La falta de apetito, la sensación de saciedad, los vómitos y el estreñimiento son -según médicos especialistas- cuatro síntomas que deberían detectarse como riesgo de desnutrición en enfermos oncológicos. Es que en materia de nutrición estos pacientes son los que menos responden a los tratamientos, menos toleran dosis y por ende más efectos secundarios sufren.
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Ocho de cada 10 pacientes con cáncer avanzado sufren problemas de malnutrición. Así lo asegura Carmen Gómez Candela, jefa de la Unidad de Nutrición Clínica y Dietética del Hospital La Paz de Madrid y presidenta de la Sociedad Española de Nutrición Básica Aplicada (Senba) que la semana pasada participó del quinto congreso en Bilbao.
“El apoyo nutricional a estos enfermos contribuye a la mejora del estado de ánimo, una variable a tener en cuenta en estos casos puesto que, muchas veces en la medicina oncológica se profundiza en la eficacia de los tratamientos y en la supervivencia del paciente pero se pierde un poco de vista la calidad de vida”., asegura la especialista quien agrega que para detectar una precoz malnutrición en estos pacientes se manejan cuatro síntomas: “la falta de apetito, la sensación de saciedad, los vómitos y el estreñimiento son síntomas que han de manejarse como criterios para diagnosticar un riesgo de este problema”, asegura.
Además, los cuadros de desnutrición disminuyen la capacidad inmune. “La tolerancia a los tratamientos de quimio y radioterapia es menor. Los enfermos responden peor, toleran menos dosis y sufren más los efectos secundarios”, asegura. Es más, continúa, “en cirugía influye hasta el punto de que, en algunos casos, ha de retrasarse la intervención para mejorar su estado nutricional”. Algunos estudios estiman que el tratamiento de un paciente oncológico con desnutrición puede costar el doble o incluso el triple.
Los tumores que causan una mayor desnutrición son los que afectan al tracto digestivo y los de pulmón. Sin embargo, puntualiza Gómez Candela, también depende de la evolución del cáncer.
Otro grupo de riesgo en este sentido lo compone la tercera edad. Una buena hidratación y el consumo adecuado de fibras a partir de los 60 años son los pasos esenciales para mantener la correcta nutrición en el anciano.
Es que a medida que el tiempo pasa se van produciendo cambios en el organismo y en las necesidades prioritarias para el mantenimiento de la función celular. “Sin la adecuada hidratación, fijada a partir de los 60 años en 45 mililitros por kilo y día (en torno a litro y medio en una persona de 60 kilos de peso), se incrementan la fragilidad de los huesos, los cuadros de estreñimiento, las alteraciones del comportamiento o las disfunciones renales.
El segundo punto esencial en el equilibrio nutricional de los ancianos pasa por el consumo de fibras. Las cantidades de consumo recomendadas van entre los 25 y los 35 gramos al día.