Gerontología - Universidad Maimónides

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Vivir más y mejor: la ciencia ya avanza hacia la "tercera juventud"

En las últimas cuatro décadas, la expectativa de vida creció 20 años. La medicina busca que los adultos mayores se mantengan saludables para que disfruten de esa etapa con autonomía e independencia.

Mariana Iglesias
27.05.2007 | Clarin.com

En las últimas cuatro décadas la expectativa de vida aumentó 20 años. Hay casi cinco millones de argentinos con más de 65 años, algo así como el 14 por ciento de la población. Y la imagen que transmiten no es la de los clásicos abuelos achaca dos, sino la de gente con ganas y energía para seguir produciendo, trabajando, riendo, pasándola bien. Se la comenzó a llamar tercera juventud en lugar de tercera edad. Y la ciencia y la medicina son los mayores responsables de este cambio de paradigma.

De todas maneras, y antes de comenzar a detallar los nuevos beneficios pensados para este numeroso y vigoroso grupo, se impone una aclaración: en Argentina la mayoría de los jubilados es pobre. Es decir, no pueden acceder a ninguno de estos adelantos que ofrecen la ciencia y la medicina en la actualidad.

"El 80 por ciento de nuestros viejos cobra la jubilación mínima, que es mucho menos del valor de la canasta básica", se queja Isidoro Fainstein, presidente de la Sociedad Argentina de Gerontología y Geriatría. La jubilación mínima de hoy es de 530 pesos.

Hecha la aclaración, se puede ver cómo hay una gran preocupación a nivel mundial por mantener saludables a estos adultos mayores, ya que son millones.

"Con el envejecimiento hay prejuicios milenarios, por eso se perdió tanto tiempo, pero hoy la ciencia hizo un cambio radical. De todas maneras, la problemática no es el envejecimiento sino la longevidad, que es la que estira el envejecimiento. Y hoy hay una avalancha de longevidad", dice Juan Hitzig, especialista en biología del estrés y envejecimiento.

Hitzic —autor del libro "Cincuenta y tantos"— hace una diferenciación: "Desde lo biológico, el envejecimiento es un proceso no ligado a la enfermedad y sí a la autonomía y a la independencia. En cambio la vejez está unida a la discapacidad y dependencia. Por eso el fin es lograr vidas largas y muertes cortas".

Hace tiempo que se sabe que hay factores de riesgo que contribuyen a acelerar el envejecimiento: el colesterol, la hipertensión y la diabetes producen una discordancia entre la edad biológica y la cronológica. Pero hoy, además, se habla de la "biología del envejecimiento": ya se sabe por qué las células envejecen, que hay genes que condicionan el envejecimiento, y que los disbalances hormonales son detonantes neuronales, vasculares y celulares.

"Hoy la mala sangre tiene fórmula", dice Hitzig: mucha adrenalina, poca serotonina, mucho cortisol, poca dhea. La buena sangre es al revés (Ver Las...).

"Hay que concientizar a la gente para que no tenga miedo a esta nueva etapa que da la expectativa de vida actual. Se debe apostar a seguir creciendo, aprendiendo, a estar conectado con el mundo y la realidad. Hay que mantener las neuronas conectadas, tener vínculos y redes externas, que son las que incentivan las redes internas de lo psicológico, inmunológico, endocrinológico y neuronal. Hay que expresar los afectos, y hacer sentir que se es una persona interesante, con cosas para decir. Eso fortalece la autoestima", dice Graciela Zarebsky, directora de la especialización en Psicogerontología de la Universidad Maimónides.

De todas maneras, también hay fórmulas para "suavizar" los efectos del envejecimiento: "Hay todo un arsenal farmacológico para los tratamientos", dice Hitzig. Y detalla. Habla de restitución hormonal: el organismo deja de producir ciertas hormonas ya sea por la edad o por el estrés, entonces se hace un rebalanceo con tiroides, insulina, testosterona, dhea (el "estado" hormonal se mide con un análisis de sangre). También están los antioxidantes: vitaminas A, C y E, para cuidar a las células de los daños producidos por el oxígeno. Además, reconstituyentes neuronales (de productos naturales o psicofármacos), protectores arteriales; y activadores musculares.

La mayoría de estos tratamientos no están cubiertos por prepagas ni obras sociales. "Ese es un gran error. El 80% de los gastos en salud pública en la segunda parte de la vida es para gente que se muere en menos de un año —asegura Hitzig—. Por eso, el gran negocio es prevenir".

http://www.clarin.com/diario/2007/05/27/sociedad/s-04615.htm