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La nanotecnología y la necesidad de un debate ético

Los científicos dedicados al desarrollo de esta rama de la investigación reclaman una discusión en la disciplina, que entre otros aspectos abre la posibilidad de modificar la materia a nivel atómico. Afirman que el grado de manipulación que alcanzará ahora el hombre sobre la materia dejará retrasada -por ejemplo- a la genética.

Por Gonzalo Bustos
Telam

Como sucedió en otras ramas de la investigación aplicada, los científicos dedicados al desarrollo de la nanotecnología -que alcanzó en Argentina desarrollos e investigaciones de punta en varios campos- reclaman un debate en la disciplina, que entre otros aspectos abre la posibilidad de modificar la materia a nivel atómico.

Según los especialistas, con la nanotecnología y la nanociencia, que permiten operar a nivel molecular y generar desde nuevos materiales mediante la química hasta crear dispositivos mecánicos diminutos mediante la física, existen tantos riesgos como ventajas en el desarrollo de la disciplina, pero esa disyuntiva no genera un debate de tipo ético.

Aunque afirman que esto no es un elemento exclusivo de la nueva disciplina sino de la ciencia en general, afirman que el grado de manipulación que alcanzará ahora el hombre sobre la materia con la nanotecnología dejará retrasada -por ejemplo- a la genética.

"La nanotecnología tiene la capacidad de intervenir sobre el núcleo de la vida y llevar adelante el mayor cambio radical de esa vida", consideró Patricia Digilio, biotecnóloga y miembro de la Asociación Argentina de Investigaciones Eticas.

Sus aplicaciones médicas van desde la aplicación de partículas diminutas que contienen y liberan drogas, la creación de fármacos del tamaño de átomos para su absorción más rápida por el organismo a sistemas de diagnósticos en miniatura que analizan la presencia de virus en minutos.

Sin embargo, como señala Pablo Gurman, del equipo de Sistemas Micro Eletromecánicos del Centro Atómico Constituyentes, la nanotecnología puede ser aplicada a cualquier otra área, como la electrónica, la construcción y la industria bélica, pues "esto va muy de la mano de la industria militar, más allá de que la industria médica no necesita de ella para mantenerse".

El investigador Carlos Balseiro, de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), hijo de José Antonio, fundador de la entidad que lleva su nombre, afirmó que "todo el conocimiento debe plantearse la responsabilidad. El uso del conocimiento puede hacer que hagamos cosas maravillosas y barbaridades muy grandes".

"Como en Argentina se está iniciando el desarrollo a nivel de investigación en nanotecnología, aunque en algunas áreas se están haciendo trabajos de punta, no hay un debate profundo" en cuestiones de impacto social y ético, remarcó.

Digilio consideró que "en la sociedad no existe un debate en relación a estos temas. No hay información para discutirlos desde el punto ético y político". Eso es consecuencia del "tipo de difusión" de la información científica, que se debate entre "el éxito y la catástrofe, lo que impide la reflexión", aseguró.

Sin embargo, agregó que "no tiene sentido agitar temores" ante una comunidad científica que habla de modificar la constitución del cuerpo humano con el objeto de prolongar la vida, curar enfermedades o directamente evitarlas.

"La teoría es que si podes arreglar los átomos podes construir nuevos organismos y transformarte en un creador", una posibilidad que no daba la genética, en la que "no estás viendo directamente cómo modificas los genes. Ahora ves los átomos y los movés, uno por uno", señaló Gurman.

"Los sistemas biológicos operan en la nanoescala -un manómetro es la millonésima parte de un milímetro-. Si te metes ahí es como que realmente empezas a entender cuál es el lenguaje de las células", lo que serviría para trabajar sobre ellas y establecer nuevos mecanismos de reparación del organismo, por ejemplo con nanorobots, una idea que para algunos nunca será real, indicó.

La cuestión que mueve a muchos científicos, es, según explicó, que "el ser humano quiere utilizar su propia voluntad, bajo la cual no opera la célula. ¿Para qué hacer algo si la célula ya dispone? Porque la célula hace lo que quiere. La idea es tener un control absoluto sobre la materia y por lo tanto tener control sobre la salud y la enfermedad".

En este sentido, Digilio criticó la idea de llegar a "una transformación radical de lo humano tal como lo conocemos, una cosa tremenda pero también sumamente banalizada, porque está descrito de una manera tan exitista que es como que uno va deslizándose en una pendiente".

"Somos capaces de hacer cosas sobre las cuales no podemos pensar, porque vivimos en un mundo donde la técnica es la condición de nuestra existencia. Hay que preguntarse por la ética en la propia producción de los procesos de conocimiento. No podemos separar ciencia y política", señaló.

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