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Una leyenda del varieté

gogo_andreu.jpgGogó Andreu: está preparando un CD producido por León Gieco y Facundo Arana

A los 87 años, el actor se encuentra en plena actividad

La Nación
Jueves 8 de Marzo de 2007

Gogó Andreu camina por la calle y parece una celebridad del barrio. Un almacenero de un supermercado chino lo saluda y le da pie para su primer paso de comedia: "Hasta en el Oriente me conocen", dice, y se festeja el chiste. Sus gags cortos no dan respiro y se reiteran en la caminata que separa su casa del bar Zingara, en Barrio Norte, donde un pequeño público lo mira hacer sus gestos y morisquetas frente a la cámara fotográfica. No sabe hacer otra cosa que vivir para entretener a los demás desde que se subió a un escenario, a los 8 años de edad. Es su instinto, es su forma de vida. "Llevo ochenta años trabajando y puedo decir que soy un afortunado. Aunque siempre me sentí un amateur", confiesa el legendario actor que trabajó con luminarias como Pepe Biondi, Fernando Ochoa, Enrique y Armando Discépolo, Enrique Muiño, Tita Merello y Libertad Lamarque.

Nacido en una familia de linaje artístico -sus padres, Isabel Anchart y Antonio Andreu, tenían una compañía teatral itinerante que visitaba todas las provincias-, se moldeó como un artista multifacético y versátil. "Siempre actué, pero también cantaba y zapateaba desde malambo hasta tap", cuenta. Filmó más de 60 películas y es un sobreviviente de la época de oro del espectáculo nacional. Por eso, el sábado 17 recibirá un Astor de Oro a la trayectoria en el Festival de Cine de Mar del Plata y aprovechará la ocasión para adelantar parte del material que está grabando con León Gieco y el actor Facundo Arana.

En vivo, y acompañado por el guitarrista Esteban Morgado, el actor realizará una pequeña muestra de su veta como cantautor. "Haremos algunos de los 16 temas que estamos grabando. Creo que éste es el último gran regalo que me hizo Dios. Que Gieco y Arana me hayan convocado para grabar mis temas y poder cantarlos junto a varios amigos, como Mercedes Sosa y Dany Martin, es algo que no me imaginaba que podía pasar a esta altura de mi vida", dice entusiasmado el actor.

La historia del teatro y el cine pasó por delante de los ojos de Gogó, que lo vivió casi todo como protagonista y lúcido representante del varieté. Desfilan por la charla nombres y anécdotas que arman un cuadro de época de la noche porteña. Su encuentro con Gardel; su debut teatral con Discépolo; su trabajo en El Nacional con Narciso Ibáñez Menta; sus años de fama en la Quinta Avenida de Nueva York; sus horas mirando a Grela para robarle yeites de la guitarra; su amistad con Horacio Salgán, y el éxito alucinante en Cuba, a mediados de los años cincuenta.

"Acá le estaban tirando bombas en la Plaza de Mayo al pueblo y Pepe Biondi me llamó de Cuba para ir a trabajar con él -recuerda el actor-. No quería irme, pero mi mujer, Rosita (Gamas), me convenció. Llegué y era algo increíble. Me fueron a recibir como si fuera el Sinatra latino. Hasta tuve mi programa propio de televisión. Era una locura."

Como mucha gente de su generación que conoció de adentro el mundo del espectáculo, Gogó Andreu trabajó y compartió experiencias con verdaderas leyendas. De muchos de esos momentos tiene imágenes muy vividas.

-¿Es verdad que conoció a Gardel?

-Sí, y hasta llegué a cantarle un tema en su camarín antes de que entrara a una función. Yo conocía a José Razzano. El me llevó al teatro Broadway, donde Gardel estaba haciendo temporada. Yo tenía unos 12 años. Entramos a su camarín y lo vi a Gardel de camisita arremangada, un pañuelito al cuello y un poco de maquillaje. Razzano lo encaró y le dijo: "Este pibe va a cantar mejor que vos". Entonces Gardel me señaló su guitarra y me dijo: "A ver pibe, agarrá esa guitarra y cantate algo". Yo le hice "Atenti pebeta" y le gustó mucho. Después me dieron el olivo.

De estas historias, siempre mechadas con alguna frase ocurrente, Gogó tiene montones. Pero, con toda esa historia atrás en el mundo del espectáculo, no deja de repetirse. "No hay nada mejor que la actualidad, eso es lo que importa. Para mí es el secreto con el que me pude mantener todos estos años trabajando. Hambre nunca pasé", aclara mientras toma pequeños sorbos de una gran taza de café con leche acompañada de tres medialunas. Y agrega: "Lo más importante en esta profesión es vivir el presente. Es como en la vida, podés tener altos y bajos. Pero lo más lindo es saber disfrutar de los buenos momentos y aceptar los malos".

La música y todo lo demás

Parece mentira, pero a los 87 años Gogó está relanzando su carrera como cantautor, la faceta menos conocida del actor. Su último disco con canciones de su autoría lo editó en los años sesenta. El álbum "Gogó a Gogó", donde estaba acompañado por el guitarrista Horacio Malvicino, tuvo un éxito singular. "Hay temas como «El departamento», que no bajaban del primer puesto durante un año y hasta lo usaron para diferentes publicidades. Yo no sabía nada de música, pero tenía olfato. Además no me puedo olvidar de que trabajé con un monstruo de la guitarra como Malvicino. Era tan grande que una vez Sinatra lo tuvo diez días viviendo en su casa", grafica.

La música siempre estuvo ahí, cada vez que actuaba, bailaba o cantaba en el teatro, la radio o el cine. "Era algo que siempre hice desde chiquito. Siempre escribía cosas cuando terminaba mis rutinas en algún café como éste, o cuando volvía a la madrugada después de trabajar toda la noche. Me preparaba un cafecito y así iban saliendo las canciones. Soy autodidacta, así que compongo totalmente de oído. Las cosas las aprendí en la escuela de la vida", filosofa el actor, que todavía hoy en día mantiene esa costumbre de madrugar hasta las cuatro de la mañana casi todas las noches.

Muchos de sus temas surcaron el inconsciente colectivo de los años cincuenta y sesenta, como "Cuando la noche se termina", "Caramelo santo" o "Para encontrar un nuevo amor", que forman parte de ese tesoro que redescubrieron Gieco y Arana cuando estaban grabando un disco a beneficio de los actores de la Casa del Teatro. Todavía sin salir de su asombro, Gogó Andreu recuerda sus temas cantándolos en voz bajita, haciendo una pequeña serenata diurna, en plena esquina de Laprida y Mansilla. No puede evitar emocionarse. Así van apareciendo en su memoria melodías que grabaron otros, como el "Polaco" Goyeneche, Daniel Riolobos y hasta el Puma Rodríguez. Hasta que llega a la canción con la que elige despedirse del encuentro y lo define de cuerpo entero: "Hubo momentos, buenos y malos. Fui guitarrista , bailarín, parodista y comodín; compuse temas, varios poemas, pero hambre nunca pasé".

Gabriel Plaza

http://www.lanacion.com.ar/entretenimientos/nota.asp?nota_id=889433
LA NACION | 08.03.2007 | Página 12 | Espectáculos

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