HORACIO ROCA Y MARIA ONETTO
Para Leticia y el cura de “Montecristo”, el
sexo entre maduros casi no existe en la TV
Tras el primer encuentro íntimo entre sus personajes, esta semana, en la ficción de “Montecristo”, los actores evalúan el porqué de los espacios dados a los “maduros” en las tiras de televisión. Hablan acerca del mundo impuesto a una sociedad que privilegia la juventud y la belleza por sobre todas las cosas. Cómo se viven el sexo, el amor y las relaciones de pareja décadas después de dejar atrás el ímpetu propio de la adolescencia.
Compañeros. La escena de sexo entre Pedro y Leticia fue para los dos la primera que les tocó interpretar en televisión. Muy realista.
Por marina abiuso
05.11.2006
Perfil.com
A cara lavada y con el pelo suelto, María Onetto aparenta sus 40 y no los 50 y pico que –ella estima– tiene Leticia, su personaje en Montecristo. Vestido como el ex padre Pedro, a Horacio Roca es algo más difícil separarlo del papel. Deciden compartir el almuerzo, rápido, antes de empezar las grabaciones: una medialuna con jamón y queso, tamaño industrial.
De movida, el tema inquieta: “¿Así que fue novedoso ver una escena de sexo entre maduros?”, se sorprende Horacio. “Pasa que yo me olvido que soy grande”, remata, muy cómodo a sus 51. “¿Qué posición del Kama Sutra querés que hagamos?”, le pregunta, irónica, María al fotógrafo. Horacio se ríe y –jugando– la toma de la mano. Pero desiste ante la advertencia: “Vas a tener problemas con tu señora”. Ya caracterizados, se sueltan y se da un fuerte contraste con el tono tímido que tuvo su primer encuentro íntimo en la ficción, emitido el lunes pasado.
ONETTO: Lo había charlado con el director, y él también lo calificó como una escena adulta. La estética no pasó por un único signo, que sería la belleza de los cuerpos, o el erotismo, en relación con lo que visualmente pueda suceder con caras o piernas, sino por lo genuino de dos personas que están enamoradas y se animan a dar un paso que para ellos es muy importante. No era una escena cualquiera, sobre todo para el personaje de Horacio. Era iniciar una vida diferente. Para mi personaje también, algo que nunca le había sucedido hasta ahora.
—Evidentemente, la gente mayor de 50 tiene sexo. ¿Por qué creen que la televisión no lo estaba reflejando?
ROCA: Creo que debe tener que ver con algo más amplio. Una sociedad en la que un tipo de 40 o 45 es considerado viejo para el mercado de trabajo seguramente va a reproducir en otros lados ese criterio. Como en la ficción, fijate –aún más allá de nuestra edad– que no hay un programa en la tele donde el conflicto pase centralmente por gente de 60. Quizá desde el punto de vista del marketing es considerado que no gusta, no vende. Pero ¿cuántos años hace que en la tele no hay programas donde las historias pasen por jubilados? Como si no existieran. Hay directamente una franja de 20 o 30 años que desaparece del centro de la ficción. Eso habla de algo que está en la sociedad.
O: Cuando pensaba la escena desde Leticia, sentía que es interesante que la tele sirva para algo más que contar una historia, que es también muy valioso. Esto que señala Horacio: fuera de las particularidades de los personajes, está la posibilidad de mostrar que existen personas que son más grandes, que tienen dificultades, que no son los reyes del sex appeal. Y sin embargo…
—¿Eso la distinguió de otras escenas de sexo que hayan interpretado antes en sus carreras?
R: Es que alguna vez había hecho otra, pero no de este tipo. En teatro, para una comedia, pero era como un juego, tapado bajo unas sábanas. No la recuerdo como una escena difícil ni comprometida en ese sentido. Casi diría que el debut de Pedro fue también mi primera vez.
Elogio de la madurez
Por marina abiuso
05.11.2006
e54
Maquillaje. Tiempo para repasar y discutir el guión.
Foto: Santiago Cichero
“Quizás a los 20 uno es un poco indiscriminado –evalúa Roca–. Después te ponés más exigente, no sólo a nivel sexual. Pero me parece que no hay ninguna otra diferencia.” Onetto completa: “Yo creo que es un poco mejor. Una ha pasado más tiempo habitando su cuerpo y no está la presión hormonal que lleva a que no importe si estás con una mesa o una persona. Cuando se es más grande, está más sustentado en el vínculo, en lo que pasa con el otro”.
Padre a los 42, separado y nuevamente en pareja, él dice “haber ejercido largamente la soltería”. María sigue en ejercicio: “Vivo bien sola, me gusta. A veces pienso que si me enamoro tendría que encontrar una manera de mantener algunos aspectos de mi rutina actual que me parecen valiosos. Y cuidar que el vínculo no se intoxique con temas como pagar la cuenta de luz”.
Roca, en fin, se ilusiona: “La juventud no es necesariamente una etapa paradisíaca, no la extraño. Sí me gustaría que la película transcurriera de una manera un poco más lenta. Pero no por volver atrás, sino porque durara más. En el momento en el que estemos”.