Según un informe de la ONU, para el año 2050 habrá 200 millones de personas mayores de 60 años y 40 millones con más de 80 años. Ello obligará a los países a destinar mayor porcentaje a los sistemas de pensiones y salud y generará una modificación del mercado, en el que 70% de los trabajadores tendrá entre 30 y 64 años, contra el 55% actual.
El desarrollo económico social de América latina puede frenarse por el
envejecimiento de su población, que en 2050 tendrá 200 millones de
personas mayores de 60 años y 40 millones con más de 80 años, según un informe de Naciones Unidas.
El "Estudio Económico y Social 2007", divulgado hoy en la sede de la Comisión Económica para América latina y el Caribe (CEPAL), en la capital chilena, indicó que los habitantes con más de 80 años se quintuplicarán para 2050.
Esta nueva conformación de la pirámide poblacional obligará a los países a destinar el uno por ciento de su PBI anual a los sistemas de pensiones y salud para evitar que 1.200 millones de ancianos queden sin cobertura, advirtió la ONU en el informe, difundido por la agencia DPA.
El costo de una jubilación universal en Chile, Costa Rica, México, Argentina, Colombia, Brasil, Paraguay y Venezuela es de entre 0,3 a 0,5 por ciento del PBI, y de entre 0,5 y 1 por ciento en Perú, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Guatemala, Ecuador y Bolivia.
Por otra parte, el informe alerta sobre la necesidad de atender la urbanización de 71 ciudades que para 2050 tendrán más de un millón de habitantes, de los que uno de cada cuatro será un adulto mayor.
Esta evolución determinará además una modificación del mercado laboral, en el que 70 por ciento de los trabajadores tendrá entre 30 y 64 años, contra el 55 por ciento actual.
A este escenario, se sumará que el crecimiento de la fuerza de trabajo se desacelerará por las menores tasas de natalidad, por lo que para mantener altos niveles de crecimiento los países latinoamericanos deberán ingresar masivamente a las mujeres al
mercado laboral.
Según el informe, la región deberá elevar la productividad para mitigar la desaceleración de la expansión de la fuerza laboral, para lo cual, no sólo será necesario el fomento del empleo femenino, sino también el impulso a la migración en Chile,
Costa Rica, Uruguay y Argentina desde naciones con población más jóven, como Ecuador, Bolivia o Perú.