; no es un tema al que nadie le guste enfrentarse”, en opinión de Mitchell. “Cuando la gente piensa en la muerte, a lo sumo piensan en la esperanza de vida. Pero puede que no entiendan que cerca de la mitad de la población vive más allá de la esperanza de vida. En especial las mujeres pueden vivir hasta alcanzar los 90 e incluso los 100 años”.

Falta de preparación

Un sinfín de estudios demuestra que la gente no está preparada adecuadamente para su jubilación. En una encuesta de mayo de 2003 elaborada por MetLife –una de las principales aseguradoras de vida-, se preguntaba a personas entre 56 y 65 años una serie de cuestiones diseñadas para comprobar sus conocimientos en temas de jubilación y planificación de los futuros ingresos. Como término medio, los encuestados tan sólo respondieron correctamente a 5 de las 15 preguntas.

La mayoría de los encuestados infravaloraban la esperanza de vida de una persona de 65 años, y no creían que la longevidad constituía un riesgo significativo en la planificación de su jubilación. A la pregunta, “¿Cuál es el mayor riesgo financiero al que se enfrentan los jubilados?”, tan sólo el 23% contestaba correctamente que el riesgo de longevidad. Otra de las cuestiones: “Un individuo que alcanza la edad de 65 años tiene una esperanza de vida de 85 años. ¿Cuál es la probabilidad de que viva más de los 85?” Tan sólo el 37% contestaron la respuesta correcta, que es el 50%.

Otro estudio, publicado en la edición del 23/24 de agosto del Financial Times de Londres y elaborado por Watson Wyatt, una asesoría de recursos humanos, examinaba como el mercado de valores, al alza en los últimos 3 años, ha afectado a los planes de jubilación de los trabajadores. Se encuestaron a 4.500 residentes en el Reino Unido con edades comprendidas entre los 50 y los 64 años, y se encontró que cerca de un cuarto de los encuestados había experimentado pérdidas del 25-50% en sus carteras de acciones, mientras que cerca de un quinto había perdido entre el 11-25%. Muchos de los encuestados afirmaban que no habían tenido otra elección más que retrasar la jubilación.

Los resultados de una encuesta publicada el 12 de agosto por Merrill Lynch muestran básicamente lo mismo. Sólo el 47% de los estadounidenses encuestados como parte del estudio Retirement Preparedness Survey de Merrill Lynch manifestaban tener “bastante confianza” o bien “mucha confianza” en que, cuando llegue su jubilación, habrán ahorrado el dinero suficiente. Dicho porcentaje es mucho menor que el 90% de 1998, un año en que todavía el mercado estaba al alza. Es más, un tercio declaraban que creían que no podrían retirarse a la edad de 65 años y sólo el 20% decía tener “mucha confianza” en su capacidad de inversión.

Durante unas declaraciones, Cynthia Hayes, ejecutiva de Merrill Lynch, decía: “Sabemos que los americanos tradicionalmente no han ahorrado lo suficiente para su jubilación, pero los resultados de este estudio de 2003 sirven como llamada de atención para los patrocinadores de los planes, los inversores individuales y las entidades que ofrecen servicios financieros”.

Mitchell de Wharton señala que aquellas personas con altos niveles de renta no son necesariamente los que mejor planifican su jubilación. “Investigaciones han demostrado que la insuficiencia de ahorro para la jubilación está presente en todos los niveles de renta y de riqueza”, decía Mitchell. “En algunos casos, incluso es peor para aquellos con mayores niveles de renta. Desde luego, estas personas están en una posición en la que pueden ahorran muchísimo, pero también suelen gastar mucho. Ahorrar no forma parte de su rutina necesariamente”.

El factor inercial

Brigitte Madrian, profesora en el departamento de políticas públicas y empresa de Wharton, dice que muchos trabajadores no planifican adecuadamente su jubilación debido a una inercia absoluta. Madrian ha investigado en profundidad el modo en que se diseñan los planes 401(k) en treinta grandes empresas estadounidenses a lo largo de los últimos años, y cómo éstos afectan las decisiones de ahorro de los empleados.

“Lo sorprendente de este estudio es descubrir lo importante que es diseñar el plan para animar a la gente a ahorrar dinero”, dice Madrian.

Una de las características clave de los planes 401(k) es que ofrece opciones con respecto a la cantidad de dinero con la que la gente puede contribuir, cómo asignar los activos y, tal vez lo más importante, la opción de decidir si los trabajadores de hecho quieren participar. Durante muchos años se suponían que tener muchas opciones era el mejor enfoque para diseñar planes, ya que se ofrecía a los empleados la libertad de elegir. Pero muchas empresas descubrieron que los planes 401(k) no conseguían ni por asomo tasas de participación universales a pesar de todas las opciones que contemplaban.

Madrian encontró que aunque en un principio tenga sentido ofrecer a la gente diferentes posibilidades de inversión, opciones y flexibilidad, de hecho lo que causa es confusión entre gran parte de los empleados. Así, muchos deciden no participar en los planes 401(k) que su empresa les ofrece. Madrian ha estudiado una posible solución para supera tal inercia: en lugar de pedir a los trabajadores que se acojan a un plan 401(k), las empresas podrían automáticamente incluirlos y obligarles a vencer su inercia tan sólo si no quieren adherirse al plan. Las tasas de participación en los planes 401(k) de las empresas que han puesto en práctica este enfoque son mucho mayores.

“Con los planes 401(k) estándar no participas en ellos a no ser que hagas algo para remediarlo: entrar en la página web de tu empresa y rellenar un formulario o llamar por teléfono a la línea de prestaciones”, explica Madrian. “Cuando tienes esta clase de mecanismos de adhesión, tan sólo dos tercios de los empleados participan en los planes. Pero en los últimos años varias empresas han probado un pequeño cambio: automáticamente se incluye a todos los trabajadores en el plan. No es obligatorio que los empleados permanezcan en él; pueden ir a la página web de la empresa o llamar por teléfono y pedir que les excluyan del plan. Cuando las empresas establecen este tipo de mecanismo de adhesión automática observan como las tasas de participación entre los empleados aumentan hasta un 90%.

Las empresas que han adoptado la adhesión automática no empiezan a deducir de manera inmediata las contribuciones en las nóminas de sus empleados. Normalmente los trabajadores disponen de 30 a 60 días para manifestar que no desean participar en el plan; después de dicho plazo se empiezan a deducir las contribuciones.

No se disponen de datos sobre el número de corporaciones en Estados Unidos que han adoptado la adhesión automática, pero Madrian dice que estas empresas están muy satisfechas con los resultados conseguidos. Es más –señala-, el Internal Revenue Service aprueba la idea.

Algunas empresas muestran reticencias a la hora de adoptar la adhesión automática. Como muchos trabajadores no quieren ser molestados teniendo que tomar decisiones sobre la cantidad con la que se contribuye o la asignación de los activos –al menos no de manera inmediata-, las empresas por defecto tienen que tomar esas decisiones por ellos.

“Estaría bien si las empresas eligiesen cosas que funcionasen bien para la mayoría de los empleados, pero la mayoría de las empresas han elegido bastante mal“según Madrian. “Deducen tan sólo el 2-3% de la nómina del trabajador y lo depositan en un fondo de inversión en activos monetarios porque temen depositar el dinero de los empleados en un fondo de inversión en forma de acciones o bonos que de hecho podría obtener rendimientos negativos. Ahora ese es el miedo que tienen las empresas, pero creo que es injustificado. Las empresas podrían depositar el dinero de los empleados en una combinación de fondos -acciones y bonos-, y fondos de inversión en activos monetarios -que tendrían un menor riesgo- hasta que los empleados tomasen sus propias decisiones.

Un plan 401(k) puede jugar un papel destacado en la acumulación de activos, pero por sí misma la acumulación de activos no necesariamente proporciona una solución al riesgo de longevidad, esto es, la posibilidad de que un inversor viva más que los activos ahorrados para la jubilación. Mitchell y Madrian están de acuerdo en que la gente que quiera evitar tal posibilidad tendría que considerar adquirir una pensión vitalicia.

Un vistazo a las pensiones vitalicias

Una pensión vitalicia es un contrato por el cual la compañía aseguradora garantiza a la persona que compra la pensión vitalicia un flujo regular de ingresos durante un periodo de tiempo. Hay muchas clases de pensiones vitalicias. Las pensiones vitalicias diferidas están diseñadas para acumular activos fiscalmente diferidos a lo largo de un largo periodo de tiempo y normalmente se utilizan para tener unos ingresos estables tras la jubilación. Por el contrario, las pensiones vitalicias inmediatas empiezan a realizar los pagos inmediatamente y normalmente se adquieren a cambio de una sustanciosa contribución. Hay dos tipos de pensiones vitalicias diferidas: las fijas, en las que se paga un porcentaje fijo del interés garantizado por la empresa emisora durante un periodo de tiempo determinado, y las variables, cuyo valor fluctúa dependiendo del resultado de las acciones, bonos u otras formas en las que se haya invertido el principal.

La característica más importante de una pensión vitalicia variable, desde el punto de vista de eliminar el riesgo de longevidad, es que puede estructurarse de tal modo que proporcione ingresos durante todo el tiempo que viva la persona que adquirió la pensión vitalicia. Es más, una pensión vitalicia variable puede estructurarse para ofrecer una indemnización en caso de fallecimiento, que garantiza que el beneficiario recibirá, como mínimo, las contribuciones realizadas por la persona que adquirió la pensión vitalicia si ésta fallece antes de llegar a la edad de jubilación y por tanto, empiecen a realizarse los pagos.

Uno de los puntos negativos de las pensiones vitalicias variables es que pueden suponer un mayor gasto anual que otros planes de jubilación como las cuentas individuales de ahorro o los planes 401(k). Una desventaja de las pensiones vitalicias fijas es que los tipos de interés del mercado pueden aumentar mientras los tipos de la pensión vitalicia permanecen invariables.

Las pensiones vitalicias pueden servir como un componente importante del plan general de ahorro para la jubilación de los trabajadores. Es posible que además de adquirir una pensión vitalicia, un individuo quiera también tener activos en forma de acciones, bonos o fondos de inversión.

Pero Mitchell subraya que una pensión vitalicia debería considerarse básicamente como una especie de seguro, no como una inversión. “La función más importante de una pensión vitalicia es protegerte en caso de que vivas más que tus activos. Al fin y al cabo, se trata de un contrato de seguro, Mucha gente que ha escrito sobre las pensiones vitalicias en los periódicos y revistas no entienden su naturaleza fundamental como seguro. Las consideran una inversión, pero una pensión vitalicia y una inversión son dos cosas totalmente diferentes. No te compras una pensión vitalicia simplemente para ganar dinero. La adquieres para asegurarte que tendrás ingresos cuando tengas 97 años. ¿Consideras los seguros médicos una inversión? En realidad no. Los seguros médicos te ayudan a protegerte contra las enormes facturas médicas. Ahora, después de haber dicho todo esto, hay pensiones vitalicias variables que ofrecen ciertas características de inversión que pueden ser beneficiosas. Pero las pensiones vitalicias en estado puro suponen hacer aportaciones de dinero sabiendo que la aseguradora te abonará unas cantidades mensuales mientras vivas”.

¿Cuándo necesitarás?

Después de la jubilación, ¿cuánto necesitarás para vivir?

Por ejemplo, Merrill Lynch recomienda a la gente suponer que necesitará el 70% de los ingresos previos a la jubilación: si tus ingresos anuales son en la actualidad 100.000 dólares, deberías calcular que necesitarás unos 70.000 dólares cuando estés jubilado.

Pero Mitchell considera que puede que ese porcentaje no sea suficiente. “Los planificadores financieros tradicionalmente han manejado el 70-75% como tasa de reposición estándar. Pero si echas un vistazo a qué quiere la gente para cuando se retiren, la mayoría dice que les gustaría gastar aproximadamente la misma cantidad de dinero que gastaban antes de la jubilación. Tal vez no necesiten pagar el parking en el centro de la ciudad o gastar tanto en ropa como cuando trabajaban, pero es posible que decidan viajar o practicar caros hobbies como el golf. Mi sugerencia –y soy consciente que deprimirá a más de uno-, es suponer que necesitarás una tasa de reposición del 100%. Si al final acabas teniendo más dinero de lo que en realidad necesitas, mejor para ti. Apartar más dinero mientras trabajas y trabajar más años antes de jubilarte es una buena forma de seguro”.

Enviado por Licenciatura en Gerontología el: Enero 14, 2005 08:24 AM