Gerontología - Universidad Maimónides

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La higiene cotidiana en el paciente con Alzheimer

Junto con las comidas y la medicación, los aspectos vinculados con la higiene suelen ser una preocupación central en las personas que tienen que cuidar a un paciente con Alzheimer.
Por este motivo, señalaremos, en forma abreviada, algunos puntos importantes a tener en cuenta.

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El baño diario
La rutina es un elemento importante a no descuidar en este tipo de afecciones. Con relación al baño, debería tratar de conservar los mismos hábitos que la persona tenía antes de enfermar. Por ejemplo, continuar con la ducha matinal habitual, en lugar de cambiar por la del horario nocturno. Aunque no lo parezca, bañarse no es una tarea tan simple. Es necesario quitarse progresivamente la ropa, dirigirse al baño con una toalla, una bata y un par de pantuflas, abrir la ducha, tomar el jabón, enjabonarse, enjuagarse y secarse. El hecho de enjabonarse también tiene una sistemática, es decir, se suele comenzar con una sector de cuerpo y progresar hacia el resto.

Todo ello puede introducir inquietud y confusión en el paciente con Alzheimer. Por esto, es conveniente ir señalándole en voz alta cada uno de los pasos mencionados.

Estas mismas dificultades hacen que las personas con deficiencias cognitivas se resistan a la higiene (lo mismo que sucede con algunos niños). Puede adoptarse una actitud contemplativa respecto a reservar la ducha para 3 ocasiones a la semana, pero nunca ceder ante la demanda o la resistencia.

Una recomendación especial para evitar accidentes: prestar atención a los productos para el baño y el modo de entrar y salir de la bañera. Respecto al primer punto, evite baños de espuma o los aceites especiales porque pueden provocar resbalones.
Con relación a las dificultades para acceder y salir de la bañera, es conveniente asesorarse para la adecuación del ambiente, el uso de barandas, u otros elementos que le otorguen seguridad a Ud. y al paciente. En algunos casos, suele ser útil colocar una silla de plástico, del mismo alto que la bañera, dentro de ella. Incluso en las ortopedias se encuentran bancos especiales para esta actividad, que aseguran que no habrá desplazamientos, pese al jabón que escurre al piso de la bañera. Se le solicita al paciente que se siente en la silla con los pies hacia fuera de la bañera. Luego, manualmente se puede desplazar las piernas hacia adentro. Con la ayuda de una manguera o duchador se puede proceder a enjabonar y enjuagar al paciente, tal como se hace con algunos niños pequeños.

Como precaución, no deje nunca la persona con Alzheimer sola en la bañera. No existen razones (timbres, llamados telefónicos, etc.) que justifiquen que se aleje del baño. Al sentirse solas muchas personas con esta problemática pueden intentar salir de la bañera, resbalarse y caerse. También es importante no sobrepasar los 2 o 3 cm del nivel de agua contenida en su interior.

Insista, aunque le resulte un poco embarazoso, con la higiene íntima, tanto en hombres como en mujeres. Si la persona no accede a hacerlo por su medio, intervenga y efectúelo personalmente ya que de ello dependen la prevención de infecciones y erupciones.
Al concluir el baño, es conveniente un secado minucioso porque la existencia de humedad en zonas de pliegues favorece el desarrollo de hongos (micosis). En esos sitios, puede utilizarse fécula de maíz, para impedir estos procesos.

Finalmente, recuerde que el momento del baño es una buena ocasión para revisar si no se han producido úlceras o escaras, ya que muchas veces las personas con Alzheimer son adultos mayores que permanecen mucho tiempo sentados o acostados. En el caso de que observe alguna zona congestionada, roja o con sarpullidos o ulceraciones consulte con el médico.

Editora Médica Digital, febrero de 2006