Ya se vende la promesa de la eterna juventud
El negocio anti-age ofrece hoy una impresionante colección tan impresionante de hormonas y suplementos que su crecimiento es enorme. Pero algunos remedios no están exentos de riesgo y sus beneficios distan bastante de estar comprobados.
Revista Mercado
Viernes 31 de Marzo del 2006
El médico Ron Rothenberg tiene un instituto "anti-age" en California donde atiende sin parar desde temprano a la mañana hasta la caída del sol. También tiene sesiones explicativas donde explica su método que consiste en un régimen combinado de dieta, ejercicio y hormonas para sentirse joven y vivir más. Howard Benedict, un amigo que se hizo en 1999 cuando practicaban surf en las costas mexicanas de Cabo San Lucas, es uno de esos pacientes. Benedict sigue, por indicación de Rothenberg, un régimen que le cuesta US$ 10.000 al año y que consiste en 30 vitaminas y suplementos, gel de testosterona e inyecciones de hormona del crecimiento humano. Benedict afirma que su artritis ha cedido tanto que puede andar en bicicleta y surfear cuatro horas seguidas después de beber un gran vaso de denso jugo proteico que aprendió a hacer con la nutricionista de Rothenberg. "Los otros tipos de mi edad, sólo aguantan media hora de surf," dice Benedict, de 61años. Y con una sonrisa de pícara satisfacción añade que con su esposa está como si tuviera 20 años. "Es increíble", dice.
El Healthspan Institute, en Encinitas, California, es la clínica de Rothenberg, a donde van los pacientes que quieren demorar la inexorable marcha hacia las mañanas con Metamucil y las noches con Viagra. En un momento en que los 77 millones que forman la generación de la posguerra se acercan a la vejez, el campo relativamente nuevo del antienvejecimiento corre para ponerse a su alcance. La medicina antiedad va mucho más allá del Botox, cremas faciales con Retin-A y spas médicos que ofrecen cirugía plástica y procedimientos con cosmética láser. En realidad, sólo una pequeña parte de los nuevos profesionales médicos se propone lograr que los pacientes se vean más jóvenes. Lo que buscan es retrasar el reloj biológico prescribiendo megadosis de suplementos que, afirman, impiden que los órganos del cuerpo se deterioren y mueran. Además de emplear drogas biológicas altamente cuestionadas, como la hormo de crecimiento humano (HGH), hay toda una cantidad de suplementos dietarios que incluye DHEA, vitaminas antioxidantes C y E, glucosamina, Omega-3, y mucho más. Las mujeres vienen usando desde hace décadas terapias de reemplazo de hormonas, pero ahora también a los hombres se los invita a mirar la edad mediana en términos de menopausia masculina, a veces llamada andropausia.
Controversias
El movimiento tiene su propio grupo profesional: la American Academy of Anti-Aging Medicine (A4M), que emite una certificación a los médicos que quieren exhibir chapa en la especialidad. A4M organiza conferencias, vende libros y DVD sobre antiedad y actúa como centro de información para pacientes que buscan médicos o la clínica más cercana. También sirve de vidriera para las investigaciones que muestran que el negocio mueve US$ 56.000 millones al año y que para 2009 podría llegar a 79.000 millones. La promesa que la A4M agita frente a los ojos de los pacientes se resume perfectamente en el título del libro que acaba de publicar Rothenberg: "Forever Ageless" (Por siempre sin edad). Según A4M, desde el año 1996, 1.500 médicos han obtenido de la Academia certificado de aptitud para trabajar en medicina anti-age. Rothenberg, que tiene unos 300 pacientes, fue el décimo de la lista, y habla con orgullo de su condición de pionero. "Estamos revirtiendo el proceso de envejecimiento y mejorando la calidad de vida", dice "Lo veo todos los días".
Rothenberg y sus colegas en la especialidad tienen pocos datos científicos en que apoyar sus promesas de extensión de vida. Pero insisten en que los regímenes garantizan lo que llaman la "rectangularización": muchos años de vida con buena salud seguidos por una breve y aguda declinación, o sea una alternativa frente al proceso triangular de lento descenso hacia la tumba.
El movimiento anti-edad ha desatado una gran controversia dentro de la medicina. Muchos de los suplementos dietarios que recomienda no están regulados como medicamentos por la Food & Drug Administration. Eso significa que los productos no son sometidos al riguroso proceso de pruebas de seguridad y eficiencia que atraviesan los fármacos. Además, algunos productos hormonales prescriptos por los médicos son preparados por farmacéuticos especializados que, dicen sus detractores, tal vez no adhieran a los mismos estándares que exige la FDA en cuanto a consistencia y pureza que los fabricantes para el mercado masivo de medicamentos. Muchos críticos están reclamando a la FDA que lance sus garfios sobre el negocio anti-age, especialmente sobre los renegados que venden ilegalmente sus productos en Internet.
La hormona del crecimiento (HGH, por sus siglas inglesas) es la herramienta más controvertida del arsenal anti-age. Una sustancia producida en el cuerpo, fue sintetizada por varias empresas de biotecnología a principios de los '80. Los primeros productos fueron aprobados por la FDA en 1985 para ayudar a los niños muy bajitos a crecer más. Últimamente el negocio anti-age la adoptó como arma para aumentar la inmunidad, memoria, función cardíaca, masa muscular y mucho más.
Rothenberg, quien ha tomado él mismo la hormona del crecimiento, cree que podría permitir que la gente viva hasta los 125 años. Pero es ilegal distribuir HGH con propósitos antienvejecimiento y los críticos creen que muchos jugadores del negocio que la prescriben están violando la ley y poniendo de paso en peligro la salud de los pacientes. La industria farmacéutica formalmente se opone a los esfuerzos por relacionar HGH con el anti envejecimiento pero, por detrás de la escena, las empresas tal vez no hayan hecho mucho para moderar el entusiasmo: en diciembre un juzgado federal destapó un juicio iniciado por un informante que acusaba a una unidad de Pfizer Inc. de promocionar la HGH para usos anti-age.
Por lo tanto, crece la preocupación que las promociones tengan algo de chanchullo fraudulento. Como el envejecimiento no es en realidad una enfermedad, muy pocos de esos gastos son cubiertos por el seguro médico. Eso significa que los pacientes deben solventar casi todos el gasto de su propio bolsillo. En la clínica Rothenberg una evaluación completa del estado de salud - proceso que lleva dos días e incluye charlas con nutricionista y fisiólogo - cuesta US$ 2.500 o más. De allí el paciente sale con una larga lista de compras de suplementos dietarios y hormonas naturales que puede costar unos US$ 250 por mes. Y un tratamiento con HGH puede significar hasta US$ 2.000 mensuales. Y como aquí no se habla de superar ninguna enfermedad sino de detener el envejecimiento, el tratamiento no tiene final previsto.
Daniel Perry, presidente de la alianza para la investigación del envejecimiento, dice con escepticismo que " la gente está gastando mucho dinero en tratamientos que tal vez no sean médicamente necesarios."