Las personas enfermas no son menos felices que las sanas, según un estudio
La capacidad de adaptación de los seres humanos a las adversidades está a menudo subestimada. Un nuevo estudio realizado por la universidad norteamericana de Michigan pone de manifiesto que los humanos somos capaces de ser felices en situaciones difíciles gracias a la adaptación de nuestras respuestas emocionales. Una indicación de cómo son muy importantes nuestras actitudes de adaptación emocional ante una adversidad severa.
Por Marta Morales.
Tendencias del Siglo XXI
27.02.2005
Las personas que padecen enfermedades severas no son menos felices que las sanas, señala un estudio reciente. Los pacientes que sufren dolencias incurables o crónicas son tan felices como las que no tienen problemas de salud, y no pasan la mayor parte del tiempo auto compadeciéndose.
Estos resultados, obtenidos por un grupo de investigadores de la Universidad de Michigan, van en la línea de otras investigaciones que sugieren que las personas enfermas se adaptan a su estado y manifiestan una actitud positiva y un espíritu de superación que las personas sanas no suelen presuponer, publica la propia universidad en una nota de prensa y también el Journal of Experimental Psychology: General.
Los investigadores realizaron su trabajo tomando los datos de 49 pares de personas, la mitad de ellas sometidas a tratamientos de diálisis y la otra mitad sanas. Ambos grupos dieron cuenta de su estado de humor a través de una PDA, un aparato que trasladaba esta información a los investigadores. Uno de los autores del estudio, Jason Riis, programó las PDA para que cada dos horas durante una semana entera avisara a los participantes de que debían registrar su estado de humor en esos momentos.
Buen humor en ambos grupos
Los pacientes enfermos frecuentaban un centro de hemodiálisis tres o más veces a la semana, llevando a cabo sesiones de varias horas cada vez. La hemodiálisis consiste en filtrar y purificar la sangre artificialmente, con la ayuda de una máquina, cuando los riñones fallan y no pueden realizar correctamente esta función.
Los datos recogidos en ambos casos revelan que ambos grupos de personas estaban de buen humor la mayor parte del tiempo. No había diferencia entre los 49 pacientes y los 49 participantes sanos en la media de la medición de sus estados de ánimo totales, que en conjunto tendió a ser positivo. No existía tampoco diferencia entre estados concretos tales como “estresado”, “contento”, “preocupado o ansioso”. Incluso las preguntas acerca del dolor, la tristeza o las satisfacción general no demostraron ninguna diferencia significativa.
El estudio se realizó con participantes sanos de edad, género, raza y educación similares a los de los enfermos. Entre todos ellos había 60 personas de raza blanca, 36 de raza negra y un hombre hispano.
Mejorar las condiciones
Peter Ubel, co-autor del estudio y profesor de medicina interna y de psicología de esta universidad, señala que este hecho constituye una indicación de cómo son muy importantes nuestras actitudes de adaptación emocional ante una adversidad severa. Las personas tendemos a minusvalorar nuestra propia capacidad de adaptación, pero parece ser que somos capaces de ser felices a pesar de las adversidades.
Todo esto no significa que no haya que intentar mejorar la calidad de vida de las personas afectadas, o que no haya periodos de frustración o de dificultades, riesgos de depresión o consecuencias económicas o sociales. El estudio sugiere simplemente que, una vez que los individuos superan esos periodos, tienden a adaptar su respuesta emocional a su nueva vida.
Además de Ubel y Riis, este estudio ha sido realizado por Gorge Loewenstein, de la universidad de Carnegie Mellon, por Jonathan Baron and Christopher Jepson, de la universidad de Pennsylvania, y por Angela Fagerlin de la universidad de Michigan. Ubel y Fagerlin son miembros del Program for Improving Health Care Decisions de la Universidad de Michigan.
Enviado por Licenciatura en Gerontología el: Febrero 27, 2005 11:54 AM