Gerontología - Universidad Maimónides

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Es un error achacar la pérdida de memoria a la edad

El Prof. José Manuel Martínez Lage, participó esta semana en el máster en
Psicogeriatría y Gerontología Social de la Universidad de La Laguna, destacando
la importancia del diagnóstico precoz y del control de los factores de riesgo
para prevenir o frenar la evolución del alzheimer.

-¿Desde que en 1906 se describiera esta enfermedad, cómo ha cambiado su
tratamiento?

-Esta patología estuvo muy olvidada hasta los años 70. Cuando Alzheimer
presentó su caso quedó guardado en el cajón porque se consideraba una enfermedad
muy rara. El alzheimer es una causa de demencia y ésta se consideraba algo propio
del envejecimiento. A partir de los 70 se ve que es la causa más prevalente de
que las personas mayores pierdan memoria y autonomía por el deterioro intelectual
y a partir de ahí se empieza a investigar y a conocer los cambios que Alzheimer
describió. Empieza también a descubrirse que uno de los efectos de la enfermedad
es que en el cerebro se reduce la presencia del neurotransmisor (acetilcolina)
que utilizan las neuronas, especialmente las de la memoria y la atención, para
comunicarse. Al descubrir que la acetilcolina está baja en el cerebro, los
primeros intentos para tratar la enfermedad se basan en desarrollar medicamentos
que aumenten o sustituyan este neurotransmisor. Fueron un fracaso, lo que sí
funcionó fue un fármaco que evitaba que esta sustancia se destruyera, pero era
muy tóxico para el hígado. Pronto salió al mercado otro que era igual de eficaz y
que no tenía los problemas de toxicidad y pocos años después otros dos que
mejoran los síntomas y retrasan su evolución. Hace dos años apareció otro
medicamento que tiene que ver con otro transmisor que también está alterado en la
enfermedad, el glutamato, que también ha demostrado ser eficaz, sobre todo en
fases avanzadas de la enfermedad.

-¿Cree que los últimos avances podrían erradicar la enfermedad?

-El paso siguiente, que se ha dado en los últimos años, más que conocer las
consecuencias de la enfermedad se ha conocido sus mecanismos. La enfermedad se
produce porque se deposita en el cerebro una proteína que se denomina amiloide.
Como se conoce muy bien cómo se deposita, de dónde sale y cuáles son los procesos
que intervienen en su neurotoxicidad, se han desarrollado fármacos y estrategias
terapéuticas para evitar que se deposite o que se vuelva tóxica. En esto están
puestas las esperanzas ahora, más que en la terapia génica y mucho más que en las
células madre. A día de hoy, en el alzheimer, las células madre no son la
solución en absoluto. Por una razón muy sencilla: en esta enfermedad mueren las
neuronas y aunque se logre que una célula madre se convierta en neurona habría
que darle órdenes para que repita las conexiones que se han formado a lo largo de
la vida. Hacer una célula madre que se convierta en neurona igual es posible en
unos años, pero que conecte con las que tenía que conectar es algo que parece hoy
inconcebible. Cuando se habla de células madre se dice demasiado rápido que van a
ser la solución del alzheimer y no es acertado.

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Diagnóstico precoz
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-¿Una vez manifestada la enfermedad podrá pararse su evolución?

-Éste es el otro gran secreto del tratamiento, en cuanto tengamos una terapia
eficaz si no se aplica pronto sobre el cerebro hay muy poco que hacer. Es una de
las cosas que más interesan en este momento, que es el diagnóstico precoz y, a
día de hoy, se puede hacer. Bien es verdad que los enfermos tardan mucho en ir al
médico, quizá porque nosotros no educamos bien a la población. También es verdad
que, aunque vayan mucho al médico, a veces no damos con el diagnóstico porque no
tenemos el tiempo suficiente.ç

-¿Cuáles son los primeros síntomas de alarma?

-Los primeros síntomas son fundamentalmente pérdida de memoria significativa.
Es decir, no es lo que le ocurre a mucha gente de, por ejemplo, voy a la cocina y
no me acuerdo a qué he ido, o me encuentro con una persona y no me sale su
nombre. Eso, más que pérdida de memoria, es pérdida de atención; me refiero a
olvidar conversaciones de un día para otro, olvidar las palabras, que se quedan
demasiado en la punta de la lengua, desorientarse en la calle o no ser capaz, en
el caso de las mujeres, de gobernar su casa y hacer las comidas variadas. Me
refiero, sobre todo, a una pérdida de memoria repetida y llamativa.

-¿Quién se da cuenta antes de estos síntomas, el enfermo o las personas que
viven con él?

-Lo habitual es que se den cuenta antes sus familiares que la propia persona,
sobre todo porque se suele achacar a la edad y éste es el gran error. Por la edad
no ha de perderse memoria significativamente. Cuando uno note pérdida de memoria,
lo mejor es ir al médico, y él ya dirá si es el principio de un alzheimer, una
depresión, una ansiedad o si son fármacos que se está tomando.

-¿Cuál es el motivo de que esta patología se presente cada vez en edades más
tempranas?

-El dato epidemiológico está ahí, pero no creo que sea porque la enfermedad
está cambiando. Tengo la impresión de que es porque la conocemos mejor y la gente
va antes al médico.

-¿Cómo suelen reaccionar los familiares ante el diagnóstico? ¿Sufren ellos más
que los propios enfermos?

-Sufren todos. La máxima que hay por ahí de que el enfermo no se entera no es
cierta, muchas veces lo pasa mal y se da cuenta de sus fallos, bien es verdad que
esto depende de la fase de la enfermedad. Los familiares, desgraciadamente,
reaccionan con una gran incertidumbre, y no hay nada peor. Incertidumbre en el
sentido de cómo va a avanzar, qué va a ocurrir, qué hacer... Y la gran desgracia
es que los médicos, salvo los que trabajamos en unidades especializadas, no
tenemos tiempo para explicar todas esas cosas, que realmente sería la manera de
iniciar el tratamiento.

-¿Cree que la población sabe lo suficiente sobre esta enfermedad?

-No, no es suficiente. Hay todavía mucho miedo, mucha ignorancia, hay todavía
demasiada precaución a la hora de ir a las asociaciones de familiares, de buscar
la terapia cognitiva en los centros de día... No, desde luego, hace falta mucha
educación sanitaria en ese sentido.

-¿Se puede prevenir el alzheimer?

-Desde luego que sí. A día de hoy se sabe que tratar, cuidar y controlar los
factores de riesgo vascular, la hipertensión, la diabetes, el tabaquismo, el
alcohol y la obesidad, entre otros, ayuda a disminuir la incidencia de la
enfermedad. También hablábamos antes del diagnóstico precoz. Creo que sí, que una
educación más generalizada y un mejor conocimiento de la enfermedad ayudaría a
abordarla con más eficacia.

-¿En qué estado se encuentran los recursos sociosanitarios?

-Desgraciadamente, el número de centros de día, el número de camas en
residencias o la ayuda domiciliaria no son suficientes. Se ha producido un gran
avance con la Ley de Dependencia, pero aún falta mucho por hacer. Hay una gran
desigualdad entre comunidades autónomas. En estos recursos la demanda siempre
supera la oferta y se debe que mejorar mucho.

DOMINGO, 04 DE MARZO DE 2007
Fuente Editorial: eldia.es (Sec. Vivir)

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