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Bergoglio denunció que hay una "inequidad escandalosa" en el país

Trazó un severo cuadro social de la Argentina ante más de 160 obispos del subcontinente reunidos en Brasil. "Persiste la injusta distribución de los bienes", dijo, y reclamó promover "los derechos de los pobres"

Sergio Rubín
Clarín.com
17.05.2007

El presidente del Episcopado, cardenal Jorge Bergoglio, trazó ayer aquí un severo cuadro social de la Argentina. Al exponer acerca de la situación social, cultural y religiosa del país ante 162 obispos de América latina y numerosos re presentantes del Vaticano que sesionan en el imponente santuario de Aparecida, Bergoglio afirmó —entre otras cosas— que en la Argentina existe, al igual que en el resto de la región, una "escandalosa inequidad que lesiona la dignidad personal y la justicia social".

Bergoglio apoyó sus afirmaciones en datos que parecen contradecir el optimismo oficial. "Entre los años 2002 y 2006 crecieron al 8,7% los índices de medición de la indigencia; hay un 26,9% en el nivel de la pobreza y estamos en la región aparentemente más desigual del mundo, la que más creció y menos redujo la pobreza", puntualizó. Y añadió: "Persiste la injusta distribución de los bienes, lo cual configura una situación de pecado social que clama al cielo y que excluye de las posibilidades de una vida más plena a muchos hermanos".

Con todo, Bergoglio no se ciñó a los resultados de la actual administración kirchnerista, sino que ubicó el cuadro en una cierta perspectiva histórica. "Poderes políticos y planes económicos de diversos signos no dan muestras de producir modificaciones significativas para —en palabras del papa Benedicto XVI— 'eliminar las causas estructurales de las disfunciones de la economía mundial'". Por eso, sostuvo que en la Argentina "urge animar una conducta justa, coherente con la fe que promueva la dignidad humana, el bien común, la inclusión integral, la ciudadanía plena y los derechos de los pobres".

El cardenal —contextualizando su cuadro— insistió en que la situación del país y de toda la región sufre las consecuencias de los efectos nocivos de la globalización de "perfil neoliberal". Sostiene que "ésta, como ideología económica y social, ha afectado negativamente a nuestros sectores más pobres". Agregó en ese sentido que "ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y opresión, sino de algo nuevo: con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está en ella abajo, en la periferia o sin poder sino que se está fuera. Los excluidos no son son 'explotados', sino 'sobrantes'".

Bergoglio expuso en el marco de los informes de cada país que dieron en el recinto los presidentes de las respectivas Conferencias Episcopales de América latina. Como las exposiciones fueron por orden alfabético, la Argentina fue la primera. Y dado que el tiempo dispuesto para cada intervención era de sólo siete minutos, el informe de Bergoglio fue conciso y contundente. La suma de las exposiciones permitirá a los participantes contar con un diagnóstico de la región para avanzar en la elaboración de una estrategia religiosa que será volcada en la declaración final.

Las palabras de Bergoglio —que representó a todos los obispos argentinos— constituyeron una de las apreciaciones públicas de la Iglesia sobre la realidad social argentina más concretas de los últimos años. Para encontrar algo similar, es necesario retrotraerse al documento que el Episcopado difundió en noviembre de 2005 al término de un plenario. Entonces, decían que, si bien "es mucho lo que ciudadanos y autoridades hicieron (desde la crisis de 2001), es mucho todavía lo que resta por hacer". Y señalaban "el crecimiento escandaloso de la desigualdad" en los últimos años (ver antecedentes).

Aquel pronunciamiento —en lo atinente a lo social— fue juzgado como propio de un partido político por el presidente Néstor Kirchner, suscitando un nuevo roce con la Iglesia. Los obispos le replicaron que no había leído correctamente la declaraciones o sus colaboradores lo habían informado inadecuadamente sobre su contenido. E insistieron en que, cuando los obispos se pronuncian, se dirigen a toda la sociedad y no están imbuidos de un ánimo obsesivo por criticar al Gobierno de turno.

Con todo, el grueso del informe de Bergoglio estuvo referido a la situación religiosa del país. Y los esfuerzos que viene realizando la Iglesia para potenciar su labor espiritual. Pero también observó "una crisis de los vínculos familiares y sociales fundantes (...) que se nota en los conflictos de la familia, los desgarramientos de la Nación y la desintegración del continente".

http://www.clarin.com/diario/2007/05/17/elpais/p-00801.htm

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