Consiste en infiltrar un componente de la sangre del propio paciente en la zona lesionada
Eroski
| 25 de enero de 2007
La artrosis es una enfermedad degenerativa que destruye lentamente las articulaciones de rodillas, caderas, tobillos, muñecas, columna o ligamentos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que el 10% de las personas con más de 60 años la padece. A ocho de cada diez les ha limitado el movimiento y a una de cada cuatro les impide realizar sus actividades cotidianas. Por ahora, ningún tratamiento previene este mal ni tampoco lo cura. Sin embargo, dos médicos vitorianos acaban de descubrir el modo de interrumpirlo cuando la patología se encuentra aún en una fase inicial y de retrasar su evolución en casos más avanzados.
La sangre del propio paciente es la clave. Hace ya una década, el odontólogo e investigador alavés Eduardo Anitua logró aislar un componente de la sangre humana, en concreto, la fracción de plasma con mayor concentración de proteínas, y comprobó su excepcional poder cicatrizante aplicado a los alveolos de las muelas tras una extracción. Constató que lograba acelerar la regeneración tanto del tejido como del hueso. "La razón es que no existe riesgo de infecciones", apunta Anitua.
El 65% de los enfermos tratados con la aplicación del plasma rico en factores de crecimiento mejora de su dolencia A principios de esta década, su colega, Mikel Sánchez, experto en traumatología, le propuso ensayar la aplicación del plasma en rodillas artríticas. Tras años de ensayos han conseguido que un 65% de los enfermos tratados con esta novedosa técnica presente una notable mejoría en dos meses. El dolor cede y el paciente recupera de forma significativa su capacidad de movimiento.
Respuesta a la terapia
Ambos doctores han aplicado esta técnica del plasma a más de 500 pacientes con problemas de artrosis en la rodilla. Su descubrimiento va a ser publicado en la revista de la academia internacional de Osteoartrosis, editada en Estados Unidos.
El sexo y la edad de los pacientes no influyen en la respuesta a la terapia, pero sí el grado de artrosis, ya que la mejoría es mayor es los pacientes con artrosis menos evolucionada.
Los resultados preliminares de esta técnica ya fueron presentados en el congreso mundial sobre artrosis de Pittsburgh (EE.UU.) el año pasado, además de ser explicados en numerosos congresos europeos.
Los doctores Anitua y Sánchez explicaron que el tratamiento interrumpe o al menos retrasa el avance de la enfermedad en los pacientes leves, y aspira a retrasar el tratamiento definitivo de las artrosis graves, que hoy en día sólo se tratan mediante cirugía, sustituyendo la articulación por una prótesis.
En media hora
La técnica consiste en realizar una extracción de sangre convencional al paciente. A continuación, se introduce el contenido en un tubo estéril con una pequeña dosis de anticoagulante. La muestra se centrifuga a través de un equipo digital durante ocho minutos, lo que permite separar los componentes de la sangre en fracciones, y se extrae el llamado "plasma rico en factores de crecimiento", con un elevado índice de plaquetas.
Luego, mediante una punción en la rodilla, se extrae primero el líquido sinovial inflamatorio del paciente y se reemplaza por el plasma. Las proteínas ponen a trabajar a las células de la zona lesionada, que aceleran la reparación de los tejidos. En este caso, de las articulaciones.
Todo el proceso dura alrededor de media hora. El tratamiento consta de tres infiltraciones con intervalos semanales. "A partir de ahí sólo sería preciso repetir a los seis meses", precisa Anitua. El precio por sesión ronda los 300 euros. Por ahora, tan sólo dos clínicas privadas -una en Vitoria y otra en San Sebastián- ofrecen esta técnica.
FUNDACIÓN EROSKI
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