Gerontología - Universidad Maimónides

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En busca de una salida para el túnel del Alzheimer

La enfermedad de Alzheimer lleva bien definida casi un siglo y aún no tiene alternativas terapéuticas que acaben con ella. Hasta ahora sólo se puede aspirar a paliar o retrasar ligeramente sus síntomas, pero el envejecimiento de la población, la perspectiva de que se convierta en un negocio más rentable y el interés por explorar áreas sin solución animan al sector farmacéutico a dedicar cada vez más esfuerzos a su I+D.

Diariomedico.com
28/12/2005
Cristina G. Real

Pilar llegó un día de hacer la compra y, ya en casa, no lograba recordar si le habían dado las vueltas de lo que había pagado; ni siquiera estaba segura de si tendría que haber esperado las vueltas. Pero se justificó pensando que todo el mundo tiene un despiste de vez en cuando, y el episodio no llegó a generar alarma.

Poco después, otro día sirvió sal en lugar de azúcar en el café, y además no le supo raro, a pesar de las quejas de su familia. Así empezó todo antes de cumplir los sesenta, y fue empeorando hasta que llegó un momento, años después, en que no reconocía a nadie, había perdido toda la autonomía, e incluso era incapaz de mantenerse erguida y se escurría si la sentaban en el sofá. Este proceso degenerativo propio de la enfermedad de Alzheimer (EA), que en el caso de Pilar ocurrió hace más de 30 años, aún hoy no se puede prevenir ni curar, y los únicos tratamientos disponibles apenas pueden retrasar el desarrollo de la enfermedad.

"Lo deseable sería disponer de tratamientos preventivos, porque probablemente la neurodegeneración no va a ser fácilmente reversible", asegura Fernando Valdivieso, del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, de la Universidad Autónoma de Madrid.

Valdivieso, que dirige una línea de investigación sobre la neuropatología molecular de la EA, está convencido de que el diagnóstico precoz es importante pero lo será aún más en el momento en que haya tratamientos curativos y, mejor aún, preventivos.

Los datos hablan
Lo que está claro es que hay un gran terreno que ganar por las compañías farmacéuticas, y no sólo por la oportunidad de hallar alternativas terapéuticas todavía inexistentes, sino también por la amenaza de epidemia en la que se puede convertir la enfermedad por el envejecimiento de la población, según algunos vaticinios.

Lo cierto es que entre el 7 y 10 por ciento de los mayores de 65 años padece demencia, y cerca de la mitad de las demencias a partir de esta edad se deben a EA. Y el panorama empeora con la edad: el porcentaje de población con EA se eleva al 10,8 por ciento si hablamos de edades comprendidas entre los 80 y los 89 años. En diciembre de 2003 el 17 por ciento de la población española -de 42.197.865 habitantes- tenía más de 65 años según los datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), y las previsiones de ese mismo organismo indican que esta población constituirá casi el 20 por ciento del total para 2020.

La generación del baby boom en Estados Unidos, denominada así porque constituyó el incremento más importante de nacimientos entre 1946 y 1964, está ahora inmersa en las edades de riesgo de padecer Alzheimer. Según el INE, en España, este fenómeno se produjo con un retraso de unos diez años con respecto al resto de Europa y Estados Unidos, por lo que será hacia 2020 cuando empezarán a llegar a la edad de jubilación los nacidos del baby boom español y, por tanto, la prevalencia de EA alcanzará previsiblemente su máximo histórico en España.

Manos a la obra
El pellizco para la industria farmacéutica parece jugoso, y así lo entiende el sector. Al menos una veintena de compañías de distinto tamaño están trabajando para descubrir alguna alternativa terapéutica, y más de 30 compuestos están en distintas fases de desarrollo clínico, según datos de la patronal farmacéutica estadounidense, PhRMA.

A pesar de la elevada prevalencia de la enfermedad, las alternativas terapéuticas actuales son limitadas, se centran básicamente en la mejora de la sintomatología y cada vez más en ralentizar la evolución de la enfermedad, explica a DM José María Taboada, director médico de la empresa francesa Sanofi aventis.

"La elevada inversión de Sanofi aventis en I+D para la EA se concreta en cuatro productos en fases I y II, con novedosos mecanismos de acción que cubrirán diferentes niveles clínicos: xaliproden -agente neuroprotector y neurotrófico-, SL650155 -agonista parcial 5HT4-, y dos antagonistas CB1". A estos compuestos hay que añadir otros tres en fase preclínica.
Muchos de los esfuerzos del sector son altamente innovadores e introducen la genética y la biología molecular para superar las actuales "medidas terapéuticas dirigidas a paliar los efectos que la enfermedad causa en el paciente y en su entorno", comenta Miguel Muñoz, gerente de investigación clínica en la Dirección Médica de Roche Farma España.

Roche está invirtiendo en "medidas dirigidas a frenar el avance de la enfermedad, mejorando el pronóstico del paciente". En concreto, ha comenzado un amplio programa de desarrollo en fase I con una nueva familia terapéutica. En su línea de investigación de terapias biotecnológicas con anticuerpos monoclonales se enmarcan sus esfuerzos para desarrollar "un anticuerpo monoclonal contra las placas de amiloide de la EA".

"La placa de amiloide -explica Muñoz- es un hallazgo histológico íntimamente relacionado con la enfermedad, y nuestra hipótesis se basa en que bloqueándola podríamos frenarla".

Mejorar las armas
Juan Lahuerta, gerente de Neurociencias del Departamento Médico de GlaxoSmithKline (GSK), asegura que los fármacos de los que disponemos en la actualidad (potenciadores de la transmisión colinérgica central o antagonistas del receptor NMDA glutamatérgico) "tienen una efectividad modesta y sólo en los estadios iniciales de la enfermedad". En su opinión, la solución farmacoterapéutica pasa por el desarrollo de fármacos que modifiquen el curso de la enfermedad, impidiendo la aparición de las lesiones neuropatológicas que conducen a la pérdida de conectividad sináptica y a la disfunción y muerte neuronal. "Posiblemente, esto implique el desarrollo de pruebas diagnósticas mucho más sensibles, de modo que se pueda iniciar el tratamiento de forma precoz".

GSK investiga con fármacos que mejoran el metabolismo energético de las células nerviosas en pacientes con EA o que modifican las respuestas inflamatorias cerebrales presentes en la enfermedad. "Asimismo -dice Lahuerta-, se exploran fármacos que pudieran paliar y, presumiblemente, retrasar el déficit cognitivo presente en la EA, así como mejorar las alteraciones de la conducta, que constituyen uno de los principales problemas de estos pacientes actuando sobre neurotransmisores diferentes a los del sistema colinérgico".

La posibilidad de que un día personas con una carga genética puedan vacunarse contra la EA todavía parece una utopía, aunque la biotecnológica irlandesa Elan mantiene sus esfuerzos encaminados a la inmunización amiloide, basada en su teoría de la inducción a una respuesta inmune del organismo que logre eliminar la citada proteína del cerebro. Los primeros ensayos se han interrumpido, pero Elan mantiene la hipótesis.